Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

La tortura no es un juego de naipes

EL CONTADOR DE CARTAS
GB-China-EEUU. 2021. 111’. Tít. Orig.: ‘The Card Counter’. Dtor. y guion: Paul Schrader. Prod.: Lauren Mann, David M. Wulf y Braxton Pope/ Focus Features. Int.: Oscar Isaac, Ty Sheridan, Tiffany Haddish, Willem Dafoe, Bobby C. King, Ekaterina Baker, Adriene Lau, Bryan Truong.

El jugador de póker (Oscar Isaac) y la cazatalentos (Tiffany Haddish).
El jugador de póker (Oscar Isaac) y la cazatalentos (Tiffany Haddish). (NAIZ)

La situación ha mejorado mucho para los cineastas veteranos, ya que al haber más oferta en la industria del audiovisual disponen de mayores oportunidades para hacer las películas que realmente quieren dirigir. Es el caso de Paul Schrader, que hasta no hace mucho tenía serios problemas para mantenerse en activo con un mínimo de dignidad profesional, siendo ‘Aflicción’ (1997) su última obra maestra.

No ha sido hasta la reciente ‘El reverendo’ (2017) cuando ha podido volver a su senda autoral con total libertad, la misma de la que ha gozado para llevar a cabo ‘El contador de cartas’ (2021). Resulta difícil diferenciar al Schrader guionista del Schrader director, y el hecho de que su nuevo trabajo venga presentado por Martin Scorsese ya nos da una pista de por dónde van los tiros, porque esta película es la guerra de Irak lo que ‘Taxi Driver’ (1976) fue a la guerra de Vietnam.

Nos encontramos con otro personaje traumatizado por el conflicto bélico, y que tiene problemas para redimirse socialmente bordeando el camino de la venganza violenta. En efecto, Schrader sigue siendo a sus 75 años el mismo calvinista que hace cine de inspiración bressoniana y habla constantemente de la culpa y del perdón.

La representación del infierno en la tierra tiene en ‘El contador de cartas’ (2021) dos escenarios principales, que son las cárceles de Abu Ghraib o Guantánamo y los casinos o salones de juego. Oscar Isaac encarna al atormentado jugador de póker, asediado por las pesadillas de su etapa como interrogador militar, que son servidas en forma de flash-backs visualmente agobiantes.

Su salvación puede estar en la compañía de un joven que quiere vengar a su padre, que se quitó la vida por culpa de los métodos de tortura impuestos por su superior, de quien se quiere vengar. Juntos forman una pareja itinerante, que va de partida en partida, con las sombras de su oscuro pasado a cuestas.