Belén Martínez
Analista social
AZKEN PUNTUA

Reparación simbólica y justicia retroactiva

El derribo de estatuas de Edward Colston y Leopoldo II o la decapitación de otra de Cristóbal Colón han reavivado el debate sobre el pasado esclavista. ¿Hay que descolgar o pintarrajear un retrato de Felipe V por ser artífice de un asiento que permitía a la Compañía de Inglaterra introducir esclavos negros en la América Española? ¿Exonera a la actual monarquía española?

Hasta hace bien poco, los currículos escolares invisibilizaban o marginalizaban la trata y la esclavitud y su herencia. Si se abordaban era para glorificar el imperio, contribuyendo a una memoria unidimensional y edulcorada del pasado colonial de Europa. Al problematizar y conflictualizar esa narrativa surgen contraatacando interpretaciones revisionistas.

Actuar contra monumentos y nomenclátor que validan y legitiman el racismo institucional en el espacio público remueve el orden simbólico. Hay que hacer políticas de memoria, divulgando tratados como: “Pensamientos y sentimientos sobre el mal y el maldito tráfico de esclavos y comercio de la especie humana dirigido a los habitantes de la Gran Bretaña, por Ottobah Cugoano, un nativo de África” (1787); “Incidentes en la vida de una joven esclava”, de Harriet A. Jacobs (1861), o canciones como “Strange Fruit”, de Billie Holiday.