Oihane Larretxea
Donostia

Etxerat pide en unas playas abarrotadas una política carcelaria acorde a los tiempos

A convocatoria de Etxerat, como suele hacer todos los años, quince playas de Bizkaia, Gipuzkoa y Lapurdi están siendo escenario de una movilización para denunciar la política de excepción que se aplica a los presos y presas vascas.

El sol está brillando con fuerza este primer domingo de agosto en el que Etxerat ha llevado hasta la orilla de quince arenales vascos la movilización de cada año, aquella que sorprende a miles de bañistas en su jornada de esparcimiento y descanso.

Playas de Bizkaia (Muskiz-Zierbena, Bakio, Mundaka, Laida, Laga, Ea Lekeitio y Ondarroa), Gipuzkoa (Donostia, Hondarribia, Mutriku, Orio, Zarautz y Deba) y Lapurdi (Hendaia) han sido, en las inmediaciones de este mediodia, el escenario natural para pedir el fin de una política carcelaria que aún hoy, casi once años después del cese definitivo de la actividad de ETA, persiste.

El tiempo estival y las altas temperaturas han provocado una playa de la Concha abarrotada, más si cabe con la marea alta prevista para poco antes de la 13.00. El mar, que para entonces ya se había tragado tres cuartas partes de la fina arena, hacía dificil extender una toalla más.

De ahí que la movilización en la playa más emblemática de la ciudad haya generado expectación y muchos comentarios; lo apretado del espacio ha hecho que no hubiera más remedio que enterarse de la cadena humana que recorría la orilla.

Al menos a las primeras filas ha llegado el eco de los familiares, que portaban banderolas e ikurriñas y pedían bien alto que los acerquen a casa, a Euskal Herria. Ese ‘alboroto’ ha levantado a más de uno de la toalla, ha interrumpido algun paseo y ha acaparado numerosas fotos.

Especialmente notable la curiosidad entre las personas extranjeras que nos visitan. A pocos «les sonaba» el tema, y para la mayoría se trata de un asunto extraño y desconocido. Para divulgar la realidad que sigue vigente se han repartido panfletos informativos, con números de presos, distancias y cárceles.

Otro tanto se ha hecho desde el mismo paseo, en lo que ha sido una cadena humana paralela.

Un escenario anacrónico

Desde la asociación de familiares de los presos y presas, su portavoz Xochitl Karasatorre ha comparecido ante los medios para recordar que en la actualidad, «del total de 180 presos y presas políticas vascas, aún 41 se encuentran en cárceles periféricas y otras prisiones españolas lejanas, fuera de Euskal Herria, mientras que en las prisiones francesas quedan aún 17».

Aunque considera que, en general, la situacón ha mejorado para los presos y para los familiares, ha puesto el acento en que «el mantenimiento de la excepcionalidad penitenciaria por parte de los estados español y francés es anacrónico y lo que es peor, ignora la decisioón de la sociedad vasca de avanzar hacia el futuro de este país, porque prefiere agradar al inmovilismo en clave vengativa de algunos sectores de la judicatura, políticos, mediáticos y de algunas asociaciones de víctimas».

Ha añadido que «es excepcional y anacrónico, casi once años después del final del ciclo de violencia en Euskal Herria, que todavía queden presos y presas vascas en cárceles lejanas. Lo es asimismo que 17 presos con enfermedades graves e incurables no sean puestos en libertad inmediata, al igual que los 7 presos y presas vascas con más de 70 años de edad. No se puede mantener un día más en prisión a Jakes Esnal, Ion Kepa Parot y Unai Parot, encerrados desde hace más de 32 años; es ya hora de facilitar la vuelta de los 24 exiliados y 8 deportados poliíticos».

Karasatorre ha calificado de «contrario a derecho que tan solo 6 presos estén disfrutando de permisos de salida, cuando, por tiempo de condena cumplido, si se les aplicara la legalidad ordinaria, 151 presos deberían poder hacerlo. Es el mismo mantenimiento de la excepcionalidad y la venganza por el que tan solo 27 presos y presas están en tercer grado, cuando deberían estarlo 122».

Tal y como alertan los familiares, el alejamiento no es más que la punta del iceberg de una excepcionalidad que también se traduce en la negación de otros grados y la concesión de permisos. A muchos de ellos «los números les dan, solo falta que se aplique la ley», pide Amaiur Iragi, hija de Harriet Iragi, preso desde hace 22 años.

Esta joven cuenta a NAIZ que participa cada año deseando que sea «la última convocatoria», y lamenta que por ahora haya resultado ser «la penúltima». También pide a la socideda que siga siendo proactiva, como palanca para el cambio.

También lo ha hace Etxerat, que este domingo ha instaso no solo a la sociedad vasca, también «a los agentes políticos y sociales, a continuar apostando por el futuro de este país» para evitar «condenar a la sociedad vasca a retrasar indefinidamente la resolución y la construcción de la convivencia».