Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

Rozando el clasicismo del cine romántico

Hungría-Alemania-Estado francés. 2021. 169’ Tit. Orig.: ‘A feleségem története’. Dtora.: Ildikó Enyedi. Guion: Ildikó Enyedi. Prod.: Maren Ade, Pilar Saavedra Perrota, Pegi Hall, Janine Jackowski y Mónica Mécs. Int.: Léa Seydoux, Gijs Naber, Louis Garrel, Sergio Rubini.

Léa Seydoux y Gijs Naber como la joven parisina y el viejo marinero. (NAIZ)
Léa Seydoux y Gijs Naber como la joven parisina y el viejo marinero. (NAIZ)

La vuelta de la veterana cineasta húngara Ildikó Enyedi, tras dieciocho años alejada de los rodajes, con la magistral ‘En cuerpo y alma’ (2017), se vio premiada con el Oso de Oro de la Berlinale. La buena noticia es que ha encontrado por fin la deseada continuidad gracias a ‘La historia de mi mujer’ (2021), aunque esta vez no hubiera recompensa en el festival de Cannes. Su problema es que ha querido aspirar al clasicismo, y eso hoy en día es muy difícil de alcanzar, si bien lo roza por momentos con su elegante estilo visual y narrativo. En la película hay ecos de la literatura de Stefan Zweig y del cine de Max Ophüls, lo que no es poco. El vehículo que le acerca a esa plenitud del relato romántico es la novela de Milán Füst publicada en 1942, la cual comienza en los años 20 y sigue en la década posterior, a caballo entre escenarios de París y de Hamburgo, con toda la aureola mítica de los viajes marinos de principios de siglo pasado como gran telón de fondo.

El maduro capitán Jacob Störr (Gijs Naber) está en un café de París con su amigo Blume (Josef Hader), al que comunica su deseo de sentar cabeza en tierra, apostando que es capaz de casarse con la primera mujer que entre por la puerta, la cual resulta ser la joven y atractiva Lizzy (Léa Seydoux). Conseguirá emparejarse con ella y consumar el matrimonio, pero sin lograr la felicidad por culpa del demonio de los celos. Sospecha del amigo escritor de la chica, un tal Dedin (Louis Garrel), y se los imagina juntos en la noche parisina en cuanto tiene que embarcar.

El mudarse a Hamburgo no servirá de nada, ya que la frialdad de la ciudad les acaba alejando de los escenarios de su amor en la ciudad de la luz. La obra es una reflexión sobre el sentido de la vida, que en el texto equivale a conseguir un respiro tras otro. El generoso metraje, cercano a a las tres horas, se hace excesivo en algún que otro pasaje prescindible.