Sin Fronteras (La Jornada) - Marian Azkarate
CANCIONES SOBRE LA EMIGRACIÓN MEXICANA

La ruta sonora de los inmigrantes

La música no entiende de muros, ni siquiera del que quiere levantar el presidente de EEUU en la frontera con México. Puede ser que los inmigrantes menos afortunados lleguen a la tierra prometida sin nada en los bolsillos, pero a ninguno de ellos le ha faltado nunca una tonada que tararear en los campos o los talleres, una letra triste o feliz que alza un puente entre su nueva realidad y la vida que dejó atrás. Son canciones también que retratan las redadas contra los indocumentados, como las que canta la banda La Santa Cecilia (en la imagen).

En un reportaje memorable, Pete Hamill –toda una leyenda del periodismo neoyorquino, que ha sido columnista y editor de “New York Post” y “The New York Daily News”– describía así su viaje a México a través de la frontera: «Más de la mitad de los pasajeros de mi autobús eran mexicanos y, después de cenar, al subir hacia esas sierras imponentes, un viajero sacó su guitarra y empezó a cantar y en poco tiempo todos cantaban canciones llenas de la melancolía por la separación y sobre la felicidad del retorno. Cantaban en un idioma que yo no conocía. Cantaban sobre sí mismos y sus familias y sobre la gente que amaban. Cantaban canciones no muy diferentes de las que yo habí a escuchado a mis padres y a los inmigrantes irlandeses que poblaron mi juventud. Regresaban a casa. Yo lo hací a también, aunque no lo sabí a entonces». Estas líneas de Hamill dejan poco que agregar a la presentación de una lista necesariamente incompleta que hemos agrupado como “La ruta sonora de los inmigrantes mexicanos”, compuesta por canciones de diferentes épocas y los más diversos orígenes. Unas constituyen una suerte de homenaje a la diáspora; otras, han sido adoptadas por los inmigrantes mismos, que las han convertido en himnos o en canciones de resistencia para hacer frente al racismo, la xenofobia y a las políticas migratorias.

«Deportee», de Woody Guthrie. Woody Guthrie, el cantautor rebelde más reconocido en Estados Unidos, escribió su famosa canción en 1948. Fue una respuesta visceral a una noticia que leyó en “The New York Times”: cuatro norteamericanos (se daba un detallado perfil de todos ellos) y 28 inmigrantes mexicanos murieron al estrellarse un Douglas DC3 en el Cañón de Los Gatos, al oeste de Fresno, después de incendiarse en pleno vuelo. En la noticia, el director de la oficina del Servicio Federal de Inmigración en San Francisco solo puntualizaba que los muertos eran «ciudadanos mexicanos que habían entrado ilegalmente en los EE UU y otros que habían permanecido en el país más allá del fin de sus contratos. Todos eran trabajadores agrícolas». El vuelo era un charter privado contratado por Inmigración para trasladar a los ilegales desde Oakland a un campo de internamiento temporal. Depositaron los cuerpos de los mexicanos en una fosa común y así estuvieron, sin identificar, durante años.

«The crops are all in and the peaches are rotting/ The oranges are packed in the creosote dumps/ They're flying you back to the Mexico border/ To pay all your money to wade back again. / Goodbye to my Juan, goodbye Rosalita / Adios mis amigos, Jesus y Maria/ You won't have a name when you ride the big airplane / All they will call you will be deportees» (Los campos están sin arar y los melocotones se pudren,/ las naranjas están apiñadas en los vertederos de creosota./ Os llevan volando de vuelta a la frontera con México,/ para que podáis pagar todo vuestro dinero para vadear de nuevo el paso. / Adiós a mi Juan, adiós Rosalita,/ adiós mis amigos, Jesús y María. / Dejaréis de tener nombre cuando os suban al avión de carga,/ todo lo que os llamarán será «deportados»).

Woody Guthrie no llegó a cantar nunca el tema, pero una década más tarde un profesor de escuela llamado Martin Hoffman le puso música con aire a vals lento y tenebroso, y la canción la han versioneado Bruce Springsteen, Pete Seeger, Joan Baez, The Byrds, The Kingston Trio, The Highwaymen (Johnny Cash, Kris Kristoferson y Willie Nelson) y Dolly Parton, entre otros.

«Clandestino», de Manu Chao. Con esta canción, editada en 1998, el cantautor nacido en París se anticipó a una tragedia migratoria –la europea– que ha avergonzado al mundo en los últimos años. La pieza aparece en el disco del mismo nombre, el primero que Manu Chao grabó como solista tras la disolución del grupo Mano Negra. ¿Quién no se la sabe?: «Solo voy con mi pena / sola va mi condena / correr es mi destino / para burlar la ley. / Perdido en el corazón / de la grande Babylon / me dicen el clandestino / por no llevar papel. / Pa’ una ciudad del norte/ yo me fui a trabajar. / Mi vida la dejé / entre Ceuta y Gibraltar. / Soy una raya en el mar / fantasma en la ciudad / mi vida va prohibida / dice la autoridad».

«El muro» y «Somos más americanos», de Los Tigres del Norte. Este grupo, nacido en Sinaloa, no necesita presentación. Inmigrantes ellos mismos, los integrantes de Los Tigres del Norte han sabido recoger en sus canciones los sentimientos de millones de personas. La lista de premios que ha recibido es enorme, como grande es su vinculación con las comunidades de inmigrantes residentes en Estados Unidos. Sus canciones “El Muro” y “Somos más americanos” volvieron a sonar con mucha fuerza durante la última campaña electoral que llevó a Donald Trump a la Casa Blanca.

Estos versos explican por qué: «Ya me gritaron mil veces que me regrese/ a mi tierra porque aquí no quepo yo./ Quiero recordarle al gringo/ Yo no crucé la frontera, la frontera me cruzó./ América nació libre, el hombre la dividió. / Ellos pintaron la raya, para que yo la brincara y me llaman invasor (...)./ Somos más americanos que el hijo de anglosajón. / Nos compraron sin dinero las aguas del Río Bravo / y nos quitaron a Texas, Nuevo México, Arizona y Colorado. / También voló California y Nevada/ con Utah no se llenaron,/el estado de Wyoming, también nos lo arrebataron./ Yo soy la sangre del indio./ Soy latino soy mestizo./ Somos de todos los colores y de todos los oficios. / Y si contamos los siglos,/ aunque le duela al vecino,/ somos más americanos que todititos los gringos».

«Frijolero», de Molotov. El periodista mexicano Gustavo Ogarrio nos acerca así a la canción de este grupo integrado por tres mexicanos y un estadounidense: «Si bien el primer álbum de Molotov es el gran generador de éxitos insolentes, destaca posteriormente el tema ‘Frijolero’ que, casi de manera inmediata a su puesta en circulación, se transforma en un verdadero himno popular y mediático en contra de la discriminación de miles y hasta de millones de mexicanos que cruzan el Río Bravo. Con un énfasis casi de libelo, el tema destaca por su sinceridad sin poesía que rechaza de manera vehemente el estereotipo y que puntualmente ordena las acusaciones contra Estados Unidos en términos económicos y de razones del narcotráfico». “Frijolero” dice así: «Yo ya estoy hasta la madre/ de que me pongan sombrero./ Escucha entonces cuando digo/ no me llames frijolero/ y aunque exista algún respeto/ y no metamos las narices/ nunca inflamos la moneda/ haciendo guerra a otros países./ Te pagamos con petróleo/ e intereses nuestra deuda/ mientras tanto no sabemos/ quién se queda con la feria./ Aunque nos hagan la fama/ de que somos vendedores/ de la droga que sembramos/ ustedes son consumidores».

«La venganza de los pelados», de Los Lobos. Los Lobos publicaron esta canción hace casi dos décadas, pero bien podrían habérsela compuesto hace poco al actual presidente de EEUU: «Estamos bajo de los puentes y debajo de la sombra/ Debajo de tus narices y debajo de la alfombra». El periodista mexicano Félix Contreras describe a esta legendaria banda del este de Los Ángeles así: «Cuando salió el álbum ‘¿Cómo sobrevivirá el lobo?’ (1984), quedó claro que amar a los Rolling Stones tanto como al Flaco Jiménez era tan natural como amar a los Stones y a Woody Guthrie».

Los Lobos terminan así “La venganza de los pelados”: «Pero les digo, tengan cuidado, que la venganza ya empezó./ La venganza de los pelados, la venganza ya comenzó». En activo desde los primeros años setenta, cuatro de los integrantes originales de Los Lobos eran hijos de inmigrantes mexicanos. El grupo angelino, que alcanzó la fama internacional en 1987 con el éxito de “La Bamba”, se ha caracterizado por el mestizaje musical de su repertorio, inspirado por el rock, country, blues, punk y, por supuesto, la música tradicional mexicana y los boleros y baladas de la frontera. La última vez que han visitado Euskal Herria fue el año pasado, con motivo del BBK Legends de Sondika.

«Ice», de La Santa Cecilia. Esta banda enclavada en Los Ángeles está integrada por hijos de inmigrantes y comenzó con boleros y rancheras, pero ha incursionado en una inagotable variedad de ritmos e influencias. En esta canción, lanzada en 2014, La Santa Cecilia (nombrada así en honor a la santa patrona de la música) juega con las siglas de la migra estadounidense (Immigration and Customs Enforcement, ICE) y su significado en castellano (hielo), para subrayar la frialdad de políticas migratorias que separan familias y destruyen vidas.

«El hielo anda suelto por esas calles/ nunca se sabe cuándo nos va a tocar./ Lloran los niños, lloran a la salida/ lloran al ver que no llegará mamá./ Uno se queda aquí, otro se queda allá./ Eso pasa por salir a trabajar. / Eva pasando el trapo sobre la mesa, ahí está / cuidando que todo brille como una perla./ Cuando llegue la patrona que no se vuelva a quejar/ no sea cosa que la acuse de ilegal./ José atiende los jardines/ parecen de Disneyland. / Maneja una troca vieja sin la licencia. / No importa si fue taxista allá en su tierra natal./ Eso no cuenta para el tío Sam. (...)/ Uno se queda aquí/ otro se queda allá./ Eso pasa por salir a trabajar».

«Serenata a un indocumentado», de Los Jornaleros del Norte. Este grupo musical surgió como reacción a una incursión del ICE (Inmigración y Aduanas) en City of Industry en 1995, mientras una clínica de salud móvil del departamento de Salud del condado de Los Ángeles proporcionaba pruebas de VIH a los indocumentados. Omar Sierra, uno de los principales vocalistas de la banda y compositor de casi todos sus temas, estaba presente cuanto tuvo lugar la redada y decidió escribir un corrido sobre el incidente titulado “Serenata a un indocumentado”.

La canción, inspirada en una mujer que un día fue a cantarle “Las Mañanitas” a su marido cuando estaba detenido, dice así: «Hay que leyes tan injustas/ que buscan el separarnos./ Nos juzgan de criminales/ por ser indocumentados./ No saben que nuestras manos/ a ellos los tienen tragando./ A donde vayas te sigo/ si te deportan también/ a la chingada este Norte/ porque sin ti, ya pa’ qué./ Mis hijos desconsolados/ me preguntan por su padre/ y yo no puedo mentirles./ La situación es muy grave. / Usted señor presidente / huérfanos quiere dejarlos».

A medida que pasaba el tiempo, la banda se expandió y se convirtió en una herramienta fundamental para la movilización y educación de los trabajadores y actualmente es la cara visible de la organización activista Red Nacional de Jornaleros. De hecho, el presidente del sindicato, Pablo Alvarado, es el guitarrista del grupo. Sus serenatas han resonado en la calle, frente a las cárceles y los juzgados de California durante las últimas décadas. Su último trabajo es “Chant Down the Walls/Tumbando muros”.