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QUEBEC

Trump, solo contra todos a las puertas de la cumbre del G-7 en Quebec

Los mandatarios del Grupo de los Siete comenzaron a llegar ayer a Quebec para participar en una cumbre excepcionalmente tensa, debido a los aranceles aduaneros impuestos recientemente a sus aliados por Donald Trump, que hace oídos sordos a las quejas.

Después de meses cargados de infructuosos encuentros bilaterales, el presidente estadounidense se verá las caras, entre hoy y mañana, con los dirigentes de Canadá, de Japón y de tres socios europeos: Alemania, Estado francés y Gran Bretaña, “países amigos” que temen que la política del “America first” resulte gravosa para el crecimiento económico mundial. El séptimo integrante de este grupo de “los países más ricos” es Italia.

La cita es en La Malbaie, una localidad ubicada al norte de la ciudad de Quebec, en la orilla izquierda del río San Lorenzo.

«Para nosotros, las tasas son ilegales, lo que complica la elaboración de un texto común», señalaba con énfasis un alto responsable europeo a la Agencia France-Presse, en alusión al habitual documento de conclusión de este tipo de reuniones. La canciller alemana, Angela Merkel, por su parte, anunció que habrá «controversia».

En una comparecencia junto a Emmanuel Macron, que llegó el miércoles, el anfitrión, Justin Trudeau, no moderó su vocabulario al defender una declaración conjunta que apueste por «un multilateralismo fuerte, responsable, transparente», una fórmula que parece difícil de asumir por Washington.

El conflicto sobre los aranceles es de tal envergadura que la cumbre podría terminar sin una declaración final común, más allá de las partes consensuadas sobre la contaminación de los océanos o la igualdad entre mujeres y hombres.

«Si la resistencia estadounidense llega demasiado lejos, no sacrificaremos nuestros principios, nuestros intereses, por una imagen de unidad de cara a la galería», afirman en el Elíseo. Por lo tanto, no se aceptará que no haya mención al Acuerdo de París ni que se acuse a Irán de no respetar el pacto nuclear. Además, el presidente francés también quiere dejar claro que «el comercio debe ser abierto, libre y equitativo entre los estados del G-7».

«Disputa familiar»

Pero Donald Trump no ha mostrado la mínima intención de moderar sus pretensiones, feliz de haber metido una marcha más en su política neoproteccionista después de un primer año titubeante. Está convencido de que, en tanto que primera potencia económica mundial, domina la relación de fuerzas y obligará a sus socios a ceder ante sus nuevas ordenanzas y, al mismo tiempo, a importar más productos de EEUU. Y ello pese a que, por ahora, Canadá y la UE resisten y han replicado con “contra-aranceles”.

«Quizás haya desacuerdos, pero prefiero hablar de disputa familiar», comentó el consejero económico de Trump, Larry Kudlow, que asegura que su jefe solo exige «reciprocidad».

El discurso estadounidense oficial es que Trump es el salvador, y no el enterrador, de un orden internacional que ha sido distorsionado por los tramposos, con China a la cabeza. Pero Alemania y sus automóviles, Canadá y su acero, también son arrojados, con gran incomprensión por su parte, al mismo saco de los especuladores.

Las relaciones se han enfriado hasta tal extremo que, paradójicamente, la cumbre de Singapur, prevista para el 12 de junio, entre Trump y Kim Jong Un se anuncia más calurosa que la que va a mantener con los «amigos» del G-7. El primer ministro francés, Bruno Le Maire, resumió la situación refiriéndose a esta cumbre como la del “G6+1”.

 

Biarritz opta a albergar la reunión del próximo año

La cadena CNews indicó ayer que Biarritz acogerá la próxima cumbre del G-7 y aseguró que esta información iba a ser confirmada por Emmanuel Macron durante la jornada desde Quebec. No obstante, otras fuentes comentaron que el presidente francés tenía previsto hacer el anuncio oficial al finalizar la cumbre del fin de semana.

France Bleu señaló que fuentes de la Alcaldía de Biarritz reconocieron que la propuesta está siendo estudiada. GARA