Joseba VIVANCO

Emocionado, agradecido, humilde

Gorka Iraizoz solo tiene palabras de gratitud para su familia, compañeros y club, en un día de despedida «feliz, pese a que sea difícil».

«Un hombre no mide su altura en los momentos de confort, sino en los de cambio y controversia». Martin Luther King

Emoción y agradecimiento. Gorka Iraizoz se emocionó al evocar a su aita y ama, al primero por «otra lección que me das hoy», a la segunda, «como en todas las casas vascas, la matriarca es la que manda, y tú siempre has estado con nosotros». A ellos dos, presentes en una abarrotada y expectante sala de prensa de Lezama, un afectivo «os quiero», como a su compañera, «la que me aguanta todas mis cabezonerías, mis malos momentos, en silencio, con paciencia, con mucho amor». Ahí estaban, a su lado el día de su despedida pública, como sus compañeros, su cuerpo técnico, la gente del día a día en las instalaciones rojiblancas, bajo la atenta mirada de todo un ‘Chopo’ Iribar, ahí estaba, en su adiós, el sucedor que durante más tiempo ha defendido el legado desde que el gran mito colgara los guantes.

El Iraizoz más personal, más sincero, diciendo «hasta siempre» agradecido. Quebrado por las contenidas lágrimas al nombrar a su familia y buscarlos con ojos vidriosos al fondo de los focos, al rememorar los duros momentos a los que derrotó, al devolver las gracias a quienes han sido y son su día a día cada vez que atraviesa el vestuario o pisa el césped de entrenamiento. «Es muy difícil explicar lo que sientes cuando estas con ellos, desde que entras por esa puerta cada uno te brinda una parte de él. Los voy a echar muchísimo de menos. Han estado conmigo y eso no tiene precio. Ellos me han brindado su respeto y cariño. Han estado disponibles, me han honrado de esa manera, me han permitido corregir», les reiteró su gratitud. Era el de ayer un día feliz, repitió una y otra vez. Y sonrió. Porque se lleva lo mejor del Athletic. «Es mi familia. Me ha transmitido valores especiales para mi casa, mis hijas, mi vida. Así lo he hecho y seguiré haciéndolo», no dejó de glosar todo lo que estos diez años le han brindado. «Es un día feliz, pese a que sea difícil, es de muchos sentimientos y agradecimientos, tengo muchas cosas en la cabeza, cada uno de los que está aquí ocupa mi corazón. Soy un afortunado por tener el privilegio del amor de cada uno de mis compañeros», repitió a modo legado hacía quienes con él comparten vestuario.

No se va decepcionado

Desde el corazón, desde la veteranía que dan los años, desde el aprendizaje que quien se cae y se levanta las veces que haga falta. Gorka vive el fútbol como vive la vida. Y su despedida como una «transición lógica». No mira atrás. Se ha convertido en una de esas personas que cuando cree que algo es prácticamente imposible, encuentra ese argumento o ese sentimiento que le hace superarse. «No cambiaría nada. El impacto y la potencia que tiene equivocarse y rectificar y salir adelante es lo más importante. Nunca me voy a arrepentir de haber estado en el Athletic». En ese club donde sabe que se ha tenido que ganar a pulso cada aplauso, cada reconocimiento, donde tiene la humildad suficiente como para ser él quien prefiera agradecer «haber dejado un poquito de mí por algún rinconcito de este club especial» a que le recuerden de una u otra manera, porque la cifras, esos casi 400 partidos, serán solo un día parte de las «batallitas» a sus nietos.

Hoy, se queda con ese reconocimiento de la gente que tras saberse su adiós se le acerca por la calle y le da las gracias. No necesita más. Como en los momentos críticos, en aquella grave lesión nada más recalar en Bilbo o aquel infausto y mísero día ante el Espanyol en San Mamés. «Me queda en los momentos críticos haber tenido ayuda a mi lado, gente que ama el Athletic como yo lo hago, solo tenía que mirar a un lado para tener una mirada cómplice de un compañero y más de una mano empujando hacia delante, ese es el regalo que me queda de este camino», vuelve el Iraizoz más humano. El mismo que no escoge como mejor recuerdo el título de Supercopa, ni la balconada del Arenal, ni una noche mágica. «Cuando un equipo entero se junta para gastarte una broma, quiere decir que te aprecian mucho...», se lleva consigo.

Gorka no se marcha «decepcionado», todo lo contrario, lo hace «orgulloso y feliz», queriendo disfrutar al máximo este otro reto que le brinda la vida. Exprimirá cada último entrenamiento, cada complicidad con sus compañeros. Cada brizna de hierba de Lezama. Deja atrás cariño, respeto, reconocimiento. No necesita más. Se va alguien que es más que un buen portero. Se va un buen tipo. Se va otro de los nuestros. Se va Iraizoz.

 

«No es un homenaje, hay mucho en juego», avisa

Joaquín Caparrós le dio la oportunidad de «iniciar este sueño», con Marcelo Bielsa «me reinventé» y Valverde «ha sabido controlar ese potro que llevo dentro». No sabe si se vestirá de corto el domingo ante el Leganés en su despedida de San Mamés. Le gustaría. Pero ni es decisión suya ni piensa que su protagonismo deba ensombrecer lo que realmente se dilucida. «No es un partido homenaje, hay mucho en juego. A mí me gusta jugarlo todo. Pero este partido es una cosa y la despedida es otra. Lo primordial es ganar este partido y el siguiente» para acabar en puestos europeos «porque estos chicos se merecen este premio». El presidente, Josu Urrutia, apuntó a que el guardameta vivirá algún acto especial, pero priorizó también el partido. Será el adiós definitivo de su campo y su afición, pero no el de Iraizoz bajo palos. «Me siento con fuerzas, ganas y sobre todo ilusión por que se abra una etapa nueva en mi vida. También hay un poco de miedito. Todo lo que recibo me hace seguir tomando fuerzas, pero no es una decisión que tenga tomada», confirmó el navarro, al que parecen aguardarle ya algunas ofertas de Primera.J.V.