Alberto PRADILLA
MADRID

El aumento de incautaciones no baja el consumo de drogas en la UE

Sube el número de incautaciones de droga en toda Europa y también la cifra de delitos relacionados con los estupefacientes. Sin embargo, el consumo se mantiene estable. Esta es la principal conclusión que se extrae de un informe que analiza el fenómeno a nivel comunitario. Repunta el MDMA y se diversifican las ofertas a través de Internet.

Cada vez se incautan más drogas ilegales en Europa pero el consumo sigue estable. Esta es la principal lectura que se extrae del «Informe Europeo de Drogas 2016: Tendencias y Desarrollos», presentado por la Agencia sobre drogas de la Unión Europea (OEDT) esta semana en Lisboa. Dos semanas después de la primera cumbre que la ONU celebró sobre estupefacientes en dos décadas, las cifras del principal estudio comunitario sobre sicotrópicos nos lleva a un punto muerto: el consenso sobre la «war on drugs (guerra contra la droga)» desarrollada por EEUU en los últimos decenios se resquebraja, pero sigue sin plantearse una alternativa. Existe un incremento del uso de MDMA (3,4-metilendioximetanfetamina) pero, en general, el mercado sigue estabilizado, lo cual indica que las políticas de persecución no han logrado disminuir el número de personas dispuestas a consumir estupefacientes.

Cannabis, muy por delante, cocaína, «éxtasis», anfetaminas, opioides y nuevas sustancias sicotrópicas son, en este orden, los estupefacientes con un mayor índice de consumo en Europa. En realidad, los datos no ofrecen ninguna sorpresa, aunque sí que muestran diferencias territoriales y económicas. Por ejemplo: la cocaína se impone en Europa occidental y las anfetaminas en la parte oriental del continente. Lo que no recoge el estudio son las razones que explican esta distribución. Una curiosidad: en el Estado español, el consumo de cocaína cayó drásticamente a partir de 2008. La explicación más lógica sería considerar que la irrupción de la grave crisis económica debería haber provocado un descenso del consumo. Especialmente, si se toma en cuenta que es una de las sustancias con mayor precio.

Sin entrar en detalles concretos, «se estima que casi una cuarta parte de la población adulta de la UE, más de 88 millones de personas, han probado drogas ilegales en algún momento de su vida». Por géneros, los hombres tienen una mayor prevalencia que las mujeres (54,3 millones frente a 34,8).

Quizás el elemento más novedoso es cómo se han multiplicado las drogas sintéticas tanto por el incremento de los centros de producción establecidos en Europa como por las nuevas vías de comercio, especialmente a través de Internet. Es decir, que a pesar de la presión policial la oferta ha seguido subiendo.

El mensaje que más se ha lanzado en el momento de hacer público el informe es el repunte del consumo de MDMA. Se trata de una droga empatógena, que se consume en pastillas o polvo, que tuvo su pico de consumo a principios de siglo y que ha experimentado un crecimiento en Europa aunque, paradójicamente, en el Estado español mantiene una línea descendente. No solo se apunta a un incremento del uso de la sustancia, sino también a una diversificación de la oferta. Es decir, se sintetizan más derivados, lo que hace que lleguen más productos en el mercado: «La innovación en la adquisición de precursores –los componentes químicos necesarios para su fabricación–, las nuevas técnicas de producción y la oferta a través de Internet parecen favorecer el resurgimiento en un mercado caracterizado por la diversidad de productos».

25.000 millones de euros

El volumen de dinero que mueve el negocio ilegal de las drogas es astronómico. Según el informe, y haciendo una estimación conservadora, en la comunidad europea se movieron cerca de 25.000 millones de euros. El grueso de ese montante corresponde al cannabis, que se estima en 9.300 millones. A pesar ser una de las sustancias que menos se consumen, la heroína es el segundo estupefaciente que más dinero mueve, con cerca de 7.000 millones. Le sigue la cocaína (5.500), anfetaminas (1.800) y MDMA (700). Claro, que todas son cifras estimadas.

Además, al circuito irregular habitual se suma un fenómeno que gana fuerza en Europa: Internet. Obviamente, no ha sustituido al tráfico habitual, pero cada vez existen más vías de venta a través de la red. «Históricamente los mercados de drogas ilegales se han situado en lugares físicos, las nuevas tecnologías de Internet en la última década han facilitado el desarrollo de mercados en línea», remarca el texto. Y aquí no solo se dispensan las drogas más «tradicionales», sino que también se ofrecen medicamentos y supuestos sustitutivos. La falta de medios de prevención provoca también que se multiplique el riesgo. Es el caso del PMMA, un derivado de la anfetamina que puede provocar graves consecuencias, ya que su nivel de riesgo es mucho mayor que el del MDMA con el peligro añadido de que tarda más tiempo en hacer el efecto deseado.

Fracaso de la guerra a la droga

Lo curioso de todo esto es que el número de incautaciones y delitos relacionados con las drogas se incrementa. Según el documento, «se estima que en 2014 se cometieron en Europa más de un millón de infracciones penales de este tipo, con un aumento del 24 % sobre las cifras de 2006». Lo que no se contabiliza es cuánta gente ha terminado en prisión ni cuál es el porcentaje de encarcelados por vínculos con drogas en relación con la población total reclusa.

Estos son solo algunos datos. No se puede explicar todo el fenómeno a través de las cifras. Especialmente, cuando los números se ubican en un discurso que, a pesar de pequeños intentos de romper el consenso, sigue moviéndose en términos de alarma y no de educación y reducción de riesgos. No obstante, esta información es enormemente útil para la sociedad civil que se enfrenta al problema.