Raimundo Fitero
DE REOJO

Paletos

Ando escarmentado y no me meto en el agua fría, porque estoy intentando penetrar en un estudio serio sobre la relación de los seres humanos con las pantallas, y aquí el plural es muy importante, porque he descubierto un concepto que me atrae: «paleto intelectual». Es una cosa nada superficial y muy complicada de asimilar a la primera por lo que la voy a apartar de mi camino de este lunes tan lunático que altera las feromonas y otras hormonas saltarinas. Dicen los que saben y se han fijado que la imprenta disminuyó la capacidad de memoria de la especie humana, y que Internet y estas tecnologías que ahora aplicamos de manera constante y habitual, van a terminar con la capacidad de concentración. Me pongo campanudo y digo: Internet es un auténtico cambio histórico para la Humanidad.

Todo cuanto vemos en el aparato que también sirve para hablar a distancia, antes teléfono, los ordenadores y las televisiones nos interpelan. Todo. Desde un anuncio de escoba voladora a unas imágenes del ministro Fernández Díaz, rodeado de obispo y guardia civil en un acto impúdico. Una película porno como una misa. Los goles de Messi como los saltos de una leona en la sabana africana. Todo nos provoca alteraciones en nuestros sistemas nerviosos, cognitivos, y por lo tanto nos van saturando de informaciones no buscadas, incluso engañosas y contradictorias. Somos como los buzones de nuestros hogares: repletos de folletos prescindibles.

Así que aguantemos el tirón: los coches han vuelto a rugir, con algo de sordina, en las madrugadas domingueras, y sumando el directo, más el diferido a las pocas horas acapararon la mitad de las audiencias de sus franjas horarias. Así es el asunto. No le den más vueltas. Esto es una decisión de unos millones de individuos que se sienten encantados de ver girar unas máquinas sobre ruedas. Lo de Crimea, Ucrania, el referéndum exprés, y los pasos a seguir desde ahora para su anexión a Rusia nos deben tener pegados a las pantallas, pero para el auto-engaño, daremos cuota de pantalla a «Sálvame», como dice muchos, «para reírme». ¿De qué se puede uno reír en ese programa? Claro la pregunta está muy mal planteada y debería formularse así: ¿de quién?