
Será la primera ocasión en la que estas finales saldrán de su escenario natural, las Islas Británicas o el Estado francés. Por ejemplo, este año la cita, el 13 de mayo, es en un estadio como Murrayfield (Edimburgo, Escocia), con añejo sabor oval.
El director general de European Professional Club Rugby (EPCR), Vicent Gaillard, ha considerado por ello este evento como «un punto de inflexión» que dará mayor visibilidad a este deporte fuera de sus marcos habituales. «Es un nuevo destino en una ciudad espléndida y en un estadio que es el más impresionante que haya visto nunca. Será una experiencia única», ha añadido Gaillard.
«Bilbao se lo merece», ha declarado el presidente de la Federación Española de Rugby, el donostiarra Alfonso Feijoo, quien ha destacado el impulso que esta cita puede dar a un deporte minoritario –aunque cada vez menos– al sur de los Pirineos. «Cuando lo vean, los padres se convencerán de que el rugby es un deporte interesante y sus hijos lo jugarán».
El alcalde de la ciudad, Juan Mari Aburto, ha destacado «la colaboración institucional y la colaboración público-privada entre las instituciones, las federaciones y el Athletic», y ha situado este evento en la línea de otros como «el Mundial de baloncesto de 2014, el Mundial Júnior de bádminton del año pasado o la Eurocopa de 2020». Aburto ha subrayado que «vamos a seguir trabajando para que venga el Tour».

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