Iñaki Vigor

Del coqueto frontón de la Mañueta al faraónico Arena

Iruñea es una de las capitales vascas con más afición a la pelota, un deporte que se ha practicado sin interrupción desde hace al menos siete siglos en todo tipo de frontones. De algunos de ellos han salido grandes campeones tanto en el campo aficionado como en el profesional.

Unas pelotaris jugando en la Mañueta. (Idoia ZABALETA/ARGAZKI PRESS)
Unas pelotaris jugando en la Mañueta. (Idoia ZABALETA/ARGAZKI PRESS)

Entre 1911 y 1954 funcionó en la calle Mañueta un frontón que sirvió para acuñar un término todavía vigente: mañuetero. Se llama así al pelotari que utiliza tretas y artimañas para ganar al contrario, ya que en aquel pequeño recinto del Casco Viejo de Iruñea jugaban maestros en habilidad y malicia. Allí se hacían las apuestas más inverosímiles, y los vecinos disfrutaban viendo jugar a míticos pelotaris con un banco atado a la espalda, un perro debajo del brazo o sentándose en una silla cada vez que restaban. No eran pelotaris profesionales, sino simples aficionados a la pelota, un deporte que ya se practicaba hace más de 700 años.

La referencia más antigua es un documento de 1331 encontrado en el Archivo de Navarra, y revela que entonces ya se jugaba a pelota a mano, o ‘‘jeu de paume’’. En aquella época había en Iruñea, al igual que en París y otras ciudades francesas, juegos de pelota en conventos. La afición fue creciendo cada vez más, y comenzó a practicarse en otros espacios. Las crónicas recogen que a finales del siglo XVII este juego era practicado por los hidalgos de Iruñea, pero  se extendió rápidamente a todas las capas sociales. En 1743 se prohibió jugar a pelota en las calles de la ciudad, lo que da una idea del arraigo que alcanzó.

Poco a poco se fueron creando lugares específicos, llamados genéricamente ‘‘juegos de pelota’’. En 1840 ya había unos cuantos en la ciudad, pero el más famoso era el Juego-Nuevo, que tenía 18 cuadros. Este frontón cerró en junio de 1909, cinco meses después de que se abriera el Euskal Jai en la calle San Agustín. Allí acudían numerosos aficionados tanto para practicar como para ver jugar a las figuras de la época.

 

El Euskal Jai era un magnífico edificio modernista y tenía, según los profesionales que pasaron por allí, el mejor frontis que habían conocido. Se jugaba sobre todo a remonte, una modalidad inventada precisamente en Iruñea por Juan Moya Bernedo en 1904. No solo fue el primer frontón largo de la ciudad, sino también el gran centro pelotazale hasta que cerró en 1977.

Era un edificio singular, de aspecto elegante, que merecía ser conservado por su valor como patrimonio histórico-artístico de la ciudad. Sin embargo, los sucesivos ayuntamientos dejaron que llegase a un estado ruinoso. En 1994 fue ocupado y rehabilitado  por un nutrido grupo de jóvenes que pedían locales para autogestionar, pero diez años más tarde el Ayuntamiento compró el frontón, lo desalojó y ordenó su derribo. Solo faltaban cinco años para que el viejo Euskal Jai hubiera cumplido un siglo y se hubiera iniciado la incoación de Bien de Interés Cultural, pero quedó reducido a escombros.

«En cualquier ciudad culta de Europa sería un auténtico lujo mimado por las instituciones», señaló la Iniciativa Ciudadana para la Defensa del Patrimonio/Ondarearen Aldeko Herri Ekimena. Pero en la ciudad de Iruñea ese tipo de decisiones las tomaba el alcalde Alfredo Jaime (UPN), quien llegó a hacer ostentación de no leer libros porque era cosa de «personas aburridas».

La época dorada del Labrit
El remonte pasó al Euskal Jai Berri, que no se construyó en Iruñea, sino en Uharte, por lo que la capital navarra se quedó con un solo frontón para la pelota profesional: el Labrit. Este fue inaugurado en 1952, y por él han pasado, y siguen pasando, los mejores pelotaris del mundo. Su aforo para 945 personas ha resultado escaso durante décadas, ya que se ponía a rebosar cada vez que salían a la cancha figuras como los Retegi, Lajos, Pierola, Vergara, Maiz, Martinikorena... Fueron los años dorados de la pelota, una época en la que muchos aficionados tenían que seguir la retransmisión del partido por radio porque se habían quedado sin entrada. La televisión todavía no había empezado a explotar aquel filón deportivo.

La mano era la modalidad reina, pero el campeón de Iruñea más destacado en las últimas décadas ha sido un palista: Óscar Insausti. No solo fue campeón del mundo en varias ocasiones y campeón olímpico en 1992 en Barcelona, sino que ha sido el único pelotari profesional que se ha retirado siendo campeón individual. Lo hizo en 2003, cuando tenía 38 años de edad, después de dos décadas asombrando con su potencia y habilidad en todos los frontones donde jugó.

También había pelotaris aficionados que tenían tanto gancho como los profesionales. Uno de los más conocidos fue Agustín Asenjo, nacido en Berbintzana en 1936 y con unas habilidades portentosas. Cientos de personas acudían al Labrit todos los miércoles y sábados del año para verle jugar a pala corta, aunque también era un fenómeno a paleta cuero y paleta goma. Sus desafíos, que en ocasiones recordaban a los de la Mañueta, eran memorables.



Prácticamente todos los clubes deportivos (Amaya, Larraina, Club Natación...) tenían frontón, pero los aficionados que no eran socios de ninguno de ellos tenían que  recorrer los frontones públicos de la ciudad hasta encontrar uno que no estuviera ocupado. Algunos lo hacían en el Jito Alai, construido en la parte trasera del Labrit aprovechando una parte de la muralla, pero el hecho de ser descubierto lo hacía impracticable buena parte del año. Otros se desplazaban hasta el frontón de Eugi, en el barrio de Sanduzelai, pero también era descubierto y además muchas pelotas acababan en el río Arga.

Mucho más solicitado estaba el frontón cubierto de los Capuchinos, donde se adquirían habilidades mañueteras porque era estrecho y con columnas en la contracancha. O el frontón de los Fosos de la Ciudadela, al que solía acudir el propio Julián Retegi a pelotear en las tardes de verano y en ocasiones a jugar «bajo pata» en algún desafío ocasional. Este último frontón descubierto fue eliminado por el Ayuntamiento en 2010, al igual que hizo un par de años más tarde con el frontón cubierto que existía dentro del recinto de la Casa de Misericordia. La ‘‘Meca’’ ya había estado explotando un frontón desde 1777 hasta 1910 para obtener ingresos con los que poder atender a ancianos y personas sin recursos.

El López, salvado de la demolición
Sin duda, uno de los frontones más famosos ha sido, y sigue siendo, el de López, construido en 1933 por el empresario Toribio López en su finca de recreo del barrio de Iturrama. Cuando se produjo el golpe militar de 1936, fue obligado a fabricar botas para el Ejército golpista. Como dato anecdótico, Toribio se construyó entonces un pequeño búnker antiaéreo junto al frontón, que todavía se conserva en la actualidad.

También este frontón quiso ser derribado por el Ayuntamiento, pero en esta ocasión lo evitó la fuerte oposición de los aficionados a la pelota. Su frontis está considerado como uno de los mejores de Nafarroa, al igual que lo era el del viejo Euskal Jai, cuyas losas, por cierto, desaparecieron tras su demolición. El frontón López sigue siendo muy utilizado en la actualidad, sobre todo para practicar la modalidad de paleta goma. De allí han salido varios campeones. Uno de ellos fue el gran Miguel Angel Uros, ‘‘Txiki’’, un zurdo que logró decenas de txapelas en las modalidades de paleta cuero y pala corta y que llegó a ser dos veces campeón del mundo en el campo aficionado.

Iruñea ha sido dos veces sede del Campeonato del Mundo de Pelota Vasca, una en 1962 y otra 40 años más tarde, en 2002. Fue precisamente en este año cuando se construyó el trinquete municipal de Mendillorri para poder disputar diversas modalidades, ya que los dos únicos trinquetes existentes hasta entonces pertenecían a dos clubes privados (Tenis y Oberena).

Hoy en día existen muchísimas más posibilidades de jugar a pelota en Iruñea sin tener que ir de frontón en frontón hasta encontrar uno libre. Los aficionados disponen de una decena de canchas de propiedad municipal, siendo las más utilizadas las de los complejos deportivos de Errotxapea, Sanduzelai, Aranzadi y Ezkaba, este último junto al Parque del Mundo. A ellos hay que añadir los ya citados de la Mañueta (que fue reformado en 1985), Jito Alai, Labrit y López, así como los existentes en ikastolas y otros centros de enseñanza pública. Algunos son de uso libre y en otros hay que pagar, con reserva previa.



El frontón del Reyno de Navarra Arena
Mención aparte merece el frontón del Reyno de Navarra Arena, el más moderno, grande y espectacular que existe en estos momentos en Iruñea. Pero tiene el inconveniente de que todavía no se puede jugar en él, y además ni siquiera existe fecha prevista para su inauguración. Este flamante frontón tiene capacidad para unos 3.000 espectadores y forma parte de la faraónica obra impulsada por el Gobierno de UPN, con un coste de 60 millones de euros, junto al estadio de El Sadar.

Uno de los objetivos de su construcción era competir con el Frontón Bizkaia, de Bilbo, para acoger las finales de los campeonatos manomanista, por parejas y del cuatro y medio. De momento, solo se ha conseguido tener un frontón cerrado, a la espera de que el Gobierno del cambio encuentre una solución. Aquel pequeño y mítico frontón de la Mañueta era todo un encanto para jugadores y espectadores, mientras que el del Reyno Navarra Arena está siendo el mayor desencanto para los aficionados a la pelota.