Iñaki Lekuona
Periodista
AZKEN PUNTUA

Lodos

Gérald Darmanin, que hace una semana posó ante los lodos que dejaron las inundaciones en Lapurdi prometiendo ayudas financieras para los afectados, acaba de anunciar la apertura de un nuevo paso fronterizo en el Pirineo con el objetivo de «perennizar la actividad económica» en el sector turístico. Gran contribución. Se ve que los puertos de Aldude, Izpegi y Larraine –cerrados en su día no se sabe ya si por el Covid, por los migrantes o simplemente por joder– no han tenido nunca actividad económica que perennizar. Al contrario que el tren de alta velocidad, un proyecto que nos vendieron hace treinta años como el futuro de las comunicaciones terrestres y el no va más de la integración europea, que tres décadas y millones de euros de sobrecostes después sigue embarrado. Como la Euskadi de Urkullu, la región de Nueva Aquitania sigue apostando por la vía rápida más lenta de la historia. Pero resulta que la gran mayoría de electos de Ipar Euskal Herria acaba de descarrilar los 235,5 millones de inversión pública con la que pretendían financiar parte del tramo de Dax-Toulouse. Tendrán que buscar en otros bolsillos, tal vez en los de Darmanin al que alguien paga –si no, no se entiende– por atemorizar al ciudadano francés anunciando «riesgo de atentados terroristas» en Navidad. Todo por perennizar un ideario caduco, un lodo en el que se revuelca la extrema derecha.