Daniel   Galvalizi
Periodista
Entrevue
Sergio Pascual
Exsecretario de Organización de Podemos y autor de ‘Un cadáver en el Congreso’

«Con Sumar hay una lógica más realista para lo que es la política a la izquierda del PSOE»

El exnúmero 3 de Podemos y autor de ‘Un cadáver en el Congreso’, Sergio Pascual, critica el «hipercentralismo» en los partidos y sugiere «liderazgos corales con reglas comunes pactadas» para evitar el fratricidio del que fue testigo en primera persona. Es optimista sobre reeditar la actual alianza.

Sergio Pascual, exsecretario de Organización de Podemos.
Sergio Pascual, exsecretario de Organización de Podemos. (Europa Press)

Un extremeño criado en Sevilla y radicado en Santiago de Compostela con su experiencia política más marcada a fuego en Madrid. Es una forma geográfica de presentar a Sergio Pascual Peña. Además de su peculiaridad académica -es ingeniero en telecomunicaciones y antropólogo-, fue parte esencial de un proceso que cambió la historia política moderna del Estado español: la conformación de Podemos.

Especializado en la arquitectura organizativa de los partidos (lo hizo antes de ser diputado y ahora está dedicado a eso a través del centro CELAG, sobre todo asesorando para Latinoamérica), Pascual fue el primer secretario de Organización de Podemos y uno de los cesados durante la guerra entre Iglesias y Errejón. De esa experiencia habla su recientemente publicado ‘Un cadáver en el Congreso. Del sí se puede al no se quiere’ (Ed. Altamarea).

En entrevista con NAIZ, reconoce sentir «un poco de grima» al saber que será personificado por un actor en la serie que prepara Netflix sobre el nacimiento de Podemos. De hecho, uno de los productores ya lo ha llamado para conversar. Su experiencia en ese proceso histórico le hace exponer sin titubeos su recomendación de construir partidos o coaliciones cuyas familias internas pacten normas «claras y que queden consignadas», con un árbitro acordado y «en el que la parte que pierde no se vea humillada».

Ha dicho que en el libro intenta no señalar ni generalizar críticas, a pesar de todo lo que vivió, cuando los libros suelen buscar ser más punzantes. ¿Por qué esa actitud?

En realidad la motivación emocional de escribir el libro era más bien catártica, contar  aquellas cosas que no tenia resueltas. No eran los dolores que me pudieron causar terceros, sino las cosas que yo entendí que pude hacer mal en torno a una organización que concitó muchas ilusiones, que venia a cambiarlo todo y se quedó donde se quedó. Defraudamos a mucha gente aunque se lograron muchas cosas. Y yo tuve un papel importante, necesitaba ajustarme cuentas a mí mismo y creo que es la mejor forma para que no se repitan errores. La crítica mordaz con autoelogios no creo que sea útil para que otros puedan aprender de los errores del pasados. Por eso el libro me salió así, y también porque tengo un cariño especial a la organización, me siento partícipe de su destino y de lo que pueda llegar a hacer todavía.

Para quienes no lo recuerden, ¿cómo llegó a Podemos?

El núcleo fundacional es un grupo de gente que había sido parte o colaborado con la Fundación CEPS, que reclutaba cuadros políticos y los acompañaba a hacer labor de asesoría en el Estado y en Latinoamérica. Allí conocí a Errejón, Bescansa e Iglesias. Cuando se construye Podemos yo estaba en América Latina y con las europeas se ve que aquello tenía visos de poder funcionar y los que estaban en ese momento fundacional tiraron de la gente que creían que podían ser útiles. Por eso me llamaron, para que echara una mano porque mi especialidad era lo organizativo. Yo tenía más confianza con Errejón, con quien tuve una amistad, y también un poco con Pablo.

Sobre esto de la arquitectura organizacional de los partidos, hay gente que ve en el peculiar modelo del PNV una solución. Arrimadas lo ha intentado ahora con C’s. ¿Qué opina?

Cada organización tiene que adaptarse y tiene que buscar su forma correcta. En el caso de C’s es un intento fútil de rescatar algo que está claramente en proceso de descomposición total. En lo que tiene que ver con nosotros, quizás puede ser, es un modelo organizativo que puede ser útil. En el caso del primer Podemos no lo pudimos plantear porque hace falta tener tradición organizativa. El PNV puede mantener una lógica en lo institucional y partidario porque tiene más de 100 años de historia y una tradición organizativa que impide esa voluntad de querer quedarse con todo el poder que es tan común en todas las instituciones humanas. Nosotros no podíamos planteárnoslo porque no teníamos ninguna tradición y eso requiere décadas.
Pero en términos abstractos, sí me parece que la división de poderes es un buen método para organizar partidos. La concentración de poder puede ser útil en un momento puntual en que necesitas arrancar algo en forma explosiva, pero cuando llegas a niveles de estabilidad, no.

«La concentración de poder puede ser útil cuando arrancas algo de forma explosiva, pero cuando llegas a niveles de estabilidad, no»

¿Se puede en la política líquida de hoy, con el azote de los medios y las redes sociales, tener un liderazgo que no sea fuerte? ¿O mejor fuerte y breve que largo y débil?

Yo creo que es imposible construir algo de cero, nuevo, en el contexto de altísima competencia por la atención en los medios, si no se hace desde un liderazgo fuerte y notorio, y por lo tanto luego va a demandar una organización que se acomode a ese tipo de liderazgo. Eso es lo corto y explosivo, aunque las que resisten mejor en el tiempo, a largo plazo, son las organizaciones con liderazgos corales, normativas internas respetadas y mecanismos de resolución de conflictos lo menos cruentos posible. Las muy verticales tienden a descapitalizarse en términos humanos, el tirón del liderazgo puede acabar haciendo fuerzas centrífugas. Y no diría que necesariamente breve pero sí debe acompañar un proceso de institucionalización si se quiere que perdure. Por ejemplo en el PSOE hubo 16 años de liderazgo fuerte de Felipe González, pero construyó institucionalidad dentro del partido y eso ha perdurado.

Hablando de conformar partidos, ¿cómo ve el proceso de Sumar de Yolanda Díaz?

Creo que sería faltar a una mínima humildad ponerme a dar sugerencias, hay que tener mucha información para entender por qué se toman las decisiones. Pero si tengo que dar una opinión creo que es un proceso que está dando unos pasos ilusionantes para los que somos a la izquierda del PSOE. Está intentando albergar familias que estuvieron juntas y que ahora parece que pueden volver a encontrarse bajo este paraguas, con una lideresa que tiene una conexión popular importante. A tan poco tiempo de habernos roto y hecho mucho daño, las familias de la izquierda parece que nos vamos a poder encontrar en Sumar. Además se está haciendo con una lógica más realista frente a cómo es la política a la izquierda del PSOE, es decir, respetando las particularidades de una configuración confederal, que no centralista.

La izquierda española compite con la izquierda soberanista en muchos lugares, pero, según las encuestas, si no se alían en el Congreso habría Gobierno de derechas. ¿Cómo ve esa relación y competencia?

Creo que los electorados tienen puntos de tangencia entre la izquierda no soberanista y la soberanista, pero creo que son bastante autónomos y hay claridad en cuanto al programa. En lo económico y derechos civiles hay similitudes. Hay que negociar las cosas para entenderse, no creo que haya fricción. Hay muy buena relación de Podemos con ese mundo y estará Podemos conformando ese paraguas [de Sumar}. Como organizaciones diferentes que son, pugnarán obviamente por tener la mayor adhesión posible del electorado, pero no me preocupa.

Dice que fue un problema que no hubiera un mecanismo en Podemos para canalizar las diferencias internas. Hoy parece suceder igual en Podemos-Sumar. ¿Qué mecanismo recomienda?

Buena pregunta, pero compleja [ríe]. Cuando nos dotamos de normas con las que estamos de acuerdo todos, luego es más fácil que cuando hacemos pacto de caballeros o damas y dejamos sin consignar esos acuerdos, porque vienen los problemas de las interpretaciones. Y el árbitro debe estar claro. Siempre habrá conflicto en una organización humana, las agrupaciones van a buscar maximizar sus recursos apalancando las capacidades que tengan. La forma que ha demostrado ser mas virtuosa en la historia reciente es ésta; dotar de normas y admitir a los sujetos políticos existentes en la organización y construir un arbitraje que sea reconocido comúnmente. Normas claras que garanticen que ninguno de los actores salga humillado. Si una de las partes quiere pasarle por encima a la otra, el resultado será negativo porque el otro utilizará mucha energía para evitar el acuerdo.

«Un buen ejemplo creo que puede ser el Frente Amplio de Uruguay, un archipiélago de partidos dirigido por gente de los distintos grupos»

¿Un ejemplo?

Me parece que el PSOE no funciona mal en términos organizativos, aunque algunos digan que ahora con Sánchez está en mutación. Pero hasta ahora cuando hacen listas electorales en una provincia hay acuerdo en cuánta parte se asigna al poder local y otra al poder central. Hay equilibrio de pesos manteniendo autonomías del territorio. El hipercentralismo vacía de cuadros. Un buen ejemplo creo que puede ser el Frente Amplio de Uruguay, que es un archipiélago de partidos y han logrado que lo dirija gente de los distintos grupos.

¿Cuál fue el mejor y el peor momento en su experiencia en Podemos?

Mi mejor momento fue cuando fuimos capaces de parar una ley que pretendía privatizar los puertos españoles. Llevaba un año trabajando con los estibadores y sentía que eran parte de mi familia, me acogían en los puertos como uno mas de ellos, y fue una victoria épica. Y el abrazo con ellos por ese logro lo recuerdo con mucho cariño.

De los peores, hubo muchos. Cada domingo que me montaba en el tren para ir a la Ejecutiva del lunes, estábamos abiertos en canal, yo no me sentía a gusto. Me sentía parte pero ya no jugábamos en equipo. Cuando iba de Sevilla a Nadrid ya lo pasaba mal en términos personales, con dolor de estómago. En la Ejecutiva había peleas elegantes, las trampas eran al solitario. Pero en suma para mí fue una experiencia positiva.

«Los bloques están muy consolidados y creo que si no hay un terremoto el PSOE junto a la izquierda y el soberanismo podrá reeditar este gobierno»

¿Y qué cree que va a pasar en la política con las izquierdas en este año electoral?

Creo que los bloques políticos están muy consolidados desde que entró Podemos y luego Cs y Vox: la izquierda, la derecha y el soberanismo. No creo que haya grandísimos movimientos y me parece que, si no hay un terremoto político, el PSOE junto con la izquierda y el soberanismo podrá reeditar este gobierno de coalición. Les están lanzando señales a las clases populares, como la subida del salario mínimo que hacía mucho no subía tanto. Más allá de las batallas culturales, porque la hegemonía mediática del país es la que es y la balanza cae del lado de la derecha casi siempre, lo esperado por mi parte es que se pueda reeditar la coalición.