Los enfrentamientos en Sudán del Sur durante los tres últimos días han causado cerca de 500 muertos, civiles y militares, informó ayer el ministro sursudanés de Defensa, Kuol Manyang. Además, cerca de 13.000 civiles se han refugiado en dos bases de la ONU en Juba por los combates entre facciones rivales del Ejército. Las calles estaban desiertas y había patrullas militares. «Seguimos oyendo tiroteos esporádicos en varios lugares. La situación es muy tensa», declaró por teléfono a AFP Emma Jane Drew, de la ONG británica Oxfam. «No sabemos quién lucha contra quién», agregó.

La representante de la ONU en Sudán del Sur, Hilde Johnson, advirtió que «es crucial que la violencia actual no tome dimensiones étnicas».

«En el momento en que la unidad entre los sudaneses del Sur hace más falta que nunca, pido a los dirigentes de este nuevo país y a todas las facciones y partidos políticos, así como a los responsables de comunidades que eviten cualquier acción que alimente las tensiones étnicas y exacerbe la violencia», declaró Johnson.

La UNMISS aseguró que seguirá «aportando protección a los civiles que intentan protegerse de la violencia».

El lunes, el presidente Salva Kiir anunció que había desbaratado un intento de golpe de Estado impulsado por «un grupo de soldados aliados con el exvicepresidente Riek Machar -de una etnia rival-».

En julio pasado, Kiir destituyó a los 29 ministros del Gobierno y a sus adjuntos, incluido el vicepresidente Machar, y suspendió a Pagan Amum, el secretario general del partido en el poder (Movimiento Popular para la Liberación de Sudán-SPLM).

Tanto Amum, encargado de las delicadas negociaciones con Sudán en nombre de Sudán del Sur, como Machar, eran dos pesos pesados de la política nacional. Actualmente, Machar, que combatió en algunas oportunidades en el bando opuesto al del presidente durante la guerra con Sudán, dirige un grupo disidente dentro del SPLM y es considerado un serio pretendiente al cargo que hoy ocupa Kiir.