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Vladimir Putin y Petro Poroshenko se reunen en Minsk pero mantienen posiciones distantes

Los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y Ucrania, Petro Poroshenko, han roto el hielo al reunirse por primera vez sin mediadores, aunque durante la cumbre de Minsk han defendido diferentes vías para la paz en la región.

Saludo entre el presidente ruso, Vladimir Putin, y Petro Poroshenko, mandatario ucraniano. (Sergei BONDARENKO/AFP PHOTO)
Saludo entre el presidente ruso, Vladimir Putin, y Petro Poroshenko, mandatario ucraniano. (Sergei BONDARENKO/AFP PHOTO)

«Estamos convencidos de que (la crisis ucraniana) no se podrá solucionar por la vía de la escalada del uso de la fuerza, sin tener en cuenta los intereses vitales de las regiones surorientales del país y sin un diálogo pacífico con sus representantes», ha dicho Putin al inicio de la cumbre en la capital bielorrusa.

Aunque no pueden considerarse negociaciones de paz propiamente dichas, la cumbre de Minsk es el primer intento internacional de alcanzar un compromiso entre Rusia y Ucrania sobre el arreglo del conflicto.

Durante la reunión que se ha celebrado en presencia de representantes de la Unión Europea, Putin se ha reafirmado en las posiciones que mantiene el Kremlin desde el inicio de la rebelión armada en Donetsk y Lugansk.

Sus condiciones son el cese de la ofensiva contra los bastiones rebeldes en las regiones de Donetsk y Lugansk, corredores humanitarios para aliviar el sufrimiento de la población en la zona del conflicto y diálogo con las población rusa del sureste del país vecino.

Putin ha preferido centrar su intervención a puertas abiertas en los prejuicios para la economía rusa de la asociación entre Ucrania y la UE, que ha cifrado en unos 100.000 millones de rublos (menos de 2.000 millones de euros) y ha advertido de la posibilidad de tomar medidas al respecto.

Eso que la cumbre ha comenzado con la nota positiva del saludo entre Putin y Poroshenko, que se han dado la mano en el Palacio de la Independencia de Minsk en presencia de la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, aunque el semblante del mandatario ucraniano era serio.

El presidente del país anfitrión, Alexandr Lukashenko, y el líder kazajo, Nursultán Nazarbáyev, han exhortado a los dirigentes ruso y ucraniano a dejar de lado sus ambiciones políticas y reunirse cara a cara para poner fin a las hostilidades.

«Para Rusia y para Ucrania ha llegado la hora de la verdad. Pues, el derramamiento de sangre no puede continuar. Si esto sigue se puede convertir en una confrontación global», ha dicho Nazarbayev.

Según ha informado el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, el ansiado cara a cara entre los líderes ruso y ucraniano se ha celebrado finalmente después de una cena de trabajo multipartita.

«Las posturas de las partes difieren, aunque todos coinciden en una cosa, la necesidad de buscar compromisos: desescalada del conflicto, liberación de rehenes, solución del problema de los refugiados, cooperación humanitaria», ha reconocido Lukashenko.

Por su parte, Poroshenko ha intentado involucrar a la comunidad internacional en la solución el conflicto al asegurar que en Minsk «se decide el destino del mundo y de Europa».

El líder ucraniano ha instado durante la cumbre a Rusia a respaldar su plan de paz, que incluye el desarme de las milicias de Donetsk y Lugansk y la descentralización de Ucrania, como «fundamento para el arreglo» del conflicto.

«Estoy convencido de que este plan es actual y el único instrumento posible para el cese del derramamiento de sangre y la reconstrucción del Donbass», ha señalado.

Al mismo tiempo, el líder ucraniano se ha mostrado dispuesto a discutir otras vías para la solución del conflicto en Donetsk y Lugansk, escenario de combates entre fuerzas gubernamentales y rebeldes desde hace casi cuatro meses.

«Entiendo que a todas las partes implicadas les gustaría una salida digna de esta situación. Y estoy dispuesto a debatir distintas variantes que garanticen dicha estrategia de salida, una salida a un futuro pacífico para Ucrania y para Europa», ha indicado.