Maitane ALDANONDO
Andosilla

Cafè Fred: las etiquetas claras y la bebida en frío

Dos hermanos navarros decidieron mejorar la experiencia de tomar café frío y de esa apuesta nació Cafè Fred, una startup que elabora artesanalmente bebidas naturales. Con tres años de vida, tiene presencia en todo el Estado y vende online a varios países europeos.

Añadirle hielo suele ser una opción habitual cuando sube la temperatura y no se quiere renunciar al café. Sin embargo, ¿por qué servir caliente algo que se va a consumir frío? Esa pregunta es uno de los ingredientes que llevó a los mellizos David y Jorge Boleas a crear Cafè Fred –«frío» en catalán–, una empresa dedicada a la elaboración artesanal de bebidas naturales cold brew. Empezaron con el café y después dieron el salto a los tés, con un producto natural de imagen cuidada. Aunque los dos emprendedores son de Andosilla (Nafarroa), la empresa tiene su sede en Barcelona; desde donde están ampliando su presencia en el Estado, a la vez que se abren camino en el mercado europeo.

Los hermanos Boleas han desarrollado sus trayectorias profesionales en la industria creativa, David en el diseño digital, y Jorge, en la imagen y la fotografía. El primero vivió once años en Londres donde creó un estudio que acabó vendiendo a una multinacional. A su regreso quiso volver a emprender y utilizar su experiencia en otro proyecto propio. Su hermano compartía esas mismas inquietudes, por lo que quisieron crear algo juntos. Fue, precisamente, tomando un café y compartiendo vivencias cuando dieron con el qué. «Nos dimos cuenta de que la industria cafetera estaba evolucionando. Se estaba apostando por la trazabilidad, el origen…», recuerda David. Una tendencia que había percibido en Londres y también había llegado a Barcelona, «era un fenómeno global».

Pensaron mejorar la experiencia de tomar un café frío. Recuerdan la anécdota de que en un bar de Andosilla preparaban el café por la mañana, lo metían en botellas de cristal, y lo enfriaban en la cámara para que estuviera listo cuando los clientes lo pidieran por la tarde. Investigando descubrieron el proceso de elaboración en frío, cold brew, una técnica que consiste en macerar los granos de café molidos en agua fría durante 24 horas, y después, realizar un doble filtrado para retirar los sedimentos. «Nos planteamos el crear una marca de bebidas reales. Sabemos y comunicamos qué hay dentro de la botella y cómo se ha producido. Nuestro porqué de hacer las cosas es el querer que el consumidor beba mejor», afirma David.

Recorrido inverso

En abril de 2015, coincidiendo con su cumpleaños, lanzaron la marca. Arrancaron con recursos propios y comercializando el café de forma muy directa con los establecimientos, para obtener opiniones y avanzar. De este modo, validaron tanto el producto como el proyecto; creando la empresa en 2016. En ese proceso inicial fueron seleccionados por la incubadora Culinary Action! del Basque Culinary Center, donde «trabajamos y aprendimos metodologías que nos ayudaron a encontrar el camino y asegurarnos de que puede ser un negocio rentable y escalable», resume David. Además, en febrero de 2017 les dieron el premio a la startup más innovadora en el Foro Internacional Culinary Action. Valoran el haber logrado «un producto y una marca que gustan mucho» a partir de una idea; pero admiten que si tuvieran que volver a hacerlo, conseguirían primero la distribución o las ventas con un prototipo y luego crearían lo demás.

El producto ha ido evolucionando y el año pasado incluyeron los tés. Todas las bebidas se elaboran siguiendo el mismo proceso, pero con tiempos de maceración distintos. Son 100% naturales, sin ningún tipo de aditivo, y al no emplear calor en su preparación, conservan el sabor, aroma y dulzor natural, con menor acidez y amargor. El café tiene una caducidad de seis meses y los tés de hasta un año, gracias a un novedoso proceso en frío por altas presiones.

Producen, embotellan y etiquetan artesanalmente todas las bebidas, optando por proveedores locales, y en la medida de lo posible, emplean los posos como fertilizante. En concordancia con el contenido, la marca es muy limpia, con apenas decoración, «para comunicar transparencia». Además, hacen especial énfasis en la trazabilidad de las materias primas. El café proviene de fincas particulares de Centro América, mientras que la bebida energética se prepara con una mezcla de varios tipos de grano. En el caso de los tés, el verde es de China, el chai de la provincia india de Assam, y el roiboos de Sudáfrica. El café se vende en botellines de 60ml –equivalente a dos esperados– por 2,5€, y de 500ml por 13€; y los tés están disponibles en el formato pequeño por 2€.

Están ampliando su presencia en tiendas y establecimientos de todo el Estado. Café Frèd está disponible en el Club Gourmet de una cadena de centros comerciales o puede comprarse online a través de Amazon, canal con el que han llegado a 26 países europeos. El pasado ejercicio las ventas crecieron un 110%, y en el primer trimestre de 2018 se han incrementado un 20% respecto al mismo periodo de 2017. Para seguir con la línea ascendente, el año pasado cerraron una ronda de financiación de 100.000€, a través de inversores privados y un préstamo participativo de Empresa Nacional de Innovación (Enisa); e iniciaron una segunda, que aún no han cerrado. «Estamos replanteando un poco las cosas. La financiación es importante, pero ahora estamos muy enfocados en la búsqueda de una empresa que se una al proyecto». Buscan un compañero de viaje que tenga la distribución y quiera crear una línea de producto como Cafè Fred. «Ofrecemos innovación, marca, know-how –saber hacer– para entre todos llegar más lejos» .