Mikel ZUBIMENDI
ATAQUE ISRAELÍ CONTRA GAZA

Se agrieta en EEUU el tradicional consenso en su apoyo a Israel de los demócratas

150 organizaciones de derechos humanos, contra el cambio climático, feministas y por la justicia racial de EEUU expresan «solidaridad» con los palestinos, condenan la «violencia de Estado» de Israel y su «supremacismo». Una señal para el ala más progresista del partido demócrata de que ese conflicto va más allá de la política exterior.

Todo comenzó con condenas de sectores militantes ante el inminente desalojo de familias palestinas de sus casas en el barrio de Sheikh Jarrah de Jerusalén, pero la denuncia, cada vez más enérgica, se ha extendido a nuevos sectores, con nuevas voces, hasta el corazón de la política de EEUU. Durante décadas, más allá de esos sectores más concienciados y movilizados, apoyar a los palestinos era un tabú, con enorme coste, en la política estadounidense. Ahora, todo ha cambiado y no hacerlo también tiene un coste en la base del Partido Demócrata y en el público general.

Hay un cambio de actitud innegable, los estadounidenses con conciencia están reconociendo de manera más clara el desequilibrio de poder y la injusticia, la continua negación de derechos básicos. La palabra «apartheid» se está volviendo más común en el discurso, la opresión y la desposesión de derechos y tierras de los palestinos se une al «supremacismo» judío, y la opinión pública, de forma abierta y desacomplejada, toma conciencia de esas conexiones y expresa su indignación.

Porque ¿cómo pueden los progresistas estadounidenses reivindicar que las vidas de los afroamericanos importan y no hacerlo con las de los palestinos? ¿Cómo pueden hablar de no financiar a la Policía y poner fin a guerras interminables en el extranjero y luego, simplemente, dejar fuera a Israel? ¿Cómo puede el establishment de EEUU hacer bandera del «genocidio» contra los rohingya, contra los uigures y no apoyar a los palestinos? ¿Cómo puede seguir siendo algo muy radical en la política estadounidense afirmar que los palestinos son seres humanos que merecen todos los derechos que cualquier otro ser humano merece?

Dolor por todas las opresiones

El apoyo del ala más militante del Partido Demócrata a Palestina se ha manifestado en una variedad de medios que van desde publicaciones en las redes sociales hasta una carta sin precedentes y ampliamente apoyada al secretario de Estado, Antony Blinken, así como en una de las críticas más feroces a Joe Biden desde dentro del partido desde que asumió la Presidencia. Se ha pasado de declaraciones vacías a acciones tangibles y a llamamientos a rendir de cuentas.

La semana pasada, una docena de legisladores condenaron las acciones de Israel, no solo durante los últimos días sino desde hace décadas. En una ruptura poco común con la unidad de la formación, con un discurso encendido en la entrada de la Cámara, acusaron a Biden de ignorar la situación de los palestinos y «ponerse del lado de la ocupación». Y desafiando directamente al presidente, quien había afirmado que Israel tenía derecho a defenderse, le preguntaron «¿los palestinos tienen derecho a sobrevivir?».

La postura propalestina de estos legisladores alcanzó niveles sin precedentes poco después, cuando congresistas como Alexandria Ocasio-Cortez, Rashida Tlaib y Mark Pocan presentaron una resolución que intentaba bloquear una venta de armas por 735 millones de dólares a Israel, en el que ha sido el primer intento de la historia por parte de miembros del Congreso en ejercicio en ese sentido. «Durante décadas –aseguraron– les hemos vendido miles de millones de dólares en armamento sin exigirles nunca que respeten los derechos básicos de los palestinos. Al hacerlo, hemos contribuido directamente a la muerte, desplazamiento y la privación de derechos de millones»

Uno de los elementos más notables de estas declaraciones es la variedad de formas en las que estos legisladores se relacionan con los palestinos. Hablan de sus propias experiencias con la brutalidad policial, enfrentando la discriminación racial, siendo niños refugiados de guerra y expresando cómo la ayuda estadounidense contribuye a la violencia de Estado. Eso habla de cuán orgánico es este cambio y de cuánto se está impulsando desde abajo. Legisladores de diversos orígenes y experiencias, que están más cerca del dolor de todas estas opresiones, muestran lo que es tan transformador: pueden hablar desde su directa experiencia de vida. La presencia de la congresista de origen palestino Rashida Tlaib contribuye absolutamente a ello.

Romper el techo

Lo que está sucediendo con Israel y Palestina no es una cuestión de política exterior aleatoria, es un pilar de la política de EEUU. Los estadounidenses comprenden mejor ahora lo que les están viviendo los palestinos gracias al movimiento Black Lives Matter y a las imágenes y discusiones siempre presentes sobre la brutalidad policial. Ven que lo que ocurre sobre el terreno tiene que ver con los derechos humanos, que no es un conflicto religioso, sino violencia de Estado. Algo con lo que los estadounidenses se han familiarizado debido a los homicidios de personas afroamericanas desarmadas. Ahora han llegado a comprender que los palestinos están sujetos a una violencia de Estado similar.

Quizás el auge del apoyo en EEUU a los palestinos no refleja necesariamente un punto de inflexión o un cambio histórico, quizá simplemente ilustra cuán explícitamente violentas han sido las acciones israelíes. No hay que olvidar que hay 435 representantes en la Cámara y solo un puñado se ha pronunciado y denunciado un abuso explícito de los derechos humanos. Pero es algo que va en la buena dirección, que está en sintonía con nuevos cambios y transformaciones que ocurren con el tiempo y no siempre se puede predecir cuándo tendrán saltos y cómo catalizarán los avances.

Cuando se introdujo en EEUU la primera legislación sobre sanciones contra Sudáfrica, a principios de la década de 1970, tenía muy pocos defensores y no llegó a ninguna parte en el Congreso. Se necesitaron casi 20 años para llegar a una mayoría a prueba de veto e, incluso entonces, seguía habiendo muchos republicanos dispuestos a hundirse en el barco del «apartheid». Eso no sucede sin un esfuerzo constante para aprovechar los cambios que se están produciendo y sin crear un movimiento. No se puede predecir dónde estarán los techos y cuándo se romperán, pero el apoyo está creciendo y, mientras la situación sobre el terreno siga siendo la que es, seguirá en esa dirección.

 

Israel y Hamas alcanzan un alto el fuego «mutuo y sin condiciones»

El Gobierno israelí aprobó anoche aceptar la propuesta de mediación de Egipto para un alto el fuego «mutuo y sin condiciones» con Hamas. El cese de las hostilidades entraba en vigor a las 02.00 hora local de hoy (23.00 GMT de ayer), según confirmó Hamas, con lo que se pondrá así fin a once días de ofensiva militar del Ejército israelí contra la Franja de Gaza y el lanzamiento de cohetes desde el enclave palestino, que se ha saldado con al menos 232 muertos en la Franja y 12 en Israel. Al cierre de esta edición continuaban todavía los intensos bombardeos sobre Gaza y el lanzamiento de cohetes desde la Franja.

Los miembros del Gabinete de Seguridad israelí, entre los que se encontraba el jefe del Estado Mayor y altos mandos militares, acordaron aceptar por unanimidad la propuesta de Egipto de cesar las hostilidades tras alabar lo que consideran «grandes logros» de Israel en la ofensiva contra Gaza.

Los rumores sobre una posible tregua habían cobrando fuerza en las últimas horas, especialmente después de que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, convocara para la tarde de ayer a su Gabinete de Seguridad a pesar de haberse mostrado partidario la víspera de continuar con la operación militar.

Esta última ofensiva contra Gaza, que comenzó el pasado 10 de mayo, se ha cobrado ya la vida de al menos 232 palestinos en la Franja, incluido 65 menores y 39 mujeres, y ha causado más de 1.900 heridos, víctimas de los intensos bombardeos israelíes.

En Israel, 12 personas –dos de ellos menores– han muerto como consecuencia del lanzamiento de cohetes desde el enclave por parte de las milicias palestinas.

Hasta ahora, el Gobierno sionista había rechazado esa tregua y Netanyahu reiteró el miércoles su intención de continuar con la operación hasta alcanzar su objetivos de desarticular la estructura militar de Hamas, que gobierna en la Franja.

Pero la presión internacional y, sobre todo, la del presidente de EEUU, Joe Biden, que le urgió a «una inmediata desescalada significativa» pese a insistir en su apoyo a Israel, le llevaron a cambiar su postura.

Pese a la presión internacional, el Ejército israelí volvió hoy a bombardear la Franja, desde donde continuó el disparo de cohetes hacia las comunidades israelíes colindantes, que incluyó un misil antitanque contra un autobús, llegando a los 4.340 lanzamientos en once días.

Tel Aviv aseguró haber cumplido sus objetivos de destruir los lugares de fabricación y almacenamiento de armas, los puntos desde donde las milicias lanzan los cohetes y la red de túneles –conocida como Metro– que, según Israel, utiliza Hamas para desplazar combatientes y transportar de armas de una zona a otra del enclave.

Osama Hamdan, un alto funcionario de Hamas en Líbano, afirmó que «la resistencia ha forjado una nueva ecuación y una nueva victoria», y agregó que los mediadores le han garantizado que no solo «la agresión en Gaza se detendrá», sino que se «levantará la mano de la ocupación de Sheij Jarrah y la mezquita de Al Aqsa».GARA