
Por orden del Vaticano, una «visita fraternal» –o lo que es lo mismo, una especie de auditoría– tendrá lugar «en los primeros días de los meses de junio y de julio» en la Diócesis de Baiona, que dirige el muy conservador obispo Marc Aillet.
En el origen de la inspección, de la que se da cuenta en un comunicado difundido a través de la página web de la propia diócesis, figurarían una serie de quejas referidas a la gobernanza de esa institución religiosa, algunas de las cuales se focalizarían en unas eventuales «derivas sectarias».
«Monseñor Antoine Herouard, arzobispo de Dijon, se reunirá con el obispo, sus colaboradores clericales y laicos, así como con quienes tienen responsabilidades diocesanas», anuncia el titular de la diócesis baionarra, para concluir el escueto comunicado con la siguiente invocación: «Encomiendo esta visita a vuestra oración: que nos anime en nuestra misión de anunciar el Evangelio y que nos ayude a fortalecer nuestra comunión misionera».
El rotativo católico francés 'La Croix' da una información más exhaustiva sobre esa misión bajo la mirada vaticana. De entrada, pone fecha a la llegada del arzobispo de Dijon: será este próximo lunes, 3 de junio.
Ese enviado se habría puesto ya manos a la obra, de cara a programar toda una serie de reuniones confidenciales con «distintos miembros de la diócesis», que cuenta con unos 200 sacerdotes entre Biarno y Euskal Herria. Las entrevistas se repartirían entre esos dos desplazamientos, el primero durante la próxima semana, y el segundo a primeros de julio.
«La idea es hacer un balance del funcionamiento de la diócesis y al final me reuniré con el obispo para discutir con él», detalla a 'La Croix' el propio monseñor Hérouard.
El enviado realizará luego un informe que remitirá a la Santa Sede antes de finalizar el verano.
«La cuestión tiene que ver con la gobernanza, con el papel del obispo, con cómo se garantiza la unidad de comunión en la diócesis... Lo que espero es que la gente pueda hablar libremente y en confianza, decir lo que piensan», añade el prelado, para aclarar que «no se trata de una visita apostólica», que se promueve en caso de «crisis grave».
Una «visita fraternal» tiene más bien el sentido, según aclara, de «observar la realidad y a partir de ahí dar consejos o plantear al obispo cómo ayudar a que la diócesis viva en una comunión más clara, más fácil».
Escritos polémicos y posiciones marcadamente conservadoras
Aillet ha sido objeto de críticas, dentro y fuera de la Iglesia, por sus posiciones marcadamente conservadoras. A sus numerosos escritos discordantes, entre otras cuestiones, en materia de debate bioético o de libertad sexual, hay que añadir que su voz se alzara para cuestionar también las decisiones adoptadas por la Iglesia francesa en plena crisis sobre la pederastia.
Se negó así a abrir los archivos diocesanos a la comisión independiente que investigó y sacó a la luz miles de casos de abusos cometidos en la inmensa mayoría de los casos por sacerdotes.
Varias quejas se centrarían precisamente en las posiciones rígidas del obispo o en sus planteamientos extemporáneos con respecto a la doctrina marcada por el Papa Francisco.
Sin embargo, la materia más delicada a dirimir por la «visita fraternal» afectaría, de acuerdo a informaciones de la que se hacen eco varios medios de Ipar Euskal Herria, entre ellos Mediabask, a sus relaciones con una asociación, la 'Alliance des coeurs unis' que ha sido, a su vez, objeto de investigaciones a raíz de denuncias de asociaciones que luchan contra «las derivas sectarias».
«Cuando estás en un puesto de gobierno, siempre tienes cosas que mejorar. No soy infalible, por eso estoy rodeado de consejeros, colaboradores, sacerdotes y laicos, sin los cuales no tomo ninguna decisión sobre la vida de la diócesis. Esta visita fraterna no es motivo de preocupación: estoy tranquilo y abierto a lo que la Iglesia me pida», explica el prelado.
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