Imanol  Intziarte
Redactor de actualidad, con experiencia en información deportiva y especializado en rugby

Adiós de Le Normand, porque a veces los caminos se bifurcan

Terminó el larguísimo culebrón Le Normand, tras más de dos meses de dimes y diretes. El bretón pasó ayer por Zubieta y se despidió de sus hasta ahora compañeros. Vestirá la camiseta del Atlético de Madrid por 34,5 millones, más otros 5 variables.

Roberto Olabe y Robin Le Normand, en la despedida de este último ayer en Zubieta.
Roberto Olabe y Robin Le Normand, en la despedida de este último ayer en Zubieta. (REAL SOCIEDAD)

Durante todo este tiempo me ha llamado la atención la necesidad –percibida entre personas que siguen con intensidad la actualidad realista– de que hubiera al menos un culpable. Bien el jugador, por querer cambiar de aires cuando aún le quedaban dos años de contrato; bien el club por no aceptar sus demandas económicas o por no hacer valer en su integridad la cláusula de rescisión.

Recapitulemos con lo que se ha dicho y/o publicado, porque la información oficial cae con cuentagotas. Se ha relatado que Le Normand subió a la planta noble de Zubieta para pedir un aumento de sueldo acorde a su estatus de jugador internacional, y que la respuesta fue negativa. A partir de ahí, buscó alguien que le diera esos billetes, con la guinda de la Champions. Nada que no suceda en cualquier relación laboral. Además, se comenta que Le Normand tenía especial interés en mudarse a la ciudad de Madrid, por razones de pareja.

En lo deportivo, la pérdida es importante. La Real se queda sin uno de sus indiscutibles de la era Imanol, central titular con la selección campeona de Europa. Afirmar que está ‘sobrevalorado’ suena un poco a la parábola de la zorra y las uvas, que decía que estaban verdes cuando no estaban a su alcance. Pero posiblemente el club hizo sus cálculos y pensó que Pacheco está listo para subir en el escalafón, y que por abajo Jon Martín viene tocando la puerta desde el Sanse, y hay que hacerle hueco. 

En lo económico, que alguien pagara los 60 millones de euros de la cláusula de Le Normand era una utopía, salvo arrebato de locura de algún club de la Premier. El presidente Aperribay confirmó ayer que el traspaso ha sido por 34,5 millones, más 5 ‘kilos’ en variables. No es moco de pavo. De hecho, en términos absolutos es la tercera venta más alta en la historia de la Real, solo por detrás de Isak y Griezmann, si bien no son lo mismo 30 millones ahora que hace 20 años.

Nadie más en la puja

Todo apunta a que la Real, que no tenía prisa, ha dilatado el cierre de la operación, a la espera de que entrara en la puja alguna otra ‘novia’ que elevara el precio. No ha sido así, los colchoneros se han acercado un poco más a las pretensiones blanquiazules y la Real ha hecho caja en vez de forzar una situación que se podía enquistar. Si se entiende que esta actitud del club es positiva a la hora de atraer a jugadores con un futuro prometedor, luego hay que cumplir cuando llega el momento del adiós. 

El dinero no crece de los árboles, y con la mitad de esta venta ya se cubren los fichajes de Sergio Gómez y Javi López. Y sirve para mantener a los Zubimendi, Oyarzabal, Barrenetxea y compañía, a expensas de lo que suceda con Merino.

Dejo para el final el aspecto sentimental. Es público y notorio que el destino elegido por el bretón es un club marcado por una cruz por la afición donostiarra, por su amparo a un sector de ultras que veinticinco años después siguen mancillando la memoria de Aitor Zabaleta. Le Normand, como en su día Griezmann, ha entendido que esa es una cuestión que no va a condicionar su carrera deportiva. Cada uno es libre de elegir dónde pone sus líneas rojas. Además, la relación entre ambas directivas es buena, y por ejemplo el pasado invierno Javi Galán llegó del Atlético para cubrir las bajas en el lateral izquierdo.

Ambas partes han cumplido. La Real ha hecho crecer al bretón hasta cotas que ni él esperaba, mientras que el jugador ha sido siempre un gran profesional, sin un mal gesto ni una mala palabra, y ha dado un excelente rendimiento. Ahora se separan porque cada uno ha buscado lo que entiende que es mejor para sus intereses, y en este caso simplemente no han coincidido. Porque a veces las relaciones se terminan y no hay culpables.