Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

Durante la crisis de los residuos en Beirut

COSTA BRAVA, LÍBANO
Líbano-Estado francés- Estado español-Suecia-Dinamarca-Noruega-Qatar. 2021. 106’ Tít. Orig.: ‘Costa Brava, Libanon’. Dtora.: Mounia Akl. Guion: Mounia Akl y Clara  Roquet. Prod.: M.Sassine y G. Schoucair.  Int.: Nadine Labaki, Saleh Bakri, Yumna Marwan, François Nour.

Saleh Bakri y Nadine Labaki se refugian en las afueras de la ciudad.
Saleh Bakri y Nadine Labaki se refugian en las afueras de la ciudad. (NAIZ)

La pasada temporada la película seleccionada por Líbano para el Óscar Internacional fue la ópera prima de Mounia Akl ‘Costa Brava, Líbano’ (2021), que en el Festival de Sevilla se llevó el Premio Especial del Jurado. La debutante ha contado con el apoyo de la consagrada cineasta libanesa Nadine Labaki, que ejerce como actriz principal, formando pareja estelar con Saleh Bakri.

Juntos protagonizan una ficción inspirada en la histórica crisis de los residuos en Beirut, ocurrida en el año 2015, cuando la vida en la ciudad, al margen de la violencia, se hizo insoportable por culpa de la acumulación de basuras en las calles que propagaron la polución y las enfermedades, volviendo el aire tóxico y prácticamente irrespirable.

La pareja ficcional que nos presenta Mounia Akl decide abandonar la capital, y llevarse a sus dos hijas pequeñas a las afueras. Representan a la burguesía de Beirut, siendo ella una reconocida cantante de música árabe tradicional, mientras que él ejerce como periodista.

Dado lo extremo de la situación, deciden abandonar sus respectivas profesiones y obligaciones para centrarse en la vía alternativa de una vida sostenible en una finca autosuficiente, a fuerza de criar sus propias gallinas y elaborar sus propios alimentos y utensilios cotidianos. Pero de repente todo se va al traste con el anuncio de la ubicación cerca a su casa de un vertedero al que van a ir a parar gran parte de los desperdicios urbanos.

La convivencia de la pareja se resiente entonces, y lo que parecía que iba a ser una utopía familiar se va envenenando. Hay una fuerte carga simbólica en la que las basuras representan tanto la corrupción política libanesa como los imperativos machistas de una sociedad patriarcal, sobre todo a medida que la influencia de su compañero sobre ella y las niñas se va haciendo más perjudicial y definitivamente tóxica.