El 9 de junio de 1933, una trágica noticia convulsionó a la sociedad del Estado español, Hildegart Rodríguez Carballeira fue asesinada mientras dormía por su propia madre, Aurora Rodríguez Carballeira, que le disparó repetidas veces en la cabeza y también en el corazón.

Hildegart contaba con 18 años de edad y ya entonces era considerada no solo como un referente de la izquierda durante la segunda República, sino como una intelectual de gran prestigio internacional y desde las posiciones socialistas, debido a un discurso vanguardista que clamaba por una reforma sexual que reivindicaba el deseo, la autonomía y los derechos reproductivos de las mujeres.

La crónica negra en la que derivó su muerte, fue descrita como la tragedia de una joven prodigiosa de la que se dijo que a la edad de tres años ya sabía leer y escribir, que a los ocho hablaba seis idiomas y que a los diecisiete era Licenciada en Derecho.

Militante del Partido Socialista primero y del Partido Federal después, no dudo en mostrarse firme en sus convicciones y denunció públicamente al Partido Socialista por la corrupción que anidaba entre su élite, a la que señaló como «directores de un organismo añejo cuya burocratización la había apartado del marxismo y había dado la espalda a la clase obrera».

Según dijo sobre ello la propia Hildegart «los que no somos profesionales de la política y no necesitamos, por ende, el encasillamiento de un partido, porque tenemos actividades profesionales que ocupan y absorben nuestro tiempo; los que no somos profesionales del arribismo gubernamental, porque podemos vivir independientemente, podemos permitirnos el lujo de proporcionarnos la más grande satisfacción de nuestra vida: decir la verdad, lo mismo a los de arriba que a los de abajo».

De ella también se dijo que fue concebida y criada por su madre, Aurora Rodríguez Carballeira, para ser modelo de una nueva tipología de mujer con vistas al futuro, el prototipo de la mujer que debía imponerse en el futuro.

Una tragedia y dos mujeres

La vida y obra de la llamada 'Virgen Roja' ha inspirado un buen número de proyectos, entre ellos figuran la recreación de Fernando Fernán-Gómez filmó -con guion de Rafael Azcona- que llevó por título la película 'Mi hija Hildegart' y la novela de la recientemente fallecida Almudena Grandes 'La madre de Frankenstein', en la que la autora se centra en un joven siquiatra que, tras su regreso en el exilio, se reencuentra en el manicomio de mujeres de Ciempozuelos con Aurora Rodríguez Carballeira, una mujer muy inteligente que, en opinión de Almudena Grandes, fue «una persona muy compleja, pervertida por su enfermedad mental y por los dictados sociales y castradores de la sociedad. Cuando cuando fue ingresada en Ciempozuelos, abogaba por el control de la natalidad mediante la vasectomía, y los estamentos siquiátricos se reían de dicha idea porque no sabían lo que era. Aurora tenía la obesión de que las mujeres podían perderse por el sexo, porque consideraba que era más perfecta e intensa que la de los hombres».

Con estos mimbres, el director Marcos Nine y la productora Amalia Mato han llevado a cabo el largometraje documental 'A Virxe Roxa', un proyecto que en palabras de Mato es un «homenaje a Frankenstein».

El documental parte, según la productora, de un proceso de recopilación de «2.500 archivos fílmicos, 600 horas de material y 423 películas», archivos en blanco y negro recuperados de distintas filmotecas estatales e internacionales».

Fruto de ello es un proyecto que, según el director, «invita a pensar en la lucha racional y emotiva, de la subordinación del mundo obrero al mundo poderoso y económico. Es una película tan abierta que tiene tanta interpretación como para que cada uno tenga la suya».

En su exposición, Marcos Nine añadió que se trata de «una película de confrontación» que aborda la historia de Aurora Rodríguez y su hija Hildegart. Habla de todo tipo de confrontación en una etapa donde la utopía y el sueño era el lugar de esas cosas».

La película aporta testimonios de expertos, imágenes de películas de principios del siglo XX e ilustraciones del artista plástico Alberto Taracido y a ello se suman la narración de Antonio Durán 'Morris', y las interpretaciones de las actrices María Vázquez y Nerea Barros, que aportan su voz a los pensamientos de las dos protagonistas, creando en su conjunto una obra profundamente hipnótica.