Mikel INSAUSTI
CRíTICA: «The Collection»

Terror sádico con más trampas que una de Tarzán

Desde que iba a las sesiones infantiles no veía una película con tantas trampas. En las de Tarzán solían servir para atrapar animales salvajes, aunque siempre había algún porteador nativo que caía en una de ellas, en el caso de que hubiera logrado sobrevivir a los desfiladeros y precipicios de la montaña sagrada de turno. Las trampas mortales que pueblan «The Collection» son para humanos, y están dispuestas en dos escenarios: una fiesta «rave» para inconscientes jóvenes bailongos y el hotel abandonado que sirve de guarida al sicópata asesino de la máscara de cuero negro.

No hacen falta muchas más pistas, porque este monstruo del terror sádico ya aparecía en la ópera prima de Marcus Dunstan «The Collector», de la que ha realizado esta continuación tres años después. En el primer largometraje el tipo de la máscara jugaba al gato y al ratón con un cerrajero que había entrado para robar en una casa, y que, en su condición de superviviente, reaparece en la secuela para abrir las puertas del escondite del torturador de la familia que vivía en la residencia donde se inició todo.

Para la segunda parte, la pareja de guionistas de la saga «Saw» que Marcus Dunstan forma junto a su socio Patrick Melton, han dejado la explicación de por qué han bautizado a su sanguinaria criatura como «el coleccionista». Y es que su actividad como trampero tiene un fin, pues además de disfrutar matando conserva víctimas vivas, las cuáles reserva para su particular colección entomológica. No son insectos propiamente dichos, sino humanos clavados cual si fueran la mosca mutante de James Clavell.

Resulta que una superviviente de la matanza en la discoteca tomada como rehén es la hija de un millonario, quien organiza un ejército de mercenarios para rescatar a la chica cautiva sometida a las habituales sesiones de «porno-tortura». Ni qué decir tiene que el grueso del metraje es ocupado por la frustrada incursión armada en el museo de los horrores, donde van cayendo uno a uno.