Maider IANTZI

«Las abuelas de enero» no darán ni un paso atrás

El término del titular, «abuelas de enero», es tan espontáneo como los acontecimientos catalanes, creado por una «amatxi» que engalanaba con lazos amarillos la barandilla del parque del Passeig Lluis Companys. por la hora de la convocatoria, fueron los mayores los protagonistas de la concentración.

Las noticias del pleno del Parlamento catalán sucedían a un lado y otro de la pantalla. Dentro, votaban uno a uno los diputados mientras que fuera la plaza reaccionaba a cada paso. Cada vez que Inés Arrimadas se arrimaba a las cámaras, sonaba un gran pitido en la concentración convocada por ANC. La cita era a las puertas del Parlament, pero finalmente, por falta de permiso, se realizó en el passeig Lluís Companys, justo en el lugar donde finalizó la manifestación de la víspera por la liberación de Jordi Sánchez y Jordi Cuixart.

María Dolores Prats era una de las “abuelas de enero” que seguía, sentada en primera fila, todos los detalles del pleno. Las esteladas bailaban con el viento y el sol, todos los rincones tenían pinceladas amarillas. Una de las responsables de ello es Prats, que cose bufandas y lazos para regalarlos en la calle. Nada más se cruzaron nuestras miradas, nos hizo un gesto para que nos acercáramos y nos puso una de sus cálidas bufandas, al tiempo que nos contaba su historia.

«Me he hecho independentista –comenzó a explicar, mientras guardaba en su regazo todos nuestros bártulos—. Nunca lo había sido pero mi vida dio un vuelco cuando me percaté de que España no nos consideraba parte del país y que su esquema era de ‘vencedores’ y ‘vencidos’. Fui educada en el Franquismo pero creo que hoy vivimos una dictadura peor. Me siento maltratada. Cuando estuve como apoderada en un colegio electoral y sufrí el maltrato decidí que jamás sería española. Lo hice sin ningún odio».

Ahora milita en los CDRs, en Òmnium Cultural, la ANC... «En todo lo que puedo». Preguntada por Puigdemont, recordó que en la Guerra del 36 el president Lluis Companys exilió y lo mataron, y que Puigdemont «debe de ser restituido. No elude la justicia, pero no quiere injusticias. Es mi presidente».

Con uno de los lazos amarillos en la chaqueta, Martí, de Santa Coloma de Queralt, añadió que lo tienen que intentar, aunque el Estado ponga muchas trabas: «Esperamos que Puigdemont pueda volver a ser presidente». Nos enseñó una frase en catalán: «Ni un pas enrere», que significa «ni un paso atrás». La afirmación la repitieron todas las entrevistadas, entre ellas Montse, Gloria, Marisa y Xavi, del Maresme. «¿Si paramos, a dónde vamos?». La pregunta de Marisa fue retórica: «A peor». Gloria, de la que escuchamos por primera vez que se autodenominaban “abuelas de enero”, opinó que Puigdemont será presidente pero que no podrá venir. «Espero que la comunidad internacional diga algo por fin, porque aunque a sus ojos sea así, no estamos ante un Estado de derecho. Es lo que queremos que se vea. No tienen pudor para saltarse todas las leyes, incluso las suyas, y me sorprende la nula respuesta del resto de españoles. Se trata de República o Monarquía. Nosotros igual nos marchamos pero las leyes se quedarán para ellos».

Enormes ganas de relatar

Gloria es hija de castellanos y se hizo independentista en la época en la que vivió en Aragón, hará 4 o 5 años. «Fue cuando estaba con un grupo de amigos españoles cuando pensé: si ellos no son capaces de entendernos no hay futuro. Siempre fui más catalana que española, pero ese día fue decisivo.

Marisa también tiene familia en otras partes del Estado y el día 2 de octubre les dijo que miraran los medios internacionales. «Les expliqué también mi vivencia personal, cómo defendí con mi cuerpo las urnas y me golpearon. Y somos personas maduras». «¿Le han hecho caso?», quisimos saber. «No lo sé. Les he dado tiempo. No hemos hablado de esto, no les quiero presionar», dijo, y siguió con el relato del 1 de Octubre: «Mi suegra, que es gallega, no iba a votar pero sus nietos estaban allí y al final se animó, tal vez votó que no, pero fue». Estas abuelas y abuelos que colocaban lazos amarillos en las barandillas con su familia recordaron que el pueblo es el que manda y el Gobierno está para protegerlo. Remarcaron que no tienen odio, que todos van en el mismo barco y que quieren ganar para todos los pueblos, siempre pacíficamente. «La palabra es ‘prou’ (basta)».

Mostraban unas enormes ganas de relatar lo que está ocurriendo en su pueblo y cómo lo están viviendo. Además, sentían curiosidad de lo que opinábamos, por lo que al finalizar nuestra entrevista ellas nos hicieron la suya propia.