El presidente de EEUU, Donald Trump, afirmó ayer, durante su visita al University Medical Center, donde son atendidos muchos de los heridos en el tiroteo del domingo en Las Vegas, que no hablaría sobre «la violencia de las armas». «No hablaremos hoy sobre la violencia de las armas. Esto fue obra de una persona enferma y demente», indicó Trump tras finalizar su visita al centro médico.

Ante su insinuación el martes de que «quizá» ese debate se abra «en algún momento», algo a lo que siempre se han opuesto los republicanos, el exasesor de la Casa Blanca y figura de la ultraderecha Steve Bannon afirmó que esto es «imposible. Sería el final de todo», y advirtió de que la base electoral del presidente «se sentiría más decepcionada por un giro a la izquierda sobre el control de armas que por una amnistía en inmigración».

Mientras, el FBI buscaba pistas sobre el tiroteo más sangriento en la historia reciente de EEUU –58 muertos y más de 500 heridos– y centraba su investigación en el interrogatorio a Marilou Danley, la novia del atacante, Stephen Paddock, un contable jubilado dueño de un enorme arsenal. Danley se encontraba en Filipinas cuando Paddock disparó con rifles de alta potencia desde su habitación en el piso 32 del hotel Mandalay Bay el domingo contra los asistentes a un concierto.

La mujer, de origen filipino y nacionalidad australiana de 62 años, regresó el martes al país y fue recibida por agentes del FBI ansiosos por escuchar algún dato que permita dilucidar el móvil de la tragedia.

Danley no está detenida pero es una «persona de interés» para el FBI, que investiga una transferencia de 100.000 dólares que le hizo Paddock a Filipinas una semana antes de la matanza. Su familia está segura de que Danley no sabía nada de las intenciones de Paddock.

La Policía aún no descarta ninguna pista y Trump se limitó a decir que los avances de la investigación se anunciarán «en el momento oportuno». Preguntado sobre un vínculo con el ISIS, que reivindicó el ataque, Trump respondió: «No tengo idea».