Àlex ROMAGUERA
BARCELONA
PLENO DE INVESTIDURA EN CATALUNYA

Pere Aragonès, a guiar a Catalunya hacia un nuevo embate democrático

Pere Aragonès fue elegido ayer el 132 presidente de la Generalitat de Catalunya gracias al apoyo de las tres formaciones independentistas en el Parlament. El líder de ERC afronta el reto de crear un ejecutivo que dé respuestas al actual contexto de crisis y a unas bases soberanistas que exigen pasos firmes hacia la autodeterminación.

Este próximo lunes Pere Aragonès empezará su andadura como primer presidente republicano de la etapa posfranquista después de Josep Tarradellas. Encima de la mesa tendrá de inmediato la tarea de encajar las piezas del nuevo gobierno de coalición que formarán Esquerra Republicana y Junts per Catalunya, tras el acuerdo que ambas formaciones cerraron el pasado lunes.

Un equipo que, en su agenda de prioridades, tendrá que abordar, por un lado, la salida a la actual crisis sanitaria generada por la pandemia del covid-19 y, por otro, consensuar una estrategia que permita desbloquear el conflicto político con el Estado español mediante un referéndum a la escocesa.

Aragonès volvió a referirse a ello cuando habló de las «cuatro banderas maestras» que, a su entender, han de hacer inevitable la amnistía y la autodeterminación; culminar el proceso de independencia interrumpido el 1 de octubre de 2017; y conseguir la transformación social y económica necesaria para garantizar el bienestar de toda la ciudadanía. Un esquema que, respecto a las legislaturas anteriores, experimenta un claro giro progresista y que se concreta en la defensa de la Catalunya social, feminista, verde y radicalmente democrática.

Los nueve de la CUP

Tal y como estaba previsto, el candidato de ERC fue investido president con la mayoría absoluta que conforman los 74 diputados independentistas de la Cámara (los 33 de su partido, los 32 de JxCAT y los 9 de la CUP), mientras que los 61 restantes, entre ellos los 8 de Catalunya en Comú, se inclinaron por votar en contra.

Tras la primera sesión del jueves, en la que mantuvo un intenso cruce de réplicas con el socialista Salvador Illa, Aragonès pudo mesurar ayer el clima de relaciones con el cual afronta esta nueva etapa. En especial es reseñable el margen de confianza que le ofrece la CUP, cuya portavoz, Dolors Sabater, le recordó que «nuestros nueve votos no son un cheque en blanco», sino que velarán para que se respeten las «políticas de mínimos» que ambas formaciones firmaron en un ambicioso documento.

Entre esos puntos de acuerdo, la jefa de filas de los anticapitalistas se refirió, por ejemplo, a la demanda de que, en las próximas semanas, la unidad antidisturbios de los Mossos d’Esquadra, la Brimo, desaparezca de los desahucios. Sin esta medida y otras de gran calado, como el impulso a una banca pública o a una Renta Básica Universal, Sabater advirtió de que la CUP retirará su confianza al nuevo ejecutivo.

Entre la razón y la épica

La legislatura también quedará abortada, según insistió la representante de la izquierda independentista, si ERC y JxCat no mantienen el pulso con el Estado, ya sea a través de la desobediencia institucional o con medidas que blinden los derechos fundamentales que Madrid está poniendo en riesgo, en referencia al acceso a la vivienda o al subministramiento energético para las familias en situación vulnerable.

En su réplica, Pere Aragonès compartió el deseo de encauzar los puntos del acuerdo y, recitando al dirigente irlandés James Connolly, reivindicó que «el auténtico patriotismo busca el bienestar de cada cual en la felicidad de todo el mundo».

A estas palabras respondió el diputado de la CUP Carles Riera, también desde el atril del Legislativo, con otro pronunciamiento del mismo Connolly: «Si mañana echáis al Ejército inglés e izáis la bandera verde sobre el Castillo de Dublín, tenéis que emprender la organización de una república socialista. Si no, todavía os dominará con sus empresas capitalistas, terratenientes y todas las instituciones comerciales e individuales que ha implantado en este país».

Más allá de este intercambio dialéctico y del escepticismo de los anticapitalistas con la mesa de diálogo entre la Generalitat y el Estado, la sesión visualizó la sintonía de las dos fuerzas para que la legislatura signifique un vuelco en materia socioeconómica y en la resolución del conflicto político.

Gestión y equilibrios de poder

La sesión de investidura de Pere Aragonès transcurrió tal y como se presumía. Sobre todo en lo que respecta a los Comunes y a las tres formaciones que representan el bloque españolista. Así, mientras Jéssica Albiach, de Catalunya en Comú, mostró su desencanto por el «cambio de cromos» entre Esquerra y JxCat, los representantes de Ciudadanos y el PP se dedicaron a atizar a Aragonès, acusándole de poner en peligro la convivencia en Catalunya por, según dijeron, querer romper los lazos con el resto del Estado.

Con un tono más agrio, el líder de Vox, Ignacio Garriga, advirtió de que su partido hará insostenible la legislatura si se continúa con el proceso de autodeterminación, ante lo que Aragonès le recriminó que, en lugar de escuchar la voluntad popular, haya llevado a las instituciones y las calles de Catalunya el discurso del odio y del racismo.

Al margen de estos momentos, el Hemiciclo vivió una sesión histórica, en la que no faltaron las referencias al escritor Salvador Espriu, de quien el nuevo president rescató un poema del libro “La pell de brau”, ni un oratorio lleno de autoridades. Aparte de los expresidentes José Montilla, Artur Mas y Quim Torra, también hizo acto de presencia el líder de los republicanos, Oriol Junqueras, que requirió de un permiso de prisión para asistir a la investidura.

Con gritos de «president, president» y flanqueado por los máximos mandatarios de ERC, Pere Aragonès bajó la escalinata del Parlament consciente de saberse elegido para una nueva etapa que se antoja compleja y, a la vez, imprevisible.

Este lunes tomará posesión del cargo y empezará a perfilar un ejecutivo en el que, a falta de nombres, ya se sabe cómo será el reparto de carteras: Esquerra Repuplicana controlará Presidencia, Educación, Feminismos e Igualdad, Interior, Empresa y Trabajo, Acción Climática, Agricultura y Alimentación, y Cultura; mientras que JxCat gestionará Vicepresidencia, Economía y Hacienda, Acción Exterior y Transparencia, Salud, Políticas Digitales, Infraestructuras y Agenda Urbana, Investigación y Universidades, Justicia, y Derechos Sociales.

La primera reunión del nuevo gobierno ya podría celebrarse el próximo miércoles.