Mariona Borrull
Venecia

Hay películas brillantes entre tanta purpurina

El Festival de Venecia suele auspiciar los fenómenos que marcarán la temporada cinéfila, pero este año, ante la flojera de la Sección de Cannes, el certamen dirigido por Alberto Barbera ha crecido como la espuma.

El director Paul Schrader, que en Venecia ha presentado ‘Master Gardener’, también recibía el León de Honor de la mano de Sigourney Weaver.
El director Paul Schrader, que en Venecia ha presentado ‘Master Gardener’, también recibía el León de Honor de la mano de Sigourney Weaver. (Tiziana FABI | AFP)

Con una Sección Oficial que da pre-estreno a los grandes hits del año que viene, Venecia brilla especialmente cuando actúa de antesala de aquellos títulos que verá ‘todo el mundo’. La accesibilidad por pancarta incluye a las plataformas, con las producciones de Netflix como gran reina de la gala. Siete años después de empezar a presentar títulos a concurso, por primera vez la gran ene roja inaugura el certamen: ‘White Noise’, de Noah Baumbach (‘Historia de un matrimonio’), con Adam Driver y Greta Gerwig como pareja en crisis en una parodia absurdista y muerta de miedo acerca de la América pandémica. Aunque lo tenía todo para triunfar, su estreno se cuenta los menos aupados del festival.

También de Netflix era lo nuevo de Alejandro G. Iñárritu (‘El renacido’), ‘Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades’, una autobiografía con vocación híper-espectacular y ultra-cinemática que nos convenció, una vez más, de las ínfulas vacías y ególatras del director mexicano. Nos falta aún por ver de qué envergadura es el desastre de ‘Blonde’, el biopic sobre Marilyn Monroe dirigido por Andrew Dominik (‘Mátalos suavemente’) y protagonizado por Ana de Armas. El film se ha vendido como ‘muy escandaloso’, pero Netflix (productora) lleva meses retocándolo en montaje.

El Lido, una suerte de Marina d’Or para la decadencia adinerada italiana, se ha procurado de la energía joven que cada día se apelotona ante la alfombra roja. Han tenido su buena dosis de idolatría adolescente, abierta con un flamante Timothée Chalamet como protagonista de ‘Bones and All’, romance caníbal que firma un camaleónico Luca Guadagnino (‘Call Me By Your Name’). Ayer, el desfile de Harry Styles, Chris Pine y, sobre todo, Florence Pugh, provocó una oleada de memes espoleados por los rumores acerca de las antipatías surgidas durante el rodaje de su película: ‘Don’t Worry Darling’, de Olivia Wilde (‘Superempollonas’). Sí se celebró de forma unánime el regreso de Brendan Fraser, sin papeles protagonistas desde hace años y que en ‘The Whale’, de Darren Aronofsky (‘madre!’), interpreta a un profesor recluido en casa por su obesidad mórbida.

Otras alegrías para la cinefilia común y de nicho: ‘Tár’ de Todd Field (‘Juegos secretos’), con una esplendorosa Cate Blanchett cual prodigio de la música clásica en una historia de #MeToo; ‘A Couple’, adaptación de los diarios de Leo y Sophia Tolstoi de la mano del legendario documentalista Frederick Wiseman (‘National Gallery’). También ‘The Banshees of Inisherin’, la amistad rota entre un Brendan Gleeson y Colin Farrell que ya van cogiendo sitio para los Oscars, escrita y dirigida por un pletórico Martin McDonagh (‘Tres anuncios en las afueras’). Joanna Hogg y Tilda Swinton (‘The Souvenir’) ayer se colaban entre las favoritas de la Competición con ‘The Eternal Daughter’, una historia de fantasmas sobre el linaje, la memoria y la inquietud. Nos queda por ver ‘No Bears’, nueva película de Jafar Panahi, recién sentenciado a seis años de prisión por el gobierno iraní.

León de oro

Venecia ha dado ya el León de Honor a la carrera para Catherine Deneuve y Paul Schrader. Schrader ha aprovechado la ocasión para estrenar la magnífica ‘Master Gardener’, que completa la ‘trilogía bressoniana’ (antecedida por ‘El reverendo’ y ‘El contador de cartas’) desde una perspectiva vitalista y diurna. Asimismo, se leía como un homenaje el estreno de la tercera y última temporada de ‘The Kingdom’, serie hospitalaria que en los noventa zarandeó la televisión pública danesa. El director, Lars Von Trier (‘La casa de Jack’), no pudo asistir a la proyección por complicaciones de su estado de salud.

Más problemática fue la proyección de ‘Call of God’, película póstuma de Kim Ki-Duk (‘Hierro 3’), quien falleció con un juicio abierto, acusado de abusos sexuales. La película se incorpora a una programación predominantemente masculina: de las veintidós películas que compiten por el León de Oro, solo cinco han sido dirigidas por mujeres (un 23%).

Joanna Hogg y Tilda Swinton estrenan película de fantasmas

Joanna Hogg y Tilda Swinton, amigas cercanas, llevan años investigando juntas las potencias del cine como segundo espejo de las vivencias propias. Sus dos últimas películas, las dos partes de ‘The Souvenir’, dibujan la vida de una alter ego de la cineasta, Julie Hart. Primero interpretada por Honor Swinton Byrne, hoy Julie ha crecido, y en ‘The Eternal Daughter’ (que se proyecta en Competición veneciana) es su madre quien le da vida. Tilda Swinton hará de Julie y también de su propia madre, una anciana de familia adinerada. La película las disfraza y las deja siempre en planos diferentes, dispuestas frontalmente como si fueran retratos. Vemos a dos mujeres, cuyas imágenes se solapan.

En el fondo, somos poco más que fantasmas de nuestro linaje. O eso piensa Julie cuando invita a su madre a descansar unos días en la antigua mansión de la familia, hoy convertida en hotel. Allí, quiere aprovechar los recuerdos de la anciana para escribir una película, pero su particular proceso de vampirización queda pronto capado. La casa gime, orquestando armonías siniestras a base de ruidos de ventanas, puertas, neveras, ramas y viento. Como si tuviera entidad, esta suerte de Manderley se empeña en hacerla sentir extraña, vulnerable en un espacio arraigado a un tiempo muerto, pero demasiado presente. Joanna Hogg parte de lo gótico, en clave muy baja, para reflexionar acerca de la necesidad de dialogar con franqueza con nuestra propia memoria, dejando espacio para la incertidumbre y para nuestra propia vulnerabilidad.

Las aventuras de serie B de Christoph Waltz y Willem Dafoe

…Por Walter Hill. Hill es uno de los padres de la saga de ‘Alien’, estrenó algunas películas medianamente memorables, pero que marcaron la acción de los ochenta (‘Límite: 48 horas’, de 1982) y lleva dos décadas trabajando dirigiendo películas de muy bajo presupuesto, pero con repartos estelares. En Venecia, ha presentado Fuera de Concurso ‘Dead For a Dollar’ (“muerto por un dólar”), un western que podría releer el triángulo de ‘El bueno, el feo y el malo’ (Sergio Leone, 1966), si no fuera tan fea y patituerta. Eso, claro, no tiene por qué ser malo.

La historia sigue a un cazarrecompensas veterano, forjado a hierro en promulgar el Bien y la Ley por encima de todo. Primer desajuste: nuestro héroe es un Christoph Waltz que aún no se ha despegado de su aura malévola como Hans Landa en Malditos bastardos (Quentin Tarantino, 2009). Waltz, en efecto, tiene un no sé qué de racionalidad europea que espanta y que lo vuelve absolutamente increíble como vaquero bueno. Mientras, un excéntrico jugador de cartas al que interpreta Willem Dafoe, lo busca para matarlo. Dafoe lo pasa en grande, replicando el carácter alocado de su Duende Verde al servicio de ‘el malo’ de la película, un poderoso terrateniente al que da vida Benjamin Bratt. Será el desparpajo de sus protagonistas suficiente para que nos enganchemos a una película objetivamente fea, plana (vistosamente digital) y teñida toda de marrón. Seguimos su historia con una media sonrisa en la boca, y a veces eso es todo lo que necesitamos.

Un precioso documental: ‘Music for Black Pigeons’

Para quienes no tenemos la más remota idea sobre el mundo del jazz, ‘Music for Black Pigeons’ es ‘solo’ una película sobre amigos músicos que se encuentran y tocan juntos. Eso sí, para quien sepa de Jakob Bro, Bill Frisell, Lee Konitz, Paul Motian o de Midori Takada, el documental de los daneses Jørgen Leth y Andreas Koefoed se descubre como una puerta privilegiada a los procesos y confesiones de algunas de las voces más relevantes de la música contemporánea.

La película de Leth y Koefoed, presentada en Fuera de Competición, se cuestiona de dónde sale la energía que nos eriza el vello cada vez que oímos en directo a un sexo o a un contrabajo. Cuál es la fórmula intangible que permite que los instrumentos de un grupo se comuniquen, sin palabra alguna, durante una improvisación. Bamboleante como un buen reed, la cámara se insertará en ensayos, jams y grabaciones de estudio. Pero no será allí, sino en las conversaciones de entremedio, donde se esconderá la fórmula de la buena música. Verán, los músicos a los que los cineastas siguen, ya sean jóvenes apocados o viejos cascarrabias, son todos buenos amigos entre sí. Del disfrute y de la confianza nace el jazz, y eso ‘Music for Black Pigeons’ nos lo enseña con una cantidad equivalente de energía y buen humor.