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París enviará armas a los kurdos para frenar al Estado Islámico

El presidente francés, François Hollande, autorizó ayer el envío de armas a las tropas kurdas. Defendió la necesidad de aumentar la «movilización» internacional en vista de la «situación catastrófica» a la que se enfrenta la población civil de Kurdistán Sur, que ayer seguía huyendo en masa. En el plano político, la Casa Blanca instó al primer ministro saliente iraquí, Nuri al-Maliki, a dejar su cargo tras la designación en su lugar de Haidar al-Abadi.

Miles de personas desplazadas por la violencia se dirigían ayer hacia Kurdistán Sur, mientras los esfuerzos internacionales se intensificaban para frenar el avance del Estado Islámico (EI) aportando armas a los combatientes kurdos. El presidente francés, François Hollande, autorizó el envío de armas para «responder a las necesidades urgentes expresadas por las autoridades de Kurdistán». «La situación catastrófica a la que se enfrenta la población de Kurdistán necesita que se mantenga y amplíe la movilización de la comunidad internacional», subrayó el comunicado de El Elíseo.

En este contexto el primer ministro saliente, Nuri al-Maliki, volvió a la carga diciendo que no dejará el poder sin una decisión judicial del Tribunal Federal, después de que el presidente de la República encomendara a Haidar al-Abadi la formación de un nuevo Gobierno.

EEUU continuó sus ataques aéreos contra micilianos del Estado Islámico en el monte Sinjar, donde entre 20.000 y 30.000 personas, en su mayoría yazidíes, seguían atrapados sin comida, agua y sin techo, según denunció la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).

Uno de ellos, Mahmud Bakr, de 45 años, contó que había dejado a su padre con muchos otros desplazados bloqueados en las montañas. «La mayor parte son ancianos, no pueden caminar tanto», relató.

Cientos de miles de personas tuvieron que huir de sus hogares ante la ofensiva de los yihadistas, que desde el 9 de junio han conquistado inmensos territorios casi sin resistencia por parte del Ejército iraquí.

Tras los llamamientos de expertos de la ONU a favor de acciones urgentes para evitar un «potencial genocidio» contra las minorías yazidíes y cristianas, el secretario de Estado estadonidense, John Kerry, anunció que Washington estudia la evacuación «urgente» de civiles. Vamos a proceder a una evaluación rápida porque pensamos que es urgente intentar evacuar a esa gente de las montañas», declaró Kerry.

Un helicóptero iraquí que transportaba a desplazados yazidíes y ayuda humanitaria se estrelló el martes poco después de haber despegado. La diputada yazidí Vian Dajil resultó herida, al igual que una periodista de «The New York Times» y un fotógrafo. El piloto falleció.

El primer ministro británico, David Cameron, indicó ayer que Londres contribuirá a una misión internacional para rescatar a los yazidíes atrapados en las montañas de Sinjar y que ayudará a transportar «municiones» para las fuerzas kurdas.

Aseguró que existen «planes detallados en marcha» para sacar a los yazidíes, pero añadió que «por razones obvias», no podía ser más preciso. «Lo primero que hay que hacer es afrontar la desesperada situación humanitaria de esas personas, que sufren hambre y sed. Necesitamos un plan para sacar a esa gente y ponerla a salvo», incidió. Afirmó también que ayudarán a las fuerzas kurdas a conseguir «municiones», pues «lo que necesitan son municiones y armas como las que han estado utilizando y eso es lo que les está siendo entregado».

Los cristianos sueñan con el exilio lejos de la guerra

Los refugiados cristianos hacinados en una iglesia de Kurdistán Sur ha perdido cualquier esperanza en su país tras la ofensiva yihadista que los expulsó de sus hogares, donde estaban amenazados por ser una minoría religiosa.

«Este país es nuestro país. Hemos sufrido en el pasado, pero el ataque del Estado Islámico (EI) fue lo peor», afirma Salwa, una funcionaria de 40 años que ya es abuela. Refugiada en la iglesia Saint Joseph de Ainkawa, localidad cercana a Erbil, es parte de las decenas de miles de cristianos que huyeron del asalto de los combatientes del EI en las últimas semanas. En Qaraqosh, la ciudad cristiana más grande y de donde es originaria la familia de Salwa, no les dejaron alternativa. «Dijeron o se convierten o huyen. Solo unos se quedaron allá, porque estaban muy enfermos o muy viejos para caminar. Se encerraron en sus casas», explicó. En su opinión, los bombardeos estadounidenses iniciados hace una semana no mejorarán mucho la situación.

«El EI atacó a los cristianos tres veces en los últimos meses. Somos vulnerables aquí. Quiero que mis hijos estén seguros», manifiesta en la puerta de la cabaña prefabricada que les sirve de casa en el patio de la iglesia.

En una carta abierta, el patriarca de la iglesia caldea en Irak, Louis Sako, cifró en 70.000 los cristianos refugiados en Ainkawa.

«Viví varias guerras, pero nunca he visto algo así. Cromprendo que la gente desee salir de Irak, aunque sea nuestro país», señala una religiosa de 74 años. «Algo hay que hacer para salvar a esta gente, cuya historia se inscribe en esas tierras de desde el comienzo», añade Sako. Senere ASSIR