los refugiados palestinos sirios en Líbano se quedan sin sus ingresos
La diminuta casa donde vive la familia de Sana, de 46 años, está en un callejón de un metro de ancho en medio del laberíntico campo de refugiados de Chatila, en Beirut. La luz apenas llega a la casa entre la marisma desordenada de casas y cables que cubre el cielo.

El aire es denso y los olores, intensos. Por esta vivienda de dos habitaciones, Sana y su marido, refugiados palestinos de Siria, pagan casi 250 dólares. Una fortuna en las actuales circunstancias: ninguno de los dos trabaja regularmente y su principal fuente de ingresos es la ayuda al alquiler de 100 dólares mensuales que les da la Agencia de la ONU para los Refugiados de Palestina (UNRWA).
Se trata de una circunstancia común entre las personas palestinas de Siria refugiadas en Líbano. Hasta un 95% de ellas tenían el subsidio como principal fuente de ingresos, según datos de UNRWA. Pero la agencia anunció hace apenas una semana la suspensión de dicha ayuda en Líbano debido a la falta de fondos. La medida, que empezará a aplicarse a partir del próximo mes de julio si no llegan nuevos donantes, afectará a 12.700 familias, más de 43.000 personas.
De ellas, «más del 80% se hallan en una situación crítica», asegura a GARA Matthias Schmale, director de UNRWA en Líbano.
La medida ha cogido por sorpresa a la comunidad, explica Abu Afefi, de 60 años. Este palestino, originario del campo de Yarmouk, en las afueras de Damasco, llegó a Chatila en 2011 y forma parte de un comité local para los asuntos de los palestinos sirios. «La situación es trágica», se lamenta. «¿Cómo hará la gente para pagar el alquiler, la comida, la educación, la salud?», se pregunta. En los históricos campos de refugiados palestinos de Beirut hasta el agua potable se paga.
Protestas en Beirut y Trípoli
Por el momento, los refugiados palestinos seguirán recibiendo los 27 dólares por persona que UNRWA distribuye cada mes para comida. Pero Matthias Schmale alerta de que tampoco su continuidad está asegurada: «Podemos garantizar la cantidad actual hasta setiembre. Si para entonces no hemos recibido nuevos fondos, tendremos que reducirla para poder mantener la ayuda hasta finales de año».
El pasado viernes, grupos de refugiados organizaron manifestaciones pacíficas de protesta en Beirut y Trípoli. Sin embargo, Abu Afefi alerta del riesgo, si no se revierte la medida, de episodios de violencia. «Hay mucha rabia y tensión, la gente muere lentamente sin ayuda ni posibilidades de trabajar», asegura.
Residuos de la larga guerra civil libanesa (1975- 1990), quedaron entre la población libanesa unos prejuicios muy enraizados contra los palestinos por el papel destacado de la Organización para la Liberación de Palestina al inicio del conflicto. Desde entonces, los 12 campos de refugiados creados a lo largo del país a partir del 1948 son focos de miseria y marginación mientras que los palestinos siguen siendo ciudadanos de segunda, con derechos muy limitados.
Así, si ya de por sí la situación de la mayoría de refugiados sirios en Líbano es precaria, la de los palestinos de Siria lo es especialmente. Desde mayo de 2014, el Gobierno modificó la legislación para restringir su presencia en el país, endureciendo al máximo las condiciones tanto para su ingreso en el país como para la renovación de su residencia. En consecuencia, el número de refugiados palestinos sirios en situación irregular en Líbano ha crecido alarmantemente a lo largo del último año.
¿Carne de cañón?
«La gente no sale de los campos a buscar trabajo por miedo a ser arrestados por la Policía», afirma Abu Afefi. En caso de detención, explica, a la persona se le requiere dejar el país en menos de 24 horas. Incluso para aquellos en situación regular, las posibilidades de trabajo, mayormente en la economía sumergida, son prácticamente nulas.
En opinión de Abu Afefi, la pérdida del subsidio al alquiler aumenta el riesgo de que más refugiados palestinos se inicien en actividades delictivas o, incluso, se sumen a grupos yihadistas como el Estado Islámico.
Una posibilidad, esta última, que también contempla Matthias Schmale: «Escucho cada vez más a menudo que estos grupos están atrayendo muchos jóvenes ya que pagan un salario». El director de UNRWA en Líbano también estima que aumentará el número de personas que intentarán abandonar el país ilegalmente. Así, recuerda que «había palestinos de Siria entre las personas que recientemente murieron ahogadas intentando cruzar el mar Mediterráneo para llegar a Europa».
De los fondos requeridos por UNRWA para hacer frente a la emergencia siria sólo se ha recogido hasta ahora el 21%, pero Schmale confía en conseguir «movilizar más recursos». Desde el inicio de la guerra siria en 2011, Líbano ha acogido a más de 1,2 millones de refugiados sirios (un 25% de su población), lo que ha creado problemas sociales, económicos y políticos en el ya de por sí inestable país.
Sentada junto a cuatro de sus cinco hijos y un nieto, Sana explica que perdió su casa y su negocio en el campo de Yarmouk en un bombardeo en 2013. Ahora teme que, si no puede pagar, se vea obligada a irse de nuevo de su casa en el campo de Chatila. Sin saber adónde ir.
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