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LONDRES

Científicos alertan sobre la burbuja de los combustibles fósiles

Un grupo de científicos alerta de que la continua inversión en combustibles fósiles frente a una decreciente demanda está creando una «burbuja» que «puede reventar» con graves consecuencias macroeconómicas y geopolíticas. Un nuevo punto de vista a añadir al ya viejo debate sobre cuándo comenzará a declinar la extracción de hidrocarburos. Mientras tanto, se vuelve a constatar que no se ha puesto freno a los gases de efecto invernadero.

En un artículo publicado esta semana en “Nature Climate Change”, los autores, adscritos a diversas universidades del mundo, han calculado los posibles efectos de que los estados y los mercados sigan invirtiendo en la extracción de combustibles fósiles como el petróleo en un momento en que los avances tecnológicos y las medidas de protección del medioambiente están reduciendo la demanda.

Los científicos confirman la existencia de una «burbuja de carbono» que, si no se desinfla pronto, «podría llevar a una pérdida de riqueza global de entre 1 y 4 billones de dólares, comparable con la que provocó la crisis financiera de 2007».

Estos expertos construyeron modelos del previsto declive de la demanda usando nuevas técnicas que permiten «comprobar la implantación de las tecnologías de bajo carbono (sean para generar energía, para mover coches o para los hogares) en base a datos empíricos», tal como se explica en la revista, cuyo contenido resumió la agencia Efe.

De este modo, calcularon lo que esta sustitución energética costaría a las economías de los países y hallaron que, mientras productores como Estados Unidos o Rusia verían mermado su producto interior bruto (PIB), consumidores como China o la Unión Europea se beneficiarían de la transición.

También calcularon qué pasaría si Estados Unidos, en estos momentos líder en la producción de petróleo de esquisto (que se extrae con el método del fracking) y que se ha desmarcado del Acuerdo de París sobre cambio climático, sigue invirtiendo en combustibles fósiles en lugar de desinvertir esos activos y diversificar su economía. Jean-François Mercure, de la Universidad de Radboud (Países Bajos), advierte de que, con la reducción de la demanda, «la producción de combustible fósil en EEUU dejará de ser competitiva y puede cerrar», por lo que este país saldría más beneficiado si acepta el Acuerdo de París, dado que le llevaría a desarrollar fuentes de energía alternativas, con la consiguiente creación de empleo.

Desinflarla con cuidado

Mercure insiste en que, si los estados siguen invirtiendo en la producción, extracción y distribución de los combustibles fósiles, a pesar del declive de la demanda, «acabarán perdiendo dinero en estas inversiones, además de las pérdidas por la reducción de las exportaciones».

«Los países deberían desinflar con cuidado la burbuja de carbono a través de la inversión en otros sectores y de una desinversión progresiva» de los activos de combustible fósil. «Cómo se haga esto determinará el impacto en el sector financiero de la actual transición hacia el bajo carbono», añade.

Hector Pollitt, de la inglesa Cambridge Econometrics, apunta que el estudio demuestra «la discrepancia entre la reducción del consumo de combustible fósil, para cumplir con los objetivos de carbono, y el comportamiento de los inversores».

Los científicos sostienen que se podría limitar todavía más el impacto económico de la transición hacia una economía de bajas emisiones si este cambio se hace «antes».

«La desinversión es la conducta más prudente», sostiene Mercure, que aconseja a las empresas, los fondos de pensiones y las instituciones «mirar bien dónde invierten su dinero».

 

Los niveles de CO2 aumentan cada año a mayor velocidad

Los niveles de dióxido de carbono promediaron más de 410 partes por millón (ppm) en abril y mayo en el Observatorio de Mauna Loa (Hawa) de la NOAA (Administración Oceánica y Atmosférica de EEUU), superando un nuevo hito climático. La concentración de CO2 en la atmósfera aumenta cada año, y la tasa de aumento se está acelerando: si promedió alrededor de 1,6 ppm por año en la década de 1980 y 1,5 ppm en la de 1990, ha subido a 2,2 ppm durante la última década.

«Los niveles de CO2 continúan creciendo a un ritmo récord de todos los tiempos porque la quema de carbón, petróleo y gas natural también ha alcanzado niveles récord», subrayó Pieter Tans, científico principal de la Red de Referencia Global de Gases de Efecto Invernadero de la NOAA. «Las emisiones de hoy todavía atraparán el calor en la atmósfera dentro de miles de años», añadió.

Los científicos rastrean de cerca los niveles de CO2 como una medida de cómo la actividad humana está cambiando la atmósfera del planeta. GARA