M. CHAMIZO
Udate | Kritika: Musika Hamabostaldia

Una pequeña ópera de Bach

La explicación de por qué Johann Sebastian Bach nunca escribió óperas es bien sencilla: no tenía dónde estrenarlas. Motivo perfectamente mundano que seguramente ha privado al género operístico de un buen puñado de obras maestras. Pero Bach no renunció del todo al teatro musical y en algunas de sus creaciones, especialmente las célebres pasiones, el elemento dramático es fundamental. Uno de los atractivos de la visita de René Jacobs y la Orquesta Barroca de Helsinki era escuchar la cantata Hércules en la encrucijada, un drama per musica que es uno de los excepcionales acercamientos de Bach al teatro alegórico. No es una ópera, pero casi, y fue una ocurrencia afortunada de los cuatro cantantes que acompañaron a Jacobs que se lanzaran a actuarla además de cantarla. Sunhae Im fue el Placer, que con su brillante voz de soprano y desparpajo sensual se peleó con el guapo tenor Topi Lehtipuu, la Virtud, por ganarse la simpatía de un Benno Schachtner, Hércules, de viril voz de contratenor. Schachtner se quedó finalmente con Lehtipuu, en una decisión que, tal y como la escenificaron, tuvo su guiño homoerótico. En cualquier caso, esta graciosa escenificación ayudó a digerir mucho mejor unas versiones que, aunque correctas, no estuvieron a la altura del enorme prestigio de René Jacobs en este repertorio, y que se notaron cogidas con pinzas en numerosos pasajes.