Cualquier partido en el que esté involucrado este Getafe es como comer cristales, te destroza el paladar. El Coliseum hace honor a su nombre con reminiscencias romanas; sudor, arena y sangre. «Es fútbol, papá», que dice Bordalás. Lo único que valen son los puntos.

Tampoco la Real está para echar cohetes. Ni mucho menos. Si alguien ha buscado la victoria ha sido el equipo local. El partido de los blanquiazules ha recordado al de la tercera jornada del año pasado en Las Palmas, que terminó con el mismo resultado gracias a las paradas de Remiro.

Con estos mimbres, el empate a cero sabe a caviar. Los donostiarras se marchan al parón con 4 puntos de 12 posibles y la sensación de que tienen dos semanas para afinar la maquinaria, aunque tendrán que hacerlo sin sus internacionales. Y el siguiente reto será recibir en Anoeta al Real Madrid.

Aramburu por la izquierda

La mayor sorpresa en el once ha sido la inclusión de Aranburu en el once, porque no lo ha hecho en el lateral derecho en lugar de Traoré, sino en el lado izquierdo, para dar descanso a Javi López. Señal de que Aihen todavía no estaba listo para salir de inicio.

El centro de la defensa ha vuelto a ser para Zubeldia y Pacheco. El marroquí Nayef Aguerd no ha podido entrar en la convocatoria porque su Certificado de Transferencia Internacional (CTI), que debía emitir el West Ham, no ha llegado a tiempo.

En la sala de máquinas, Turrientes ha vuelto a ser la tercera pata del banco, junto a Zubimendi y Brais. En esa zona, el croata Sucic se ha quedado fuera por unas molestias en la pierna derecha.

Sergio Gómez ha regresado a una banda, con Take por la otra y Becker esta vez en la recámara. Debido a la sanción de Oyarzabal, Sadiq ha tenido su oportunidad en punta en el mismo campo en el que hace ahora dos años se rompió el ligamento cruzado.

El nigeriano ha tenido al cuarto de hora la única de la primera mitad –y casi la única del partido para la Real–, con un caramelo que le ha puesto Sergio Gómez desde la izquierda, pero que un defensa azulón ha tocado lo suficiente para que no pudiera remachar en boca de gol.

Aprovechando la envergadura de su ariete, la Real no tenía empacho en jugar largo de vez en cuando para evitar la presión de un rival que molesta, rasca, simula, rompe el ritmo, golpea… cualquier cosa para decantar la balanza a su favor ante rivales con mayor calidad técnica. Feo, pero lícito, siempre bajo los límites arbitrales.

Lesión de Brais en un pie

Lo más reseñable en 45 minutos ha sido la lesión de Brais. Pasado el ecuador, en una disputa de balón, el gallego se ha señalado el pie derecho y ha pedido el cambio. En marzo ya le operaron del quinto metatarsiano y podría habérselo dañado nuevamente, pero habrá que esperar al parte médico. Su lugar lo ha ocupado Barrenetxea, que ha entrado en banda para desplazar al medio a Sergio Gómez.

En el descanso, Jon Martín ha entrado por Zubeldia. El de Azkoitia había tenido que ser atendido en la primera parte tras chocar su cabeza contra la de un rival.

Una gran jugada de Uche ha sacado del letargo a los espectadores, pero tanto su disparo como el rechace han sido bloqueados por la defensa realista. Los locales apretaban, espoleados por su público.

A la hora de juego, Imanol ha realizado dos nuevos cambios, con la entrada de Becker y Javi López por Kubo y Aranburu; y poco más tarde han entrado Aihen por Traoré –el navarro regresaba tras su larga lesión, mientras que el de Malí se ha retirado dolido por un golpe del exrealista Sola y su rodilla tiene «mala pinta», segín Imanol– y el islandés Oskarsson, que ha debutado en lugar de Sadiq sin necesidad, al parecer, de ver muchos vídeos.

Era el sexto cambio, merced a la norma puesta en marcha en vigor este año que permite relevar ‘gratis’ a los jugadores que han sufrido una conmoción cerebral, como ha sido el caso de Zubeldia.

El guion permanecía inalterable. La Real apenas salía de su campo frente a un Getafe que lo intentaba con más ganas que acierto. Visto el panorama, el punto parecía un botín suculento antes del parón de dos semanas. Sin demasiados sobresaltos, la tortura visual ha terminado a los 97 minutos. Un puntito y para casa.