
Si alguien rechaza las películas que se posicionan política y socialmente desde el primer minuto al último, mejor que no vea ‘Quo Vadis, Aida?’ (2020), porque la cineasta bosnia Jasmila Zbanic no se anda con medias tintas a la hora de denunciar el fracaso de la mediación internacional en el conflicto de los Balcanes y de la impotencia provocada por la actitud pasiva de la ONU y sus cascos azules ante la masacre de Srebrenica a mediados de los años 90.
Esto para el público potencial de la película pesa como una terrible losa, al comprobar que no ha transcurrido tanto tiempo desde el mayor genocidio habido en suelo europeo después de terminada la II Guerra Mundial.
Además de ser seleccionada por Bosnia para el Óscar de Mejor Película Internacional, ‘Quo Vadis, Aida?’ (2020) ganó dos premios BAFTA a Mejor Película Internacional y a Mejor Dirección, junto con el Premio del Público en el Festival de Rotterdam y el de Mejor Película en el de Gotemburgo.
Pero si algo destaca en la película es la interpretación principal de Jasna Djuricic, junto con el montaje de Jaroslav Kaminski, del que hablamos más adelante. La actriz expresa toda la angustia de una traductora que tiene contacto directo con los militares neerlandeses en plaza, sin poder transmitir la información que posee a su familia, perdida en medio de la masa de refugiados bosnios desplazados de la supuesta zona de seguridad para al final caer en manos de las tropas serbias.
El montaje es magistral, pues genera la tensión propia de un thriller de suspense, aún sabiendo el desenlace de los acontecimientos históricos que acabaron con la muerte de más de ocho mil bosnios musulmanes. La presión es total y la desesperación lleva al absurdo, porque la protagonista se encuentra con genocidas a los que dio clases cuando era profesora en medio del caos y la locura.
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