Raimundo Fitero
DE REOJO

Gratitud

Sobran las palabras para explicar lo que un hombre enamorado puede hacer. Según dice Corinna, ese personaje que está haciendo tambalear a la Casa Real por su supuesta relación con el suegro de Urdangarin, El Campechano le pasó sesenta y cinco millones de euros procedentes de unas comisiones de Arabia Saudí simplemente por gratitud y amor. Nada que ver con lo que los plebeyos pensamos, que se trataba de camuflar ese dinero, que ella misma lo debía manejar en esas cuentas cifradas que convierten a los coronados en miserables traficantes de influencias y productos de consumo variado.

Es muy bello y demuestra ser muy espléndido el poder pasar sesenta y cinco millones de euros por gratitud. No hay que preguntarse los porqués de esa gratitud. Le colocamos detrás la palabra amor y no tenemos ya ninguna duda: se trata de un gran montaje de corrupción, champán, brillantes y millones a punta pala. Y con monarquías de por medio, que es, por decirlo así, con mucha gratitud, lo más antidemocrático que existe, la expresión del medievalismo con camisa por fuera y helado de turrón

Mientras tanto, el cuñado de Urdangarin está haciendo una gira junto a la periodista por diferentes tierras de su reino, y en cada lugar deja claro que no está, precisamente, muy preparado, que es un Borbón de día y de noche, que va al barrio más duro de Sevilla y aparca un coche nuevo que vale más que esos tres mil pisos en el mercado actual y que se cree que comiendo helados se gana la indulgencia de ser el hijo de su padre, su heredero directo de bienes y honores y que deberá pasar cuentas ante algún tribunal local, europeo, internacional o en el cielo. De momento esa imagen sacando de su camino de manera imperativa a una niña con una bandera republicana, es su poster de campaña antimonárquica.