Joseba Aranburu
Pentsioduna

«Geurea, ikurriña»

El revisionismo histórico es una de las características de la ola reaccionaria que recorre el mundo. Un revisionismo que cuestiona el pasado y lo desdibuja a su conveniencia, lo manipula y lo deforma, para adecuarlo a sus tesis ideológicas. En Euskal Herria no estamos libres de esta plaga universal.

El señor Nestor Lertxundi publicó en este diario el 24 de abril un artículo manifiestamente hostil hacia la ikurriña, nuestra bandera nacional. Repasando su artículo, pleno de inexactitudes, me parecía leer un artículo de algún ideólogo de UPN, dada su animadversión hacia la ikurriña. Y es que el navarrismo (con V) y el nabarrismo (con B) se parecen mucho más de lo que creemos. Se empieza atacando a la ikurriña, se sigue cuestionando el nombre de Euskal Herria (en favor de «la gran Nabarra») y se acaba desfigurando nuestro mapa e inventándose uno nuevo, más allá de nuestro Zazpiak Bat. Curiosas coincidencias y fobias las que comparten navarristas y nabarristas.

No menciona el señor Lertxundi en su artículo que la ikurriña ha sido la bandera por la que diferentes generaciones de patriotas vascos han sufrido cárcel, persecución, represalias y hasta ejecuciones en los últimos 125 años. Debería él saber que una bandera no es solo un trozo de tela con un diseño en colores. Una bandera tiene también una dimensión emocional y sentimental, que es la que la hace fuerte, la que sustenta su arraigo y aceptación popular. La cuota de sangre engrandece a un símbolo, lo mitifica. Y la cuota de sangre de la ikurriña ha sido ingente, trágicamente cuantiosa. Al igual que la represión que ha sufrido en los últimos 125 años (¿puede decirse lo mismo de la bandera de Navarra?). Por ello, cuando Sabino Arana la inventó, la ikurriña era solo un símbolo. Ahora, es una bandera.

Es, por supuesto, la bandera de los abertzales vascos. Y también la bandera de muchos antifascistas, izquierdistas y compatriotas no-abertzales de nuestro país. Atacar a la ikurriña con argumentos tan peregrinos como los suyos, señor Lertxundi, es herir profundamente a todos los abertzales y gudaris que antes, durante y después del franquismo sufrieron represión, cárcel, exilio o muerte por defender nuestra bandera. Todos ellos merecen un respeto.

No entraré a discutir los argumentos que usted emplea para descalificar nuestra bandera. Simplemente le diré que asociar la ikurriña con un símbolo católico, monárquico e inquisitorial (¿?) es totalmente extemporáneo. ¿O acaso la bandera de Navarra que usted propone no es católica o monárquica? ¿No son las cadenas de Navarra el símbolo de la cristiandad triunfante que derrotó a los infieles en la batalla de las Navas de Tolosa? ¿No era el Reino de Navarra una monarquía católica carca, si la juzgamos con los ojos del siglo XXI, como hace usted en su escrito con lo que le conviene?

Por otra parte, su interpretación sobre el significado simbólico de la ikurriña, sus colores y sus cruces, es totalmente subjetiva y discutible. Asociarla con la inquisición es casi delirante. Hace usted una lectura muy sui generis sobre el simbolismo de nuestra enseña nacional, que ningún vexilólogo avalará. Le recomiendo que se documente bien antes de realizar afirmaciones tan disparatadas.

No acierto a entender, además, el afán de muchos nabarristas por desplazar a la ikurriña y sustituirla por la bandera de Navarra. Eso, que quizás podía tener sentido hace 200 años, no lo tiene ahora, cuando la ikurriña ha pasado de símbolo a bandera, está mayoritariamente aceptada por la ciudadanía vasca (también en gran parte de Nafarroa, donde sigue siendo ilegal) y nos identifica como nación en todo el mundo. ¿Por qué hacer tabla rasa de lo que ya está consolidado, asumido y asentado? Las banderas no son cuestión de moda, las banderas, como los himnos, son símbolos permanentes, que no tiene sentido sustituir cada 100 años.

Como abertzale de izquierdas me molesta profundamente ese intento mezquino de ciertos sectores de asociar la ikurriña con el PNV o Sabino Arana. La izquierda abertzale ha defendido la ikurriña como nadie, particularmente en Nafarroa, y lo ha pagado caro. Ahí están las hemerotecas.

Bukatzeko, gogorarazi nahi dut nire herrian, duela urte batzuk, Espainiako agintariek Espainiako bandera ipinarazi egin zutela udaletxean, herritar gehienon iritziaren aurka. Udalak ikurrin handi bat jarri zuen plazan, eta manifestazio bat antolatu. Hor, argi eta ozen ehunka ahotsek gure haserrea plazaratu genuen hau oihukatuz: Geurea, ikurrina!


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