Ramón SOLA

Arenys de Munt, Tolosa, Errenteria; donde decidir activó, sumó y unió

Lluch salellas trajo desde Catalunya el testimonio de un viaje emprendido en 2009 en Arenys de Munt; Olatz Peón y Julen Mendoza, el de los pueblos que gobiernan y que subieron a este barco el 19 de marzo; y Zelai Nikolas, la cartografía de Gure Esku Dago tras cuatro años de labor. Conclusiones similares e ilusionantes.

El tópico más manido en boca de sus detractores es que el derecho a decidir divide. A la desconfianza contribuyen temores propios –como los que admitió Zelai Nikolas en víspera de las primeras consultas en Euskal Herria–, amenazas ajenas –Madrid afina su catálogo represivo en Catalunya– e inconvenientes objetivos –de Errenteria a Sabadell, muchas localidades que ya han votado se construyeron en aluvión, con un alto porcentaje de inmigración–. Todo eso está ahí, en la realidad, y sin embargo andando el mismo camino en geografías diferentes Lluch Salellas (Ómnium), Olatz Peón (alcaldesa de Tolosa), Julen Mendoza (de Errenteria) y Zelai Nikolas (Gure Esku Dago) han llegado a las mismas conclusiones positivas: el derecho a decidir no solo activa, sino que también cohesiona a sus sociedades. Lo explicaron ayer juntos en Zarautz, una de las localidades que llama a las urnas este domingo.

Empecemos por lo más sencillo de entender, pero quizás más desapercibido: la activación social. A Nikolas se le abrieron los ojos el 9N, cuando acudió como observadora a Catalunya, confesó sus lógicos miedos a que la participación en las consultas vascas fuera pobre y le explicaron que «estaba muy equivocada» con ejemplos de las grandes ciudades del área de Barcelona. Un 12% es un porcentaje modesto, pero cuando ocurre en una urbe de 200.000 habitantes se logran dos grandes cosas: que surjan 24.000 votantes «dispuestos ya a participar en el siguiente paso» y que un tema hasta entonces cuasiprivado o clandestino como el derecho a decidir haya estado en la discusión pública de 200.000.

En Catalunya, del primer grano de Arenys de Munt creció la montaña de voluntarios del 9N de 2014: 100.000, que en la semana previa hicieron nada menos que un millón de llamadas telefónicas para animar a participar. Más emocionante aún le resulta a Lluch Salellas otro dato: «De la nada sacamos cinco millones de euros, ¡cinco millones aportados por la gente!».

Dos casos distintos

Olatz Peón dejó caer que en Tolosaldea era algo más fácil, porque sus 28 localidades forman una comunidad muy unida, en la que Tolosa necesita a sus pueblos y sus pueblos a Tolosa. Activar quizás resultaba más factible, pero unir suponía un gran reto en un país tan dividido por décadas de conflicto violento. La alcaldesa del PNV destacó dos circunstancias: que casi ninguna de las personas referentes del valle animadas a participar dijo que no y que la comparecencia institucional realizada días antes del 19 de marzo fue insólita: «Es la única vez que nos hemos reunido tantos electos en favor de una causa». Llegó la consulta y Peón recuerda «un día muy tranquilo y muy feliz para muchas personas. Vi a gente diferente trabajando junta y eso es muy importante».

En el mismo herrialde pero con una composición sociológica más enrevesada, de Errenteria se pueden extraer más lecciones. Recordó su primer edil que políticamente el pueblo ha pasado históricamente de alcaldes independentistas de izquierdas a otros del PSE, «dos polos»; que la población pasó de 12.000 a 46.000 personas en apenas 25 años («nos llamaban Manchester Txiki»); y que la población llegada a Errenteria desde otros puntos del Estado fuera de Euskal Herria llegó a suponer el 40% del total. Para una cuestión como el derecho a decidir históricamente enfocada desde un prisma muy identitario, esto conllevaba un claro desafío. Julen Mendoza destacó el trabajo hecho previamente para acercar a las «80 comunidades de nuestro pueblo», con mención especial para el bertsolari Jon Maia y la iniciativa Kabia (2012). Con todo, la consulta seguía siendo vista como algo ajeno para muchos, y aquí contó una anécdota tan bonita como significativa: la protagonizan un joven del pueblo y un vecino de edad llegado hace décadas a Errenteria. Ese domingo se cruzaron en el portal y cuando el hombre le dijo al chico que esa votación era cosa de los autóctonos, el joven le replicó amigablemente: «Pero ¡si tú llevas 50 años aquí y yo solo 25!».

Mendoza cree que esa simple conversación pudo cambiar radicalmente la perspectiva de aquel vecino. De ahí extrajo una moraleja: que frente al concepto identitario imperante hasta ahora hay que elaborar «una oferta para un pueblo plural que tiene diferentes sentimientos». Y el alcalde de EH Bildu le añadió otra conclusión novedosa, quizás la mayor aportación teórica de la tarde: «Desde mi punto de vista, tenemos que construir un nuevo ciclo. Hemos estado 60 años esperando que se reconozca el derecho a decidir y eso me parece inviable. El futuro no está en su reconocimiento por el Estado, sino en su ejercicio por parte de un pueblo». Lo sabe ya mucha gente en Catalunya y se va interiorizando en Euskal Herria con estas consultas.

El camino y el final

La mesa redonda fue prolija en anécdotas que muestran que decidir, además de activar y unir, satisface y hace feliz a quien lo practica. Salellas explicó la emoción que le produjo llevar a las urnas aquel 9N a su abuela, «nacida en 1923, una de esas mujeres con una vida durísima». Y Nikolas anticipó lo que supondrá para ella que este domingo puedan votar sus padres de 83 años y a la vez sus dos hijos mayores, que meterán una papeleta en la urna por primera vez; el menor aún no llega a la edad, pero es bertsolari y se sumará a la fiesta cantando.

Que al final se llega haciendo camino y que el camino es tan importante como el final lo subrayó el invitado catalán en su última frase: «Cuando pase el domingo, no os vayáis a casa, seguid. Esto empieza ahora y puede que sea largo, pero es bonito, os lo juro».

 

Intervenciones

«El futuro no es el reconocimiento por el Estado, que lo veo inviable, sino el ejercicio por parte de un pueblo»

JULEN MENDOZA

Errenteria (EH Bildu)

«Si la ciudadanía quiere decidir, nuestra misión es hacerlo posible, pero necesitamos una ola ciudadana; si no, no ocurrirá»

OLATZ PEÓN

Tolosa (PNV)