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Ventajas e inconvenientes de la caída de la libra esterlina

Recibida como una ventaja por los turistas extranjeros y las multinacionales británicas, la caída de la libra esterlina es, por contra, nefasta para el poder adquisitivo de los hogares, que puede verse presionado por una inflación galopante si se produce un Brexit sin acuerdo.

El pasado martes la libra llegó al nivel más bajo desde 2017 respecto al euro y el dólar, lo que pone de manifiesto que la divisa británica se enfrenta a una difícil prueba con la perspectiva de un Brexit sin acuerdo especialmente reforzada con la llegada al poder de Boris Johnson, que insiste en repetir que el 31 de octubre Gran Bretaña saldrá de la Uni&bs;ón Europea «pase lo que pase».

Durante mucho tiempo, la libra esterlina ha asumido en los mercados internacionales el papel de moneda fuerte, lo que era debido, sobre todo, a que estaba respaldada por la estabilidad económica de Gran Bretaña, un factor que no se veía modificado por la alternancia en el poder de conservadores y laboristas.

Paradójicamente, los partidarios más fervorosos de un Brexit duro podrían ser los artífices de que la libra se devalúe hasta perder su tradicional superioridad sobre el euro.

Cuando la moneda única echó a andar en efectivo, la libra alcanzó las más altas cumbres de los mercados de cambio, llegando rápidamente a cotizarse a 1,76 euros en mayo del año 2000. Entonces, el objetivo de romper el techo de los 2 euros parecía al alcance de la mano. Pero eso no sucedió.

En diciembre de 2008, con la crisis ya instalada en todo el planeta, la alta exposición de la economía británica a los negocios financieros tiró de la libra hacia abajo y, por primera vez, rozó la paridad con el euro: 1,02 el 30 de diciembre.

Con los inevitables altibajos, fue recuperándose hasta situarse cerca de 1,40 euros en 2015, cuando se inicia en serio la campaña del Brexit. Desde entonces, ha ido perdiendo valor al tiempo que la política británica perdía estabilidad. Esa deriva se ha consolidado en esta etapa de incertidumbre política, como lo refleja el hecho de que la libra ha perdido el 20% de su valor frente al euro, y el 15% frente al dólar, desde enero de 2016.

El nuevo primer ministro tomó el cargo el pasado 24 de julio y, apenas una semana más tarde, la libra se cotiza a 1,08 euros.

Con este contexto, este es un resumen de las implicaciones que puede tener para Gran Bretaña una libra «débil».

La competitividad de los productos y la inflación. Cuando el valor de una moneda disminuye, los productos librados en esta divisa ven caer sus precios respecto a quienes compran en otras monedas. Así pues, la caída de la libra beneficia a los exportadores británicos, cuyos productos son más baratos más allá de sus fronteras. Además, el debilitamiento de la libra infla los ingresos de esos exportadores ya que el fruto de una venta en moneda extranjera es más rentable para el vendedor cuando lo convierte en libras. Como impacto directo, el valor de las acciones de las multinacionales británicas tienden a subir tan pronto como la libra se cae.

Por contra, una libra débil encarece el precio de los productos importados. El petróleo, las materias primas y los productos frescos como frutas y verduras se vuelven más costosos, y alrededor de una tercera parte de la comida que se consume en Gran Bretaña proviene del continente europeo.

Si este alza de los precios coge amplitud, corre el riesgo de afectar negativamente al poder adquisitivo de los hogares. Tras la votación para salir de la Unión Europea, Gran Bretaña sufrió un periodo de aceleración de la inflación, superando el 3% a finales de 2017.

Ventaja para los turistas. Según las cifras del especialista en pagos Planet, consultado por AFP, los clientes estadounidenses gastan más en los comercios británicos cuando la libra cae frente al dólar. Por ejemplo, en enero de 2017, gastaron un 77% más que el año anterior, mientras que el dólar se había revalorizado un 17% ante la libra.

El martes, junto a la catedral de Saint-Paul, en el centro de Londres, algunos turistas se regocijaban, bajo la lluvia, de la nueva caída de la libra. «Es algo imprevisto. Pagamos con tarjeta y vemos que la diferencia con el euro no es grande», comentaba Daniela Passarini, turista italiana. «Yo no sé que habrá dicho hoy Boris, pero probablemente habrá sido algo que ha hecho bajar la libra», señalaba Antol Visser, visitante neerlandés.

Las empresas, el eslabón más vulnerable. Una libra débil hace más atractivas a las compañías británicas y las convierte en objeto de deseo para los grupos estadounidenses y europeos cuyo poder de compra, en dólares y euros, se ve reforzado.

Los analistas han evocado este fenómeno ante la compra del grupo de defensa Cobham por el fondo Advent International o el de Merlin Entertainments –propietario del museo de cera Madame Tussauds y la gran noria de Londres– por el gigante danés Lego y otros fondos.

Si bien estas adquisiciones pueden salvar empleos al conservar la actividad, quizás también se perciban como una pérdida de soberanía económica.