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El talibán regula los derechos de la mujer en el matrimonio, no en la educación o el trabajo

Los talibanes han publicado un edicto contra los matrimonios de conveniencia o forzados, práctica muy extendida en Afganistán. Pero siguen sin regular el derecho de la mujer a la educación y el trabajo.

Niñas afganas en Kandahar, en el sur rural de Afganistán. (Filippo ROSSI)
Niñas afganas en Kandahar, en el sur rural de Afganistán. (Filippo ROSSI)

El Gobierno de los talibanes ha emitido este viernes un decreto especial sobre los derechos de las mujeres, centrado sobre todo en los derechos matrimoniales, pero sin mención alguna al derecho a trabajar  o a recibir educación, que siguen sin ser garantizados por el Emirato Islámico.

«La mujer no es una propiedad, sino un ser humano noble y libre; nadie la puede entregar a cambio de un acuerdo de paz o para poner fin a una enemistad», recuerda el edicto, en referencia a una práctica muy extendida en Afganistán.

El texto subraya que «el consentimiento de las mujeres adultas es necesario durante el matrimonio (y) nadie puede obligar a las mujeres a casarse por coacción o presión», algo que incluye a las viudas, que tienen el derecho «a elegir su futuro».

Además una mujer tiene derecho patrimonial sobre las pertenencias familiares, al igual que una viuda, que debe recibir una dote si decide contraer de nuevo matrimonio.

Para su cumplimiento, el documento pide a diferentes ministerios, al Tribunal Supremo y a los gobernadores regionales que publiciten al máximo estas indicaciones para que toda la población e instituciones estén al tanto y no se comentan infracciones.

Demandas sorteadas

En este decreto de seis puntos, sin embargo, no hay mención alguna al derecho a la educación y al trabajo, demandas de las activistas afganas y que la «comunidad internacional» ha hecho suyas desde que los talibanes retomaron el control de Afganistán el pasado 15 de agosto.

El régimen rigorista ha insistido desde su llegada al poder que las mujeres podrán volver en un futuro a sus puestos de trabajo o a la escuela, pero dentro de los límites que marca la interpretación que los talbanes hacen de la «sharia» o ley islámica.

Por ahora ese avance se ha dado únicamente en ciertos sectores, como el de la educación primaria o del trabajo en la salud, mientras el resto de mujeres permanecen a la espera de una decisión. Las protestas se han sucedido reclamando justicia, sobre todo en Kabul y en otras ciudades.

En la memoria de todas ellas persiste lo sucedido durante el anterior régimen talibán entre 1996 y 2001, cuando, a pesar de las promesas, las mujeres estuvieron recluidas en el interior del hogar, y solo podían salir de la vivienda acompañadas por un hombre de la familia.