Iñaki Iturritza

Aulesti 1988

El fracking y sus consecuencias negativas han tomado cierto protagonismo durante los últimos años, después de que el anterior Gobierno de Lakua anunciase el uso de esta técnica tras el hallazgo, también cuestionado, de grandes reservas de gas en Araba. Pero existen precedentes anteriores que muestran similitudes importantes. Es el caso de Aulesti en 1988, donde confluyeron perforaciones que entrañaban riesgos y la contrariedad ciudadana.

Sondeos en Aulesti. (Iñaki ITURRITZA)
Sondeos en Aulesti. (Iñaki ITURRITZA)

Muchos de nosotros oímos hablar por primera vez del fracking cuando vimos al anterior Lehendakari, Patxi Lopez, vestido con bata azul, casco de obra y gafas oscuras, comentándonos desde Dallas que en Araba habían encontrado gas suficiente para el consumo energético durante 60 años. Además del hallazgo, cuestionado por asociaciones y algunos expertos, también nos hablaba de una nueva técnica que se usaría en la extracción de ese gas, la fractura hidráulica o fracking [ver vídeo]


Patxi López en Dallas (EEUU) en octubre de 2011. (IREKIA)

Tras la sorpresa por el propio anuncio (hasta ese momento los estudios llevados a cabo en la provincia alavesa desde los años 50 descartaban cualquier tipo de yacimiento comercial) se crearon las primeras plataformas contrarias al fracking. La preocupación por las consecuencias que podría acarrear la fractura hidráulica fue creciendo exponencialmente y todo ello derivó en una manifestación en la capital alavesa que movilizó, un año después, a unas 13.000 personas en contra del fracking y en defensa de nuestro entorno.

Se iniciaba una dinámica de protesta que ponía en tela de juicio un modelo energético que parecía casi intocable. Una dinámica contra el oligopolio cuyos precedentes podemos encontrar muchos años antes, como es el caso de Aulesti, en 1988.

Corrían los primeros años de la convulsa década de los 80 cuando el descubrimiento del yacimiento de gas Gaviota, a pocos kilómetros de la costa de Bermeo, hizo concebir esperanzas al gobierno autonómico de que en el subsuelo se encontraría la solución a la dependencia energética del país.

El Ente Vasco de la Energía, asociándose con las empresas extractoras de la época, tomó la iniciativa de investigar nuevos yacimientos. Para uno de ellos escogieron un emplazamiento a menos de 2 kilómetros del casco urbano de Aulesti, junto al caserío Angiznaguzi.

El proyecto inicial contemplaba un máximo de tres sondeos y la construcción de una planta de tratamiento de gas, así como su conexión a la red de gasoductos si las perforaciones fueran positivas. En caso de no hallarse el gas necesario para usarlo comercialmente, se planteaba la posibilidad de utilizarlo para producir electricidad y si a pesar de todo tampoco fuera suficiente, se planteaba el abandono del sondeo.


Existen multitud de sondeos abandonados que suponen un peligro, como este de Zuazo, que aunque en su día se selló con hormigón, sigue teniendo un importante escape de gas.

La Diputación de Bizkaia no puso ningún problema al proyecto y el 4 de junio de 1987 concedió el permiso a Repsol para comenzar con los trabajos de prospección sísmica. Posteriormente la multinacional solicitó la licencia municipal al Ayuntamiento de Aulesti y fue entonces cuando empezaron los problemas.

El consistorio, sorprendido por la petición, pidió el proyecto definitivo del sondeo y documentación complementaria del mismo ya que denunciaban que muchas de las informaciones sobre dicho sondeo les habían llegado por la prensa.

El 20 de Octubre de 1987 el Ayuntamiento de Aulesti denegó la licencia, entre otras cosas, por falta de documentación y falta de un estudio que garantizara la supervivencia del acuífero, (25 años después sigue pasando lo mismo con el fracking). La empresa rechazó dicha decisión y ,tras una nueva negativa del consistorio, la multinacional acabó recurriendo ante el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco.

El Ayuntamiento, apoyado por Herri Batasuna, decidió entonces iniciar movilizaciones en contra de la imposición del sondeo, movilizaciones que culminarían con la celebración de una manifestación en el municipio el 27 de Octubre de 1988 a la que acudieron cerca de un millar de personas.

La concentración se realizó en un ambiente festivo, con músicos, discursos, disfraces, zancudos y finalizó con un recorrido que acababa a kilómetro y medio del pueblo, en el lugar escogido para el sondeo.


Movilización en Aulesti bajo el lema ‘Gasa gure aberastasuna’ en 1988

También es cierto que lo que empezó con la idea de defender y preservar el territorio de agresiones externas derivó en peticiones que, en principio, poco tenían que ver con el origen de las mismas. El lema principal de la manifestación fue: ‘Gasa, gure aberastasuna’ (El gas, nuestra riqueza). Esta deriva se puede entender enmarcándolo en la realidad energética de la época. En ese momento el gas natural era considerado una energía limpia, duradera y barata. Es decir, entonces no se cuestionaba el uso del gas, todo el mundo lo quería y habíamos interiorizado que parecía ser la energía ‘mas verde’ que existía. Es por eso que las reivindicaciones se dirigieron hacia la soberanía energética. Lo que se pedía era que los recursos vascos se quedaran en Euskal Herria para beneficio de sus habitantes. La revolución de las energías renovables aún estaba por llegar.

A pesar de las justificaciones del Consistorio, finalmente el Tribunal Superior de Justicia acabó dándole la razón a Repsol y al Ayuntamiento no le quedó otra salida que concederle la licencia. Finalmente el 14 de febrero de 1993 comenzó a perforarse el pozo. Debido a las movilizaciones y la presión ejercida, el Ayuntamiento consiguió un acuerdo por el cual, entre otras cosas, se le debía informar periódicamente del transcurso de las obras y podía decidir sobre su paralización si se daban ciertas circunstancias, es decir, pasaba a ser parte activa en el control del sondeo.

Dicho control dio sus frutos ya que al día siguiente de iniciarse oficialmente el sondeo ocurrió lo que el Consistorio había advertido al denegar la licencia, el rio Lea y los acuíferos de la zona se vieron afectados por la contaminación de los lodos de perforación. Apenas se habían excavado 50 metros del sondeo cuando se toparon con el acuífero de la zona. Los lodos de perforación se mezclaron con el agua del subsuelo y salieron a la superficie a través del río Lea, a unos 50 metros aguas abajo del pozo. Pero gracias al acuerdo alcanzado con anterioridad por el Consistorio, dicho episodio pudo resolverse con rapidez y se evitaron males mayores.

El vertido fue denunciado ante la Ertzaintza que tomó muestras del agua y elaboró un informe. Por suerte los lodos usados en esa época no contenían los elementos químicos que sí tienen los lodos utilizados para el fracking y la contaminación apenas duró unos días. El 8 de Julio de 1993 se dieron por finalizadas las labores de perforación y se llegó a la conclusión de que no existía gas suficiente como para ser explotado, por lo que se clausuró el pozo.

Como ya había pasado en ocasiones anteriores, las expectativas creadas ante la llegada de un futuro lleno de riquezas se convirtieron en humo y se difuminaron en el aire, al igual que el dinero invertido en su ejecución. Con el agravante que se había hecho sin tener en cuenta la voluntad popular.


Recientemente Greenpeace publicaba este mapa en el que se muestran las solicitudes para la perforación mediante el uso del fracking; mapa que muestra el peligro de que esta técnica se extienda por todo el territorio vasco.

Tras más de medio siglo, y tras el hallazgo anunciado por Patxi López en octubre de 2011, las perforaciones para la extracción de gas vuelven a ser tema de actualidad en Euskal Herria. Durante el último año ha crecido la dinámica tanto movilizadora como legislativa para obstaculizar el uso del fracking. El Parlamento navarro, con los votos de la oposición, prohibió el uso del fracking en setiembre del año pasado y desde diferentes plataformas contra el fracking han iniciado una recogida de firmas para llevar al Parlamento de Gasteiz una Iniciativa Legislativa Popular que pida la prohibición del fracking. Con esta iniciativa pretenden, también, fortalecer más allá de Araba la dinámica contra el fracking.

25 años después vuelven a confluir varios elementos: los intereses poco conocidos del oligopolio energético y una protesta social creciente contra esos intereses y sus consecuencias.