Iñaki VIGOR
Iruñea

LA CORRUPCIÓN Y EL PSOE HAN CAVADO LA TUMBA DEL PSN

Todas las encuestas otorgan al PSN entre 5 y 7 escaños en el nuevo Parlamento navarro, donde quedaría relegada a quinta fuerza. ¿Cómo es posible que un partido que llegó a tener más de 94.000 votos y gobernó durante once años haya caído tan bajo? Un análisis de los resultados electorales desde 1979 revelan que la corrupción de algunos de sus dirigentes, junto a las imposiciones del PSOE para sostener a UPN en lugar de buscar un Gobierno alternativo, han sido determinantes en el hundimiento del PSN.

Desde las primeras elecciones postfranquistas, en 1979, el régimen se ha sustentado en Nafarroa en dos pilares básicos: UPN y PSN. Estos dos partidos han sido las dos patas de un banco que ha sostenido el estatus heredado de la época anterior. En estos 36 años -tantos como los que duró la dictadura- se han celebrado nueve elecciones al Parlamento navarro, y en todas ellas UPN y PSN han sumado más de 25 escaños. Es decir, siempre han tenido la mayoría suficiente para mantener el banco bien asentado y amarrado a sus intereses.

La cuestión de Estado explica el apoyo mutuo entre dos partidos que, en teoría, parecían antagónicos, dos siglas que siempre han sumado mayoría parlamentaria para apuntalar el régimen impuesto desde Madrid. En 1979 obtuvieron 28 escaños (15 PSN y 13 UPN), aunque el partido más votado fue UCD (20). En 1983 (primeras elecciones a la Cámara navarra tras el golpe de Estado de 1981), el PSN se disparó a 20 escaños y UPN mantuvo sus 13. En las elecciones de 1987 hubo igualdad entre ambos (15 de PSN y 14 de UPN), igualdad que se mantuvo en 1991 pero con el matiz de que UPN (20) se puso por delante del PSN (19). El partido fundado por Jesús Aizpún alcanzaba por primera vez el Gobierno, presidido por Juan Cruz Alli.

    1979   1983   1987   1991   1995   1999   2003   2007   2011   2015
UPN   13   13   14   20   17   22   23   22   19   13-15
PSN   15   20   15   19   11   11   11   12   9   5-7
SUMA   28   33   29   39   28   33   34   34   28   18-22

En 1995, tras el ‘caso Urralburu’, el PSN perdió 8 escaños. El ‘agostazo’ de 2007 le supuso un nuevo descalabro, y ahora, tras el “marzazo” de 2014, las encuestas le auguran los peores resultados de su historia. La suma de UPN y PSN no alcanzaría la mayoría parlamentaria de 26 escaños. En 2007 UPN presentó listas conjuntas con el PP, partido que logró 4 escaños en 2011.

En esa misma legislatura el propio Alli fue instigado a dimitir por el ala más derechista de UPN, tras acusarle de filovasquismo (fue el primer presidente de Gobierno que participó en el Nafarroa Oinez). La consiguiente escisión propició el surgimiento de CDN, que logró 10 escaños en las elecciones de 1995. UPN se mantuvo como primera fuerza (17), mientras que el PSN (11) sufría un fuerte batacazo. Sin duda, la causa principal fue el estallido del llamado “caso Urralburu” tan solo un año antes. El carismático dirigente «socialista», que había presidido el Gobierno de Nafarroa entre 1984 y 1991, marcaba así la gran debacle de su partido. Fue condenado en 1998, junto con su consejero Antonio Aragón, y aunque salió libre en 2003, la herida causada en el PSN ya no iba a cicatrizar. El periodista Patxi Zamora (actual portavoz de Kontuz) lo reflejó en un libro editado en 1996: ‘Urralburu. Corrupción al servicio del Estado’. El título lo dice todo.


Cartel electoral de Urralburu antes de ser procesado por corrupción (Archivo fotográfico Iñaki Vigor)

«A Gabriel Urralburu la derecha navarra y los poderes fácticos españoles le permitieron todo, porque había sido el peón esencial en la ‘cuestión de Estado’ vasca», resumía el propio Patxi Zamora.

El régimen se desequilibra

Tras el impacto que supuso el ‘caso Urralburu’, el banco que sostenía el régimen había quedado desequilibrado, se había inclinado peligrosamente tras el tajo sufrido en la ‘pata’ del PSN: perdió casi 30.000 votos y 8 escaños en las elecciones de 1995. El partido había quedado tocado, y fue entonces cuando realizó una maniobra inédita para intentar remontar vuelo: alejarse de UPN y llegar a un acuerdo de Gobierno con CDN, IUN y EA. Los 28 escaños que sumaban entre los cuatro partidos sirvieron para colocar de presidente del Gobierno a Javier Otano, que había sido nombrado secretario general del PSN tras la caída de Urralburu.

Sin embargo, la propuesta para crear un Órgano Común Permanente entre Nafarroa y la CAV fue suficiente para activar a las fuerzas más antivasquistas de PSN-UGT. Alguien de este entorno (unos apuntan a Víctor Manuel Arbeloa y otros a Miguel Ángel Ancízar) poseía datos muy precisos de que Javier Otano era titular de una cuenta en Suiza, y los filtró a ‘Diario de Navarra’. Un día después de que este periódico publicase la noticia, Otano anunciaba su dimisión fulminante y el Gobierno de Nafarroa pasaba a manos de UPN. Ahí comenzó la larga etapa presidida por Miguel Sanz, sin duda el dirigente más influyente en el partido desde la muerte de Jesús Aizpún.

Javier Otano fue juzgado y quedó absuelto por ‘prescripción del delito’, lo que significa que sí había habido delito. El binomio PSN-corrupción quedó indisolublemente asociado en gran parte de la sociedad navarra. En las elecciones de 1999 este partido se quedó estancado en 11 escaños, justo la mitad que UPN. Aun así, siguió sosteniendo el banco del régimen, mientras miraba de reojo a una fuerza que se le acercaba por su izquierda: Euskal Herritarrok obtuvo ese año 47.271 votos y 8 parlamentarios.

El PSOE impide el cambio

En las elecciones de 2003, con la izquierda abertzale ilegalizada, a UPN (23 escaños) le bastaron los 4 votos de CDN para alcanzar mayoría en el Parlamento y mantener a Miguel Sanz en el Gobierno. Cuatro años después el PSN tuvo un pequeño repunte (subió de 11 a 12 escaños) y llegó a un acuerdo con NaBai (12) e IUN (2) para formar un Gobierno alternativo a UPN (logró 22 escaños en listas conjuntas con el PP).

El abogado Fernando Puras fue el candidato elegido por el PSN para iniciar esta nueva etapa, pero entonces el PSOE recordó a su militancia quién corta el bacalao en asuntos de Estado: ordenó al PSN que permitiera seguir gobernando a Miguel Sanz. Aquella imposición de Madrid fue conocida como ‘el agostazo’, por ser en este mes cuando se abortó el intento de alcanzar un cambio que cada vez era más ansiado en Nafarroa. Para más inri, el lema de la campaña electoral del PSN había sido el siguiente: ‘En Navarra, tu decides’.

Una buena parte del propio electorado del PSN vio truncadas sus expectativas de cambio por culpa, precisamente, de los máximos dirigentes del partido. Tan solo dos meses después del ‘agostazo’, el ministro de Fomento, José Blanco, se vio obligado a justificar en la sede del PSN en Iruñea el apoyo de su partido a UPN. Dos años después, el propio Blanco y Sanz posaban sonrientes ante las cámaras con motivo del acuerdo alcanzado entre ambos para construir la obra más faraónica jamás proyectada en Nafarroa y la más costosa para sus arcas: el TAV.


Miguel Sanz y José Blanco tras firmar el acuerdo sobre el TAV en 2009 (Jagoba MANTEROLA / ARGAZKI PRESS)

Gobierno UPN-PSN

A raíz del ‘agostazo’, la opinión pública navarra comenzó a ver más claramente que el PSN era el verdadero impedimento para alcanzar un cambio real, y así se reflejó en las elecciones de 2011: perdió 22.000 votos y tres escaños, quedándose con tan solo 9 parlamentarios. Fue el peor resultado de su historia. La pata del PSN era cada vez más corta para sostener el banco del régimen, mientras que la pata de UPN seguía aguantando firme, con 111.000 votos y 19 escaños.

En esas elecciones de 2011 se produjo el surgimiento de Bildu, que logró 7 parlamentarios, mientras NaBai conseguía 8. Al igual que en 2007, se planteó la posibilidad de desbancar a UPN del Gobierno, ya que los votos del PP (4) no le permitían alcanzar mayoría parlamentaria. El candidato del PSN, Roberto Jiménez, alimentó las esperanzas de cambio con unas declaraciones contundentes: «Con UPN no me une absolutamente nada y está descartadísimo que vayamos a gobernar juntos». Poco después se formaba un Gobierno conjunto UPN-PSN presidido por Yolanda Barcina y Roberto Jiménez como vicepresidente y consejero de Presidencia, Administraciones Públicas e Interior.

El Gobierno UPN-PSN no duró ni un año. Se rompió en junio de 2012, justo después de que trascendiera a la opinión pública que la Hacienda navarra estaba prácticamente en bancarrota. Roberto Jiménez se enfadó porque no le habían informado de esa situación. UPN se quedó en minoría, pero el PSN seguía sin dar el paso necesario para quitar a Barcina de la presidencia del Gobierno y facilitar el ‘cambio’ que tanto había pregonado en la campaña electoral.

El PSOE lo impide de nuevo

En marzo de 2013 la opinión pública se vio sacudida por el caso más sonado de los últimos años en Nafarroa: el cobro de dietas escandalosas en Caja Navarra por parte de cargos electos de UPN y PSN (incluido Roberto Jiménez) y la posterior desaparición de la CAN, la mayor entidad financiera del herrialde. La situación económica iba de mal en peor, la sociedad navarra estaba cada vez más encrespada, y en enero de 2014 llegó la puntilla: Idoia Nieves dimitió de directora de la Hacienda Tributaria de Navarra y acusó al Gobierno de Barcina de injerencias en su trabajo y de tratos de favor, tanto personales como a entidades como el Opus Dei y Osasuna.

Esas revelaciones desataron una gran tormenta política. El PSN intentó sacar partido de la crispación social enfrentándose abiertamente a UPN, hasta el punto de plantear una moción de censura contra Barcina. El propio Roberto Jiménez hizo de nuevo unas declaraciones rotundas: «O se va, o la echamos». Parecía, por fin, que el PSN iba a romper con el régimen, pero de nuevo surgió el PSOE para evitarlo. En esta ocasión fue el exministro Pérez Rubalcaba quien prohibió la moción de censura contra Barcina. Esta nueva imposición, enmarcada en la ‘cuestión de Estado’, fue conocida como el ‘marzazo’ por haberse producido en ese mes. A la vista de ello, Bildu y Aralar presentaron en abril una moción contra la presidenta del Gobierno, pero no prosperó por culpa del PSN.

El ‘marzazo’ supuso un gran mazazo para la opinión pública navarra, cada vez más consciente de que el PSN era el principal impedimento para el ansiado cambio. Un año después todas las encuestas han confirmado su debacle total en las próximas elecciones. Por primera vez en la historia se vislumbra en Nafarroa un cambio político sin participación del PSN, relegado a quinta fuerza parlamentaria. Si así se confirma, puede marcar el inicio de su total desaparición.


Barcina junto a Rubalcaba en marzo de 2013. (Idoia ZABALETA / ARGAZKI PRESS)

En definitiva, el banco que sostiene el régimen se ha quebrado por la pata del PSN, a quien la corrupción y la dirección del PSOE le han cavado la tumba. Los escaños que consiga la derecha parecen claramente insuficientes para mantener el actual estatus. A no ser que UPN recurra a una ‘pata ortopédica’ para intentar sostener ese banco, el cambio real se ve hoy en día más factible que nunca. Después de cuatro décadas de franquismo y otras tres de amiguismo entre UPN y PSOE para mantener el régimen heredado de la dictadura, parece que este ha llegado a su fin.

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