Iker BIZKARGUENAGA
HERNANI

Urkullu cierra en Hernani una semana dedicada casi por entero a la economía

En 1992, la célebre frase «¡Es la economía, estúpido!», lanzada por James Carville, asesor del candidato demócrata, Bill Clinton, quedó grabada como símbolo de la exitosa campaña que condujo al gobernador de Arkansas al Despacho Oval de la Casa Blanca, mientras su adversario, George Bush, seguía volcándose en los hitos recientes de la política exterior estadounidense, como el fin de la Guerra Fría o la Guerra del Golfo.

Iñigo Urkullu no es un «outsider», al contrario, lleva ocho años en Ajuria Enea, pero parece haber hecho suya aquella máxima y se está volcando en la economía como elemento tractor de su campaña. Ejemplo de ello es la agenda de esta semana, donde la política industrial y el empleo han caracterizado prácticamente todos sus actos. En la mayoría de ellos, por cierto, ha estado acompañado por una Arantxa Tapia que es mucho más que la candidata número cuatro en la lista por Gipuzkoa.

El lunes ambos estuvieron en el parque industrial de Abanto, donde presentaron una propuesta de acuerdo sobre innovación, y la recuperación económica fue también el eje de su discurso al día siguiente en Zumarraga. Tapia no asistió a ese acto, pero regresó el miércoles en otro evento sectorial sobre industria en el edificio Azucarera de Gasteiz. El jueves, el foco pasó a las políticas de infancia y juventud –aunque Tapia estuvo en la Cadena Ser–, pero lehendakari y consejera recuperaron el hilo ayer por la mañana en el polígono Akarregi de Hernani.

Siete compromisos

El candidato jeltzale expuso allí siete compromisos en política industrial para la legislatura. En este sentido, prometió un «impulso a la digitalización, especialmente en las pequeñas y medianas empresas»; reforzar el «clúster biosanitario» y el «ecosistema científico y tecnológico»; acelerar la transición hacia la «movilidad eléctrica»; desarrollar «un programa específico de innovación en las pequeñas empresas»; «garantizar el arraigo local de las empresas tractoras vascas a través de fondos de participación público-privada»; una estrategia de «revitalización industrial», con ayudas específicas a quienes han pasado dificultades por el covid-19, y promover «un modelo inclusivo y participativo» en las empresas.

Urkullu tiene claro su banderín de enganche en un contexto de profunda incertidumbre, no solo pero también económica.