Natxo MATXIN

LAS PISCINAS NADAN ENTRE UNA OLA DE RESTRICCIONES

Comunidades autonómicas y Gobierno español ya trabajan un documento para gestionar la apertura de las piscinas veraniegas. Se podrá disfrutar de ellas, pero habrá unas estrictas medidas de obligado cumplimiento. Quizás el agua sea el menor problema.

Iniciada la fase de desescalada, la ciudadanía quiere saber hasta qué punto va a poder volver a la “normalidad” durante los próximos meses, que coinciden con la época veraniega. Para mucha gente, especialmente familias con niños, este es un periodo de disfrute de piscina, tanto en dotaciones públicas como privadas, una campaña que hace apenas unas semanas, coincidiendo con la incidencia más elevada del coronavirus, se veía seriamente amenazada. Sin embargo, el descenso en el número de muertes y contagios permite vislumbrar un panorama mucho más esperanzador. Podremos bañarnos y tomar el sol en dichos espacios, pero las medidas de control sanitario van a ser mucho más estrictas, limitando el uso tradicional toda una serie de normas obligatorias.

De hecho, las diversas administraciones competentes ya están trabajando en un documento denominado «Recomendaciones para la apertura de la actividad en las piscinas tras la crisis en el Covid-19», que se actualiza prácticamente a diario en función de la evolución de la pandemia y que está previsto que pueda hacerse público a lo largo de la próxima semana. Acceso, aforo, utilización de los vasos de agua y zonas limítrofes, normas de distanciamiento y vigilancia, así como actuaciones de limpieza y desinfección son algunas de las cuestiones principales que se tratan.

Para empezar, tendrán que tomarse toda una serie de medidas preventivas antes de la apertura de las instalaciones. Vasos, filtros, tuberías o sistemas de depuración deberán ser debidamente desinfectados, una tarea que ya se realiza antes del inicio de cada campaña, pero que en esta ocasión cobra todavía más relevancia. Dicha labor deberá ser realizada con sustancias como el hipoclorito o con otro tipo de productos biocidas o virucidas, cuya aplicación tiene que ser llevada a cabo por empresas con personal especializado y debidamente autorizado. Finalizada la jornada de uso, se procederá a una nueva desinfección diaria de todas las áreas, al objeto de que estén disponibles para su utilización al día siguiente.

Otro aspecto importante es el aforo que se permitirá, teniendo en cuenta que puede darse la circunstancia de que en esta edición se dé un uso mayor a este tipo de instalaciones, habida cuenta de la prohibición para salir de la provincia y de los futuros recortes económicos, lo que va a mermar la capacidad de desplazamientos hacia otros puntos vacacionales. No queda claro si se establecerá un porcentaje en el número de accesos, pero sí que estos puedan estar determinados por la extensión de las áreas de ocio y las normas de distanciamiento social.

Toma de temperatura

Una primera medida de control de entrada al recinto sería la toma de temperatura, estableciéndose los 37,5 grados como valor a partir del cual se impediría el paso, además de recopilar los datos de dicha persona para rastrear los contactos que pueda haber mantenido con otros usuarios. Tampoco se permitirá el acceso a quienes puedan presentar síntomas de la enfermedad, caso de problemas respiratorios o que haya sufrido tanto diarrea como vómitos durante las dos semanas anteriores.

Superado este trámite, será obligatoria la desinfección de manos, así como las suelas del calzado –se habla de usar chanclas– antes de ingresar en la instalación, por lo que se habilitará un sistema de limpieza en dicho control de entrada. Del mismo modo, se establece el uso necesario de mascarilla a la hora de dirigirse a los empleados de la instalación así como a otros usuarios, tanto en el momento del acceso como una vez en el interior de las zonas comunes. No será necesaria en el momento en el que se permanezca en un grupo familiar aislado del resto.

En lo que se refiere a las normas una vez se esté en el vaso acuático, se habla de mantener una distancia mínima de seguridad entre bañistas, en principio de dos metros, pero que puede ser ampliable hasta los cuatro, dependiendo de la superficie del mencionado vaso. Los expertos científicos coinciden en que sustancias como el cloro, bromo o la sal realizan una función desinfectante «suficiente» en piscinas y el mar «para inactivar el virus», según reflejó ayer un informe elaborado por el CSIC. Algo similar ocurre con saunas y balnearios, cuya elevada temperatura también impide la supervivencia de esos agentes víricos. Por contra, desaconseja el baño en ríos, lagos y especialmente en pozas, por ser agua estancada.

Los bañistas tampoco podrán realizar saltos desde el borde de la piscina, ni generar ningún tipo de chapoteo, además de que está prohibido jugar con accesorios –balones, colchonetas, tablas...– dentro del vaso. De que se cumpla dicha normativa deberán encargarse los gestores de las instalaciones, si bien todavía no está muy claro si dicha responsabilidad corresponderá a los socorristas de manera complementaria a sus funciones habituales o será necesario contratar más personal que se dedique de modo específico a dicha tarea.

Sin parques ni vestuarios

Como es lógico, las medidas restrictivas también se extienden al resto de zonas limítrofes a las piscinas y servicios adyacentes. Así, en el caso de que haya algún tipo de parque infantil o similar en las inmediaciones, su funcionamiento, al igual que ocurre en dotaciones parecidas ubicadas en las plazas de nuestras localidades, estará prohibido mientras se mantenga vigente la actual normativa. Algo similar ocurre con los vestuarios, estancias en las que es mucho más factible que se pueda producir una infracción del distanciamiento personal, con lo que no estarán disponibles, una limitación que incluso se ha aplicado en el trabajo diario de los equipos profesionales deportivos.

De este modo, las preceptivas duchas que deben tomar todos los bañistas antes y después de su paso por el vaso de la piscina se llevarán a cabo en los chorros instalados en el exterior. Asimismo, se tendrán que delimitar los espacios en la zona ajardinada para mantener una distancia sanitaria prudencial entre los usuarios –ahí se deberán dejar prendas de vestir, toallas o bolsas–, mientras que con otros accesorios, caso de sillas o tumbonas, existe la obligación de desinfectarlos con toallitas desechables que contengan lejía.

Control del PH del agua

El documento elaborado por el Ministerio de Sanidad pendiente de su aprobación final exige a los gestores de las instalaciones la realización de controles diarios de coronavirus en el agua del vaso antes de la apertura al público y al cierre. Se insta, además, a ser más exhaustivos en el control del PH por medio de ácidos o de CO2, estableciéndose unos valores idóneos entre 7,2 y 7,6. Con ello, se siguen las recomendaciones de la OMS que hablan de que un determinado nivel de cloro en agua durante media hora elimina virus como el Covid-19. La desinfección también deberá ser especialmente meticulosa en aquellas superficies que entren en contacto con las manos de los usuarios, como mangos de puertas o barandillas.

En lo que se refiere a dotaciones hosteleras que se encuentren en el interior de las instalaciones, su funcionamiento se atendrá a la misma normativa que rija al resto de establecimientos de dicho tipo. Además de los controles rutinarios, el protocolo establece que se llevarán a cabo otros de carácter aleatorio por parte de personal de inspección o cuerpos policiales competentes en los que, caso de que se observe alguna irregularidad, se podrán sancionar tanto a los gestores de la instalación como a los bañistas.

Aunque parece que la campaña de piscinas se pondrá en marcha, está por ver cómo se puede cumplir todo este elenco de obligados requisitos, dado que van a suponer un gasto económico extra, además de un esfuerzo añadido para administrar su uso de forma equitativa y correcta.