Koldo Landaluze
Especialista en cine y series de televisión

Centenario de Patricia Highsmith: El suspense y el sutil filo de la mentira

Este martes Patricia Highsmith hubiese cumplido cien años. A través de novelas como la serie dedicada a Tom Ripley, esta novelista ha legado un brillante estudio sobre la mentira, en sus diversas formas, y una manera novedosa de entender el suspense y los engranajes más sutiles del crimen.

La escritora de origen estadounidense Patricia Highsmith. (Editorial ANAGRAMA)
La escritora de origen estadounidense Patricia Highsmith. (Editorial ANAGRAMA)

Autoras como Sue Grafton, Sara Paretsky, Ruth Rendell, P.D. James o la propia Patricia Highsmith han asumido como propio el universo criminológico y han sepultado para siempre una de las máximas que C.K. Chesterton incluyó en su muy discutible manual ‘Cómo escribir relatos policíacos’: «La novela negra solo puede ser escrita por un hombre».

Patricia Highsmith no es solo la firmante de clásicos como ‘Extraños en un tren’ y la saga dedicada a Tom Ripley, es también una novelista que creó una nueva forma de abordar los territorios del suspense.

Su personalidad era tan compleja como sus obras. Se tomó su tiempo hasta que se reveló lesbiana, era alcohólica, sus ideas políticas eran cercanas al comunismo, en una época en la que en Estados Unidos eso se consideraba traición a la patria, y reconocía llevarse mejor con los animales –especialmente con los gatos– que con los seres humanos. La publicación de ‘Pequeños cuentos misóginos’ (1974) provocó que alguien la acusara de misógina, a lo que ella respondió con su sonrisa indescifrable.

Siempre defendió la lucha y derechos del pueblo palestino y lo plasmó en su novela ‘Gente que llama a la puerta’ (1983). En su gesto se alternaban el rictus huraño con el afable, y se empleó a fondo en la labor de plasmar sus inquietudes en la escritura, centrada sobre todo en la mentira en sus diferentes formas, y aplicarlas al mundo del crimen.

Desde muy joven, Patricia Highsmith estuvo muy interesada en las enfermedades mentales y en la escritura. Con solo 16 años empezó a escribir y, tras estudiar Literatura, comenzó a publicar sus primeros cuentos, que compaginaba con el trabajo de guionista de cómic.

Seis años más tarde escribió su primera novela, nunca publicada, titulada ‘The click of the shutting’ y, en 1950, publicó su primera y gran novela: ‘Extraños en un tren’. Una pieza maestra de la literatura sobre el hecho de que cualquiera puede ser un asesino, algo muy novedoso en una época en la que los buenos y los malos estaban claramente diferenciados en la literatura, y un giro en las historias de suspense que influiría, y mucho, en autores posteriores.

'Extraños en un tren' tuvo su plasmación cinematográfica de la mano del no menos retorcido Alfred Hitchcock, quien la estrenó tan solo un año después de la publicación del libro, con un guion que ‘suavizaba’ el perfil  turbio de los protagonistas.

El pérfido encanto de Tom Ripley

Su estilo sencillo y directo, sin florituras, en el que ahondaba en los secretos más oscuros de los seres humanos y en la más pura amoralidad, se convirtió en su principal señas de identidad y elaboró, a través de sus escritos, un fascinante mapa de la geografía humana que tuvo en la creación del personaje amoral y seductor de Tom Ripley uno de sus grandes logros.

Ripley apareció por primera vez ‘El talento de Mr Ripley’ (1955). Ahí arrancó la accidentada ruta vital de este joven estadounidense que encontró en la mentira y la falta de escrúpulos su brújula existencial, plasmada en otras cuatro entregas: ‘La máscara de Ripley’ (1970), ‘El amigo americano’ (1974), ‘Tras los pasos de Ripley’ (1980) y ‘Ripley en peligro’.

Highsmith dotó de gran encanto a Ripley, un elemento imprescindible para que el lector entienda el poder de seducción de un personaje claramente manipulador. Tan atractivo resultó que su salto al cine resultó casi obligatorio. Y lo hizo en diferentes ocasiones, la más famosa 'A pleno sol' (1960), con un Alain Delon en su mejor momento para interpretar al primer Ripley de la primera novela de la entrega; y posteriormente tuvo el rostro de actores como Dennis Hopper ('El amigo americano', de Wim Wenders, 1977, basada en la novela ‘El juego de Ripley’), Matt Damon ('El talento de Mr. Ripley', Anthony Mingella, 1999) o John Malkovich ('El juego de Ripley', Liliana Cavani, 2002).

Aquella mujer rubia con abrigo de piel

Antes de alcanzar el reconocimiento y la fama con Ripley, la escritora había creado, bajo seudónimo, una novela que tenía mucho más que ver con ella misma. Titulada originalmente ‘El precio de la sal’, apareció en 1951 y la firmaba Claire Morgan. Vendió un millón de copias antes de que se desvelara quién la había escrito.

Se volvió a publicar en 1990, con el título de ‘Carol’ y ya firmada por ella: Una historia de amor entre dos mujeres en una época en la que era imposible vivirla públicamente, algo que le ocurría a Highsmith, quien incluso estuvo comprometida con el escritor Marc Brandel.

Resulta curioso que una de sus mejores novelas no tuviera nada que ver con los crímenes y estuviera inspirada en un breve encuentro cuando trabajaba unas navidades como dependienta de unos grandes almacenes para ganar algo de dinero. Ni siquiera hubo intercambio de palabras, como la escritora reconocería en el prólogo de la reedición de 1989, pero se quedó fascinada por una mujer rubia con un abrigo de piel.

Segun Highsmith, «quizás me fijé en ella porque estaba sola, o porque un abrigo de visón era una rareza, y porque era rubia y parecía desprender luz. Fue una transacción de rutina, la mujer pagó y se fue. Pero me sentía extraña y con la cabeza flotando, a punto de desmayarme, pero al mismo tiempo animada, como si hubiera tenido una visión».

La dependienta sería interpretada por Rooney Mara y la mujer del abrigo de piel por Cate Blanchett en una excelente adaptación de Todd Haynes que en 2016 fue nominada a seis Óscar.

Cuando escribió la novela, Highsmith decidió no firmarla con su nombre para que no la etiquetaran como ‘escritora de libros lésbicos’, pero posteriormente se mostró muy orgullosa de una obra que supuso un cambio en la literatura. Según reconocía, «antes de este libro, hombres y mujeres homosexuales en las novelas estadounidenses habían tenido que pagar por su desviación cortándose las muñecas, ahogándose en una piscina o cambiando a la heterosexualidad (así se decía), o derrumbándose –solos, miserables y abandonados– en una depresión igual al infierno».

Demonios, lujurias y extraños deseos

Coincidiendo con el centenario de su nacimiento, la editorial Bloomsbury ha publicado hoy una biografía que bebe de sus diarios personales, entrevistas y perfiles previos. Titulada ‘Devils, Lusts and Strange Desires. The Life of Patricia Highsmith’, este acercamiento a su vida y obra lleva la firma de Richard Bradford, profesor investigador de la lengua inglesa en la Universidad de Ulster.

En palabras del autor, «estaba fascinado por sus novelas, que encontré absorbentes y macabras y, por tanto,  por la figura que las produjo. El aspecto más atractivo de Highsmith es su reputación como un enigma, un interrogante».

Bradford añade «sus novelas no son una ficción criminal estándar, que habitualmente implica un puzzle sobre quién ha cometido el crimen o claramente delinea límites entre el bien y el mal. Le gusta escandalizar al lector y a veces dejarlo sintiéndose incómodo sobre por qué está leyendo su libro, por no decir disfrutándolo».

Highsmith nació en 1921 en Fort Worth (Texas) pero creció en Nueva York, donde se mudó de niña. Se forjó como escritora a caballo entre la universidad Barnard College, la comunidad artística de escritores Yaddo, a la que le invitó Truman Capote, y el barrio bohemio del Greenwich Village. Bradford destaca que hay «paralelismos entre ella y una de sus grandes creaciones, Tom Ripley. Cuando Highsmith fue al Barnard College en Nueva York, la mayoría de sus compañeros eran de clase más alta y deberíamos señalar que el tema predominante de ‘El talento de Mr.Ripley’ es su deseo de ser otra persona, pertenecer a la élite social de Dickie Greenleaf y el resto. Highsmith, como Ripley, usó el asesinato para mejorar su posición social, solo que ella únicamente escribió acerca de ello», afirma el biógrafo.