Gaizka Izagirre
CRíTICA PERLAK

Una joya que se toca, se huele y sobre todo se siente

Memoir of a Snail (Memorias de un caracol) Australia, 2024. 94’ Dirección y guion: Adam Elliot. Fotografía: Gerald Thompson. Montaje: Bill Murphy Música: Elena Kats-Chernin. Voces: Sarah Snook, Eric Bana, Jacki Weaver, Kodi Smit-McPhee, Dominique Pinon y Magda Szubanski.

Fotograma de ‘Memoirs of a Snail’.
Fotograma de ‘Memoirs of a Snail’. (ZINEMALDIA)

Adam Elliot nos sorprendió en el 2009 con la maravillosa ‘Mary and Max’, una película de animación stop-motion que nos cautivó por su profunda sensibilidad y su manejo de temas complejos.

15 años después regresa con una obra de arte de la ‘clayografía’ –historia biográfica hecha con stop-motion que proviene de la combinación de ‘clay’ (arcilla en inglés) y ‘grafía’– y nos trae ‘Memorias de un caracol’, una de las mejores películas de animación del 2024.

Repleta de humor muy negro y mucho drama, la trama se sitúa en la Australia de los años 70. Grace Prudel es una solitaria e inadaptada niña aficionada a coleccionar figuras decorativas de caracoles. Este es el punto de partida, pero la narración da un salto hacia atrás para contar en modo flashback, y utilizando la voz en off de Grace, una historia sobre el paso del tiempo, la soledad, y la aceptación de uno mismo. «Nuestra infancia es cómo estar borrachos, todos se acuerdan de ella menos tú», dice ella al arrancar el relato.

La técnica artesanal de stop-motion, utilizando figuras de arcilla y escenarios detallados, otorga a la cinta un carácter distintivo y un enfoque muy íntimo; cada fotograma está impregnado de una sensibilidad artística única. Eso sí, olvídense de los escenarios pomposos, las purpurinas, los tonos pastel, los colorines y los algodones de azúcar. Estéticamente se sitúa en las antípodas de Disney, es más cercana a la estética gótica de Tim Burton, por ejemplo. Aquí todo es oscuro, feo, sucio y mugriento, pero posee una atmósfera que se toca, se huele y sobre todo se siente.

Visualmente estamos ante una propuesta que nos deja boquiabiertos y narrativamente es una proeza, sin embargo, lo más bello de esta cinta es lo que no se ve y sobre todo el poso que deja; probablemente pasarán días hasta que se la puedan quitar de la cabeza.