Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

La vida sigue y los sentimientos sobreviven a la destrucción

GAZA MON AMOUR
Palestina-Estado francés-Alemania-Portugal-Qatar. 2020. 87’ Dir. y guion: Arab Nasser y Tarzan Nasser. Prod.: Marie Legrand y Rani Massalha.  Int.: Hiam Abbass, Salim Daw, Marisa Abd Elhadi, Manal Awad, George Iskandar. Fot.: Christophe Graillot.

El pescador Issa (Salim Daw) es un solterón que intenta declararse torpemente a una viuda (Hiam Abbass). (NAIZ)
El pescador Issa (Salim Daw) es un solterón que intenta declararse torpemente a una viuda (Hiam Abbass). (NAIZ)

Los hermanos Nasser, influidos por la obra del maestro Elia Suleiman, son otra de las firmes esperanzas del joven cine palestino que se abre paso en medio de la ocupación israelí de sus territorios.

Ya se hicieron eco de la situación en su ópera prima ‘Dégradé’ (2015), presentada en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes y donde mostraban la dificultad de llevar una vida normal bajo los bombardeos desde la localización de un salón de belleza en el que las mujeres trataban de seguir con sus rutinas.

También les sirvió para configurar su elenco artístico con la gran actriz Hiam Abbass al frente, junto a Marisa Abd Elhadi y Manal Awad. Un reparto femenino de garantías al que en su segundo largometraje, ‘Gaza mon amour’ (2020), se suma para el protagonismo masculino Salim Daw, en una caracterización de hombre tímido al que la presencia femenina le intimida.

La película se presentó en la Mostra de Venecia y allí Arab y Tarzan sorprendieron a propios y extraños con una comedia romántica, que apuesta por la ternura y la ilusión cotidianas frente a la represión. Una historia real, que revela sentimientos sinceros en unas vidas sencillas.

La de un viejo pescador solterón, al que su hermana busca pretendientas, mientras él está enamorado de la mujer del puesto de al lado en el mercado, una viuda a la que no se atreve a declararse y a la que se acerca torpemente con la excusa de que le haga un arreglo en el pantalón que acaba de comprarse ex profeso. Nunca termina de dar el paso y su imagen paralizada ante la puerta de la casa de ella es un claro ejemplo de su indecisión.

También peca de ingenuidad, lo que le lleva a los calabozos cuando encuentra en sus redes de pescar una estatua griega de Apolo y, como su desnudez le ruboriza, la esconde, siendo acusado de tráfico de obras de arte. Es de los que se resiste a abandonar la Franja de Gaza, de los que se quedan.