El proyecto es un conjunto de acciones itinerantes de corta duración, en donde la duplicidad de cuerpos, la ocupación del espacio y la alteración del tiempo componen una poética física que proporciona a través de esos cuerpos duplicados, quizás en espejo, cubiertos totalmente por un vestuario significante que interviene de manera definitiva, ya que son tejidos que crean esa sensación de corporalidad externalizada, pero que a la vez van trazando de manera imposible de sustraerse un lenguaje físico que fundamenta parte de sus mensajes, porque sus movimientos coreográficos van siempre incardinados a una gestualidad renovada en cada entrega o cápsula, o micro escena, acompañados siempre por una banda sonora que marca no solamente un ritmo, sino un espacio mental, hasta cuando esa banda es el silencio, el barullo, lo nimio o lo explosivo.

Destaca en estas piezas la coherencia interna, lo que significa verlas en panoplia, lo que tiene de investigación espacial, de usos del tiempo, de convertir unos cuerpos danzantes en significativos seres entre mutantes y simbólicos, pero que ejercen acciones que se pueden identificar de manera amplia, como es la partida de ajedrez jugada por esos dos cuerpos vestidos de tablero de ajedrez y con un final sorprendente, uno de ellos se convierte en el tablero y las fichas las van colocando espectadores. Muy sugerente.

Quizás sea la manera más sencilla de hablar de este bellísimo trabajo: sugerente, en cada una de estas piezas parte del mismo concepto estético, pero utiliza variantes gestuales, estilos del mismo lenguaje para dotar de una personalidad más específica y profunda cada una de ellas. Es de calle. Es itinerante. Es de espacios abiertos porque utilizan el propio sitio donde se ejecutan para incorporarlo al espectáculo, a la obra, al discurso. Es una obra de creación, inspirada, absorbente, magníficamente pensada, desarrollada y mostrada. Una creación colectiva en términos reales de un proyecto, Lokke, que tiene mucha profundidad e intesidad.