Hace no muchos días el expresidente Don José María Aznar decía que: «asaltar el Paraíso» es camino directo al «infierno del conflicto violento». Evidentemente se trata de un aviso a navegantes, de una amenaza velada. Pero, ¿de qué amenaza se trata? Se trata, a todas luces, de que si Podemos (quienes han tomado por lema lo de «asaltar los cielos» o «asaltar el paraíso», algo que todos los mortales hemos identificado como sinónimos) logra el Poder Legislativo (y por lo tanto Ejecutivo y Judicial, en esta democracia de baja intensidad), la respuesta de la derecha (representada por el señor Aznar) será la del conflicto violento (guerra civil).

No se puede entender que la Fiscalía del Estado no haya actuado aún de oficio contra un personaje que propugna la Guerra Civil como solución a los conflictos políticos de la sociedad. Se trata de un personaje que optó por la vía militar para tratar los intereses económicos en Iraq, a pesar de la oposición de su propio pueblo. Un personaje que está pendiente de ser juzgado por crímenes contra la Humanidad. Un personaje, en fin, que ha actuado fuera de cualquier sistema ético considerado como tal.

Decir que una opción política (la de Podemos), estemos o no conformes con sus planteamientos; en el caso de que gane nos va a abocar a la Guerra Civil (infierno del conflicto violento), debería ser tenido en consideración por el Ministerio Fiscal (teniendo como antecedente las declaraciones previas a la Guerra Civil de 1936). Las propias declaraciones deberían ser estudiadas por la Fiscalía, y no hacerlo debería ser considerado como delito.

Declaraciones como éstas ya no son propias el juego democrático. Van más allá. Extralimitan el derecho de opinión y se adentran en el delito de apología (del terrorismo, sedición, sublevación o incluso de golpe de estado)