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La inauguración olímpica condensa esencia e historia de Brasil, y lanza un mensaje verde

El corazón de Brasil, mezcla de pueblos, culturas y sensibilidades, ha elegido para inaugurar los primeros Juegos Olímpicos que se celebran en Sudamérica un mensaje de compromiso con el planeta, en el que ha implicado a los más de 10.000 atletas llamados a desfilar por el escenario inigualable de Maracaná.

Un mensaje verde en favor del planeta ha inundado Maracaná. (AFP/Francois-Xavier MARIT
Un mensaje verde en favor del planeta ha inundado Maracaná. (AFP/Francois-Xavier MARIT

El estadio deportivo más célebre del mundo, testigo de tantas hazañas, ha sellado su unión para siempre con el olimpismo en una ceremonia divertida, ágil, comprometida y que ha dado prioridad a la estética por encima de la tecnología.

Los indígenas, los inmigrantes europeos, los esclavos llegados de África, el aeroplano de Santos Dumont, la chica de Ipanema, las escuelas de samba y los niños de las favelas han desfilado con su cuota de protagonismo por el escenario, en la gran fiesta que ha precedido a la llegada de los atletas.

Los organizadores de la ceremonia, el director de cine Fernando Meirelles y el productor Marco Balich, habían prometido una apertura «nada opulenta» y en la que mostrarían «una reinterpretación de Brasil».

Pero no habían advertido de que el espectáculo llegaría acompañado de un tirón de orejas a los habitantes del planeta por el mal trato que le deparan.

El gran lienzo blanco que ha cubierto el césped ha sido una enorme pantalla sobre la que se han proyectado imágenes impactantes alusivas a la naturaleza, el urbanismo y la vida de Brasil.

En un extremo del estadio, una favela levantada con enormes bloques verticales ha servido de pista de baile a los artistas. Más de 5.000 voluntarios y 300 bailarines profesionales han participado en la ceremonia.

Un completo repaso a la historia del país ha dado paso a nombres, canciones y escenas conocidos por todos los presentes. Las diversas músicas de Brasil han tenido su justo homenaje.

La 'garota de Ipanema' ha encarnado por la modelo Giselle Bündchen, que ha puesto fin a su carrera con un desfile sobre la pasarela más larga que habrá pisado nunca: los más de cien metros que ha recorrido sonriente de un extremo a otro de Maracaná.

El estadio entero ha cantado y bailado 'País tropical' antes de que se haya hecho el silencio para que Brasil, el país que disfruta en su casa del mayor jardín del globo, la Amazonía, haya invitado a los terrícolas a 'replantar' el planeta.

Desfile y semillas

El calentamiento global, el deshielo de los polos y la subida del nivel del mar se han colado en la celebración, con una llamada a poner remedio y el recuerdo de que hay soluciones. Como la que Río 2016 ha encomendado de manera simbólica a los atletas: la siembra de una semilla que crecerá en el parque olímpico de Deodoro.

Apenas 50 minutos después de que haya empezado la ceremonia los deportistas han comenzado el desfile por el estadio.

Cada uno ha ido introduciendo su semilla en unos cartuchos de tierra de los que crecerán 207 especies diferentes, una por delegación participante. Había donde elegir: hay más de 50.000 catalogadas en Brasil.