Isidro Esnaola
150 aniversario de la primera edición

La sociedad moderna, a través de «El Capital» de Marx

Existe una categoría de libros de los que todo el mundo habla pero que muy poca gente lee. Uno de ellos es, sin duda, «El Capital», de Karl Marx. Su influencia se extiende mucho más allá del marxismo. Empresarios de éxito, por ejemplo, han reconocido que su lectura les ha enseñado mucho acerca de cómo dirigir una empresa. De hecho, algunas de las primeras críticas que se hicieron al libro valoraban en positivo, precisamente, su utilidad para la dirección de fábricas.

El artífice del sistema de contabilidad nacional que se utiliza, entre otras cosas, para medir el PIB, y premio Nobel de Economía, Vasily Leontiev, dijo de “El Capital” que «si, antes de intentar dar una explicación del desarrollo económico, uno quiere saber lo que realmente son las ganancias, los salarios, la empresa capitalista, se puede conseguir en los tres volúmenes de ‘El Capital’ una fuente de información más realista y cualitativa que lo que se puede encontrar en diez informes consecutivos de la oficina de censo de Estados Unidos, en una docena de libros de texto sobre economía moderna e incluso, me atrevería a decir, en la colección de obras de Thorsten Veblen». Es evidente que con el paso del tiempo no ha perdido su valor como manual de economía.

Es por ello que en 2013 el proyecto Memoria del Mundo de Unesco introdujo el manuscrito de “El Capital” y el del “Manifiesto Comunista” entre sus fondos señalando que «son dos de las más importantes publicaciones del siglo XIX cuya gran influencia llega hasta nuestros días».

Historia de «El Capital». Los primeros mil ejemplares del primer tomo de este libro salieron de una imprenta de Hamburgo con fecha del 14 de setiembre del año 1867, por lo que este año se cumple el 150 aniversario de su publicación. No obstante, el libro tuvo una larga gestación. Durante los años 50 del siglo XIX, Marx trabajaba sobre un plan que consistía en analizar el sistema capitalista en su conjunto. En un principio se planteó hacerlo en seis libros: el primero estaría dedicado al capital en general; el segundo a la propiedad de la tierra, el tercero analizaría el trabajo asalariado, y los siguientes tres tomos versarían sobre el estado, el comercio exterior y el mercado mundial.

A medida que fue avanzando en sus investigaciones el esquema inicial fue cambiando y en los años 60 del siglo XIX el proyecto ya se parecía mucho al resultado final en cuatro libros. El primero trataría del proceso de producción del capital; el segundo, del proceso de circulación y el tercero analizaría el proceso en su conjunto. El cuarto estaría dedicado a la crítica de las teorías económicas previas.

De la amplitud de la obra da una pequeña muestra el hecho de que el cuarto libro, que en realidad son tres tomos titulados “La teoría de la plusvalía” y que recoge una lectura crítica de las teorías anteriores a sus estudios, fue el primero que terminó y fue el último que se publicó, ya en el siglo XX.

En los años 63-65, Marx reescribió los tres primeros tomos de “El Capital”. Su idea entonces era publicarlos conjuntamente, pero finalmente desistió y en 1866 comenzó la preparación del primer tomo, el único que se publicó durante su vida. El perfeccionismo de Marx y la meticulosidad de su trabajo se reflejan, por ejemplo, en el hecho de que durante los años 70 escribió hasta siete borradores solamente del segundo tomo. De ellos se sirvió su amigo y colaborador Friedrich Engels para publicar tras la muerte de Marx el segundo tomo en el año 1885. Posteriormente, en base a los manuscritos de los años 1863-1865, Engels preparó el tercer tomo de “El Capital” que se publico en el año 1894, meses antes de su propia muerte. “La teoría de la plusvalía” vio la luz ya en el siglo XX de la mano de Karl Kautsky.

La primera traducción. En vida de Marx y Engels se hicieron traducciones de “El Capital” a nueve idiomas. Curiosamente la primera se hizo al ruso y se publicó en San Petersburgo en 1872 en la editorial NP Polyakov. Resultó además bastante accidentada. Comenzó el trabajo el anarquista ruso y rival de Marx Mijail Bakunin pero no llegó a terminarla, debido, al parecer, a las dificultades que tuvo para traducir la nueva terminología económica. Continuó el trabajo el revolucionario y escritor ruso German Lopatin, pero tampoco pudo concluir el trabajo: fue arrestado tras fallar el intento de liberar a otro revolucionario, Nikolai Chernishevski, de su confinamiento en Siberia. Finalmente la traducción fue terminada por el economista ruso Nikolai Danielson.

Metodología, interpretaciones y polémicas. Marx comenzó su estudio del sistema capitalista analizando las diferentes formas de beneficio: los dividendos de las empresas por acciones, los beneficios del capital comercial o industrial, la renta de la tierra, etc. De todas estas formas concretas llegó a una interpretación común y general: la fuente de todas ellas era la plusvalía que el capital obtenía de la explotación del trabajo asalariado. De este modo dio una explicación coherente a todas las manifestaciones del sistema de explotación inherente al capitalismo.

Sin embargo, mientras su investigación transcurrió desde las formas superficiales y concretas hasta la base abstracta y general a todas ellas, “El Capital” fue escrito en sentido inverso, esto es, Marx comenzó por el modo ideal en el que se genera la plusvalía para seguir analizando después la transformación de esa plusvalía en cada una de las formas de ganancia concreta, ya sea beneficio del capital, renta o dividendos.

Un trabajo tan concienzudo dejó cantidad de material para la reflexión y también para la controversia. Muchos son los comentarios a “El Capital” o guías de lectura que se han publicado, desde una de las primeras de David I. Rozenberg hasta las más conocidas de Luis Althusser o David Harvey.

El economista austriaco Eugen Böhm Ritter von Bawerk fue uno de los primeros y más acérrimos críticos de esta obra de Marx. Se centró en lo que consideraba contradicciones entre el primer y el tercer tomo del libro. En realidad, las diferencias tiene que ver con el diferente nivel de abstracción con el que se analiza en cada tomo el movimiento del capital.

Tras el concienzudo trabajo de Marx, las discusiones teóricas decayeron rápidamente. El resto de escuelas de economía simplemente renunciaron a la teoría del valor que conlleva la existencia de un plusvalía que informa de modo explícito de la explotación capitalista y buscaron una base teórica diferente. Las nuevas teorías sustituyeron la categoría valor por la de utilidad, sin embargo, en ningún momento llegaron a alcanzar la perfección de la explicación dada por Marx.

La izquierda y «El Capital». Las interpretaciones y controversias siguieron, no obstante, entre los marxistas. Hay, por ejemplo, un capítulo sexto inédito titulado “El resultado del proceso de producción inmediato” y que por alguna razón Marx decidió no incluir en la redacción final del primer tomo. Pues bien, algunos marxistas consideran ese capítulo clave para comprender la esencia del capitalismo.

Por otro lado, en la URSS se dio gran importancia al estudio de “El Capital” y especialmente al análisis del método dialéctico utilizado por Marx en sus investigaciones. En las facultades de Economía se dedicaban a su estudio tres semestres, uno por cada tomo. Y a pesar de la rigidez escolástica del socialismo real, las interpretaciones de muchos aspectos generaron importantes controversias teóricas; algunas de ellas se alargaron, incluso, durante años.

El libro de las crisis. ”El Capital” se ha convertido en el manual al que se recurre cuando las grandes crisis estallan. Así, por ejemplo, en otoño de 2008, tras la quiebra del Lehman Brothers, los libreros alemanes informaron que las ventas de la obra de Marx se habían triplicado.

El libro contiene un estudio riguroso del funcionamiento económico de la sociedad actual. Sin embargo, una lectura atenta permite encontrar aspectos que sugieren que en algunas apreciaciones Marx posiblemente se dejó llevar por sus convicciones políticas y obvió algunos resultados de sus análisis que a su juicio no resultaban convenientes políticamente.

Este aniversario puede ser un buen momento para empezar a leerlo, o releerlo, porque, a diferencia de aquellos que tienen todas las respuestas, “El Capital” ofrece explicaciones pero, sobre todo, método y categorías para seguir analizando la sociedad actual.