Ane  Urkiri
NAIZeko zuzendaria / Directora de NAIZ

La mente de Simone Biles es el lugar «donde todo sucede»

Simone Biles ganó su segunda medalla de oro en París, la sexta presea dorada de su trayectoria. Además, repite victoria en el concurso completo ocho años después de imponerse en Rio, lo que la coloca a la altura de Larysa Latynina y Vera Caslavska, hasta ahora las únicas dobles campeonas olímpicas.

El salto de Biles en el concurso completo.
El salto de Biles en el concurso completo. (Loic VENANCE | AFP)
Biles, después de completar el ejercicio de suelo.
Biles, después de completar el ejercicio de suelo. (Loic VENANCE | AFP)
A Biles se le ha atascado el ejercicio de barras.
A Biles se le ha atascado el ejercicio de barras asimétricas. (Paul ELLIS | AFP)
Biles ha bordado sobre la barra.
Biles ha bordado sobre la barra. (Loic VENANCE | AFP)
Acrobacia de Biles sobre la barra.
Acrobacia de Biles sobre la barra. (Lionel BONAVENTURE | AFP)
Biles, sobre la barra.
Biles, sobre la barra, ejercicio en el que ha obtenido la puntuación de 14,566. . (Lionel BONAVENTURE | AFP)
Una sonriente Biles saluda a la grada.
Una sonriente Biles saluda a la grada. (Lionel BONAVENTURE | AFP)
La norteamericana sacó a pasear su Biles II en el primer ejercicio.
La norteamericana sacó a pasear su Biles II en el primer ejercicio. (Gabriel BOUYS | AFP)
Ejercicio de Biles en las barras asimétricas.
Ejercicio de Biles en las barras asimétricas. (Martin BUREAU | AFP)
Biles, durante el ejercicio de barras asimétricas.
Biles, durante el ejercicio de barras asimétricas. (Jeff PACHOUD | AFP)
Biles, sonriente, durante el ejercicio de suelo.
Biles, sonriente, durante el ejercicio de suelo. (Martin BUREAU | AFP)
Una de las acrobacias de biles durante el ejercicio de suelo.
Una de las acrobacias de biles durante el ejercicio de suelo. (Lionel BONAVENTURE | AFP)
Biles se ha mostrado incontestable en el ejercicio de suelo.
Biles se ha mostrado incontestable en el ejercicio de suelo. (Lionel BONAVENTURE | AFP)
Biles posa con la medalla de oro, su sexta en unos JJOO.
Biles posa con la medalla de oro, su sexta en unos JJOO. (Loic VENANCE | AFP)
El podium final, con Biles en el centro, Andrade (plata) a la izquierda y Lee (bronce) a la derecha.
El podium final, con Biles en el centro, Andrade (plata) a la izquierda y Lee (bronce) a la derecha. (Loic VENANCE | AFP)

«Donde todo sucede», es la frase pintada en una de las puertas de Bercy Arena, escenario que alberga, entre otras disciplinas, la gimnasia artística, lugar donde Simone Biles sigue agrandando su legado. Con saltos supremos y una elegancia insultante, la gimnasta estadounidense copa toda la atención, incluso cuando la brasileña Rebeca Andrade le pisa los talones.

Todos conocen a Biles, también el más analfabeto olímpico. Al igual que todos conocemos a Nadia Comaneci, aunque muchos de nosotros ni habíamos nacido cuando en el 1976, en los Juegos de Monreal, recibía el 10, el primer salto perfecto. «Siento que ha pasado poco tiempo, estoy muy agradecida por todo el apoyo y también me alegra saber que he ayudado a impulsar el deporte femenino», decía la rumana previa competición del concurso completo, en el que todo el público aguardaba a Simone Biles, la gran estrella de estos Juegos Olímpicos, porque la luz que se fundió en Tokio vuelve a brillar con una fuerza incontestable, y ello, no hace sino alegrar a todo amante del deporte.  

Simone Biles titubeó hace tres años en el salto en el concurso completo por equipos y sus dudas se tornaron en valentía al decidir abandonar el ejercicio completo, una decisión que le aupó aún más al candelero, tanto por parte de los más casposos como de deportistas del más alto nivel que destacaron su osadía de priorizar la salud mental durante un campeonato del más alto nivel.

Y es que la mente es «donde todo sucede», la que marca la diferencia. Biles conectó con gran parte del público, incluso con aquellos que se perdieron su espectáculo de Río, porque la estadounidense mostró su lado más humano, con la que empatizar es mucho más sencillo.

Ahuyentando los fantasmas

Sus sonrisas, su cachondeo, su ironía en la sala de prensa... Biles captura en cualquier escenario. «Es la novena medalla de Simone», dice la encargada de dirigir la rueda de prensa posterior al concurso completo. «La novena medalla olímpica», matiza, con sorna, la estadounidense. Es féliz, ha ahuyentado a los fantasmas –también al médico Larry Nassar, entrenador en prisión acusado de abusos sexuales a varias gimnastas del equipo estadounidense–, superado una infancia dura –con una madre alcohólica, ella y una de sus hermanas fueron criadas por sus abuelos mientras los demás hermanos fueron a parar en familias de acogida–, tomó la batuta para ayudar a romper el tabú de la salud mental y esa ‘mente sana in corpore sano’ está rompiendo todos los registros.

Regresaba hoy al concurso completo olímpico, en un estadio entregado a la estadounidense, también a la brasileña Rebeca Andrade, que terminó en segunda posición, obligando a Biles a realizar un más que perfecto ejercicio de suelo. El duelo estaba servido entre brasileña y estadounidense, con Sunisa Lee, campeona en los Juegos de Tokio, en un tercer escalón.

Con dos ‘GOAT’ acordes, Biles en el ejercicio del suelo y Taylor Swift en la música, la gimnasta ha hecho magia, haciendo simple lo complicado. Dominando las volteretas, los saltos, el espacio... y la caída, tan clavada, tan segura. La gimnasia artística entró en su vida a los ocho años y Simone Biles, con elegancia y serenidad, con sus saltos supremos –tiene cuatro movimientos de gimnasia a su nombre– y humanidad, es ya una gimnasta legendaria.