La alusión a que tres votos a favor y tres votos en contra de la izquierda abertzale dieron «un resultado cero» es una frase redonda pero falsa. El resultado de aquellos tres votos a favor y tres en contra fue que el nuevo estatuto impulsado por Juan José Ibarretxe tuvo mayoría absoluta en el Parlamento y, obviamente, se aprobó. El «resultado cero» se dio cuando fue a Madrid, nos lo rechazaron, e incumplió la palabra dada cuatro veces en la Cámara y, en lugar de convocar una consulta, convocó elecciones.

¿El motivo de aquel fracaso? «Hubo una clase política -Gobierno y Parlamento Vasco- que aparentemente tenían una mayoría nacionalista pero que de fondo no existía. No había una estrategia compartida con la izquierda abertzale y el PNV tampoco estaba seguro de su posición. No había un impulso o una corriente social que empujara». Son palabras de Joseba Egibar (GARA, 12-10-12).

La cuestión, por tanto, es aprender. Hay que activar mayorías dentro y fuera del Parlamento. Fuera está la iniciativa Gure Esku Dago, en la que ya están convergiendo simpatizantes, militantes y dirigentes del PNV y de EH Bildu. Falta ver si dentro, en la Ponencia de Autogobierno, también puede activarse una mayoría en favor del derecho a decidir. El arranque no fue positivo. Sabin Etxea prefirió el pacto con el PSE, desairando al propio Egibar, que tenía consensuado un texto con EH Bildu. Cabe suponer que el portavoz ya habrá elevado una queja formal ante el EBB por dejarle colgado de la brocha. El caso es que toda la dirección jeltzale sabe que para cambiar de verdad el marco actual, para aprobar el derecho a decidir, no hay otra suma que 48 escaños que voten convencidos. Cualquier otra combinación dará, de nuevo, un frustrante «resultado cero».